ButiClub, la imperfección como punto de partida

16 de septiembre de 2011
16 de septiembre de 2011
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Pensamos demasiado. Ese es el problema. Está bien eso de darle vuelta a las cosas, cocinar las ideas a fuego lento durante días, cuestionarse siempre el resultado. Está bien el inconformismo, la autocrítica, la autosuperación.
Pero me pregunto si tantas vueltas a las vueltas no acaba llenándonos de nudos, callos, chakras, bloqueos, ruido o si tanto análisis no nos deja paralizados. Me pregunto en realidad si no deberíamos ser más libres, menos presuntuosos y darle a nuestra intuición el privilegio de la razón y dejarnos, con perdón, de hostias.
Lo digo porque estuve en la inauguración de la exposición del ButiClub y me dio todo mucha envidia, porque el ButiClub es de esas cosas que, si se piensan, no se hacen.
Dejadme que os presente a Dave Glass. Australiano, buena gente, genio, humilde y uno de los mejores directores de arte que conozco. Estuvo con nosotros un tiempo y diseñó, entre otras cosas, estos deliciosos adhesivos para los mac: Stickwithmebaby.com.

Dave montó hace apenas un año una agencia/estudio en el casco antiguo de Barcelona. La agencia se llama Hungry Castle y prestan su talento tanto a clientes como agencias.
Los chicos de Hungry Castle se dejaron caer en el bar de la esquina para desayunar y surgió la alquimia. Por un lado la tradición de un bar fundado en 1930 y que no hace nada para disimularlo y por otro lado la energía creativa de Hungry Castle. El resultado es ButiClub, un club homenaje a las butifarras del bar la Pineda, exactemente esas cosas que, si se piensan, no se hacen.
A pesar de ser socio del ButiClub, no sé muy bien que es ButiClub. Y lo cierto que es que ellos tampoco ponen mucho de su parte en explicarlo:
«En un tiempo en el que los dioses parecen habernos olvidado, una nueva filosofía se embute para bañarnos de luz y esperanza: el camino de la butifarra».

En realidad, no creo francamente que nadie sepa del todo qué significa el camino de la butifarra, pero es divertido y bonito, y eso ya es casi todo. El día de la exposición del club confecionaron 50 butifarras de tela por cada uno de los 50 miembros y nos bebimos 50 litros de Vermut porque “Nos gusta el 50”.
La instalación es un bosque geométrico de butifarras colgantes de colores y texturas. Preciosa y, sobre todo, una gran lección acerca de como una idea imperfecta puede ser uno de los mejores puntos de partida. Pero no sólo eso, han diseñado una colección de camisetas con distintas butifarras, han editado unos libritos con sesiones de fotos y otro con el bodegón de cada una de las butifarras de tela de cada uno de los socios.

Y un rap:
“sexy girls
all about the butifarra
sip red wine till the early tomorrow
cheese
ham is key
drink so much that we gotta go pee
sausage, salad, fish in a can
old men getting down thats a plan”

Y no solo eso; me comentaba Dave que tenían en mente otras líneas de producto en forma de butifarra. Por eso el ButiClub me da envidia. Porque nadie perdió tiempo en darle una vuelta.
Fueron un día a desayunar, les sirvieron butifarras y se preguntaron: «¿Por qué no hacemos un club de esto?».
Y de esa imperfección ha nacido algo que tiende poco a la perfección seguramente porque es lo último que pretenden.








Rafa Soto es director creativo de Herraiz Soto & Co.
Fotos: Roc Canals

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