Para el planeta, treinta y cinco aรฑos no son nada. Ese el tiempo que ha transcurrido desde que el reactor nรบmero 4 de la central nuclear Vladรญmir Ilich Lenin saltase por los aires. La brutal herida que la Tierra sufriรณ aquel 26 de abril de 1986 sigue supurando en forma de muerte y enfermedades crรณnicas de demasiadas personas. Y de destierro para las familias que aรบn no han podido volver a los que por aquel entonces eran sus hogares.
Aunque no son las รบnicas vรญctimas de la catรกstrofe de Chernรณbil. De la nube radiactiva no se librรณ ser vivo alguno en un รกrea que, se calcula, ronda los 150.000 kilรณmetros cuadrados. Los mรกs afectados, los que se encontraban dentro de la zona de exclusiรณn, la que se encuentra dentro de un radio de 30 kilรณmetros alrededor de la planta nuclear.
Cuando se desprecintรณ esta รกrea, casi tres dรฉcadas despuรฉs, la naturaleza parecรญa haberse desquitado. La vegetaciรณn lo invadรญa todo. La vida salvaje se habรญa hecho fuerte entre los edificios e instalaciones abandonadas.


La escena resultaba especialmente fascinante para investigadores como Martin Hajduch, del Instituto de Genรฉtica de Plantas y Biotecnologรญa de la Academia de Ciencias de Eslovaquia, quien trataba de conocer las alteraciones que las altas radiaciones provocaron en las plantas. Sobre todo en las Linรกceas.
Las muestras estudiadas por Hajduch iban a servir, a su vez, de punto de partida para el herbario de la fotรณgrafa Anaรฏs Tondeur. Aunque esta no recurrirรญa a su cรกmara para captar las imรกgenes. Tondeur prefiriรณ utilizar la tรฉcnica del fotograma, emulando el efecto de las plantas a la exposiciรณn extrema de la luz que una bomba atรณmica emite al explotar.
La francesa tenรญa en mente las sombras que las bombas de Nagasaki e Hiroshima dejaron impresas en 1945. Personas, animales y objetos que, en muchos casos, se volatizaron con las explosiones, quedando su silueta impresa en paredes y aceras como รบnico testimonio de su pasada existencia.
Para la fotรณgrafa, los rayogramas vegetales eran la muestra palpable de las huellas traumรกticas pero imperceptibles de la tragedia de Chernรณbil. Esa misma a la que los ucranianos consideran aรบn ยซel enemigo invisibleยป.
Pero el recorrido del proyecto no se quedarรญa ahรญ. A finales del 2015, Michael Marder conociรณ el trabajo de Tondeur en una exposiciรณn organizada en Parรญs. Al filรณsofo e investigador aquellas imรกgenes le cautivaron, no tanto por tratar un tema ligado al medioambiente, รกmbito en el que suele trabajar, como por su relaciรณn con Chernรณbil. Marder fue uno de los miles de niรฑos que quedaron tocados para siempre por el velo imperceptible de la radiaciรณn. En su caso, ocurriรณ en un sanatorio de Anapa (Rusia), donde en el 86 pasรณ una temporada para tratar sus alergias.

De aquella fascinaciรณn surgiรณ el libro Chernรณbil Herbarium con el que Marder y Tondeur se propusieron recordar la catรกstrofe nuclear. Porque como el filรณsofo afirmaba en The New York Times, ยซel riesgo mรกs grande es que continuemos como si Chernรณbil no hubiera tenido lugar jamรกsยป.
A travรฉs de 35 relatos, uno por cada uno de los aรฑos que han pasado desde la explosiรณn en la planta de Prรญpiat, Marder recoge los lamentos de las vรญctimas de la tragedia en lo que viene a calificar como un ยซduelo infinito, como infinitas son las resonancias de la actividadยป. Cada uno de los textos se acompaรฑa de uno de los rayogramas de Tondeur.
Aunque las imรกgenes de las plantas inmortalizadas por Tondeur pueden recordar a los daguerrotipos que en รฉpoca victoriana se utilizaba para retratar a los muertos, su propรณsito no tiene nada de macabro. Tampoco lo tienen los textos de Marder. Como ambos explican en el prรณlogo del libro, ยซes nuestro humilde grano de arena a la toma de conciencia colectiva ante el acontecimiento de Chernรณbil (โฆ), darle significado y simbolizarlo analizando la conciencia que fragmentรณ y, quizรกs, cultivando otra forma de vivir que estรฉ en mayor armonรญa con el medioambienteยป.
*Imรกgenes extraรญdas del libro Chernรณbil Herbarium, Michael Mander y Anaรฏs Tounder, Ediciones NED (2021)