Seguramente haya quien defina a estos amantes de las listas como personas a caballo entre el arte y el trastorno obsesivo compulsivo. Y quizá Marie Kondo tenga unos cuantos de estos cuadernos en su casa para organizar la limpia mensual de armarios. Lo cierto es que los Bullet Journals son, además de funcionales, tremendamente adictivos, en cuanto a lo visual.
A pesar de la existencia de tantas apps y herramientas digitales con las que organizar nuestras convulsas vidas, estos cuadernos analógicos que usan papel en lugar de códigos binarios como materia prima nacieron para ayudar a los usuarios a crear listas, agendas, diarios y notas todo en un mismo volumen.
Ryder Carroll, un diseñador de productos digitales que vive en Brooklyn, Nueva York (EEUU), buscó su propio método para superar los problemas de aprendizaje que le ocasionaba su trastorno de déficit de atención.
Anotar sus tareas pendientes, hacer listas, escribir y organizar sus notas sobre papel y a mano le ayudaba a fijar la atención en lo que tenía que hacer. A estos cuadernos de notas los bautizó como Bullet Journals y hoy son un éxito en todo el mundo por lo fácilmente personalizables que resultan.
Carroll explica desde su web y canal de YouTube cómo crearlos, pero después es el gusto de cada persona el que marca la diferencia entre unos y otros. Si son prácticos o no, que lo juzgue cada uno. Lo que será más difícil discutir es la increíble belleza y originalidad de muchos de ellos.
Esto es una versión hipsterosa de lo que hacíamos con las agendas en el instituto, con dibujos, pegatinas y tipex a saco
Estéticamente me resulta deliciosamente adictivo, sin embargo no puedo dejar de cuestionarme su valor real. ¿Realmente pretenden los bujo lovers completar su planning mensual y to-do lists (en su mayor parte), o diseñan sus journals a modo de complementar su identidad personal -en ocasiones alienada- en plena época del moderneo?