La lógica vital funciona más o menos así: naces, juegas y te mueres. Además, en ese orden. La etapa más duradera es la de en medio, la del juego. Por eso es totalmente normal que sean cientos de miles de personas en el mundo las que se dedican a estudiar el universo del gaming, aplicaciones del juego a otras parcelas de la vida y la monetización por diferentes vías de todo lo lúdico que tiene la vida. Miguel Salcedo es Sr. Chincheto, jugador empedernido de videojuegos y, lo crean o no, una estrella del videojuego capaz de sacar de casa a cientos de personas.
El inicio de la historia de Miguel Salcedo se remonta al año 1977. Sin embargo, la parte relevante comenzó mucho después. «Mi mujer me regaló una XBOX360 y me perdió». Así explica Salcedo cómo se convirtió en Chincheto, un aficionado a los videojuegos que decidió retransmitir sus partidas en vídeos a través de internet. Chincheto ha conseguido en poco más de un año (abrió su canal en marzo de 2012) más de 250.000 suscriptores que siguen fielmente las narraciones de sus partidas.
«Estuve muy viciado», reconoce. Fue Assassin’s Creed el juego que cambió su forma de ver esta variante de disfrute del tiempo libre. Comenzó a jugar online, en partidas multijugador, y fue aprendiendo cómo iba eso de la cultura gamer. «A fuerza de jugar conocí a alguien que subía los vídeos de las partidas».
Se dio cuenta de que esta era una manera de dotar a las partidas de un aliciente más pero, sobre todo, se dio cuenta de que se trataba de una poderosa herramienta para contar historias. «Vi que había una nueva fauna, los YouTubers, que llegaban a mucha gente», contó ayer en el Gamification World Congress celebrado en Madrid.
Lo que hace Chincheto es sencillo de explicar: graba vídeos de sus partidas de videojuegos y les añade sus comentarios. Parece fácil y, técnicamente, lo es. Sin embargo, son muchos los que lo intentan y muy pocos los que consiguen el calado del de Cuenca. «Subimos gameplays a los que damos nuestro toque personal para entretener a la gente. No hay más», señaló.
Chincheto habla en plural porque, desde que se dio cuenta de que la asociación con otros jugadores «multiplicaba el alcance», cuenta con la ayuda de Álex El Capo y Tonacho.
El concepto de comunidad subyace bajo todo lo que crea Chincheto y es la clave para que su éxito haya sido fulgurante. «Jugar en comunidad nos da una base de suscriptores», dijo.
El secreto anida en la combinación que hacen de humor y narración de historias. Chincheto crea vídeos editados, series completas con argumento y hace retransmisiones en directo de partidas casi a diario. «Hay gente que me dice que se pone las partidas que juego en lugar de los Simpsons porque lo mío no es repetido». En total, almacena 3 horas diarias de vídeo en su canal de YouTube. «Incluso me piden fotos con mi personaje dentro de las partidas».
Los juegos que utiliza tienen un amplio componente de libertad argumental. «Minecraft es la piedra angular donde creamos nuestras historia», declaró. League of Legends, Don’t Starve, Payday o Planet Side 2 también aparecen en su lista de preferidos.
Lo complicado de esto es, más allá de la conciliación familiar, lo de siempre: la monetización de los contenidos. Chincheto explicó que su canal se encuentra dado de alta en la plataforma de obtención de ingresos de YouTube donde empresas como Machinima tiene firmado un contrato con él para introducir publicidad en el contenido que genera. «La parte que nos llega a nosotros es residual», lamentó.
Cabe la posibilidad de que no terminen de entender el alcance de este tipo de YouTubers que han hecho de los videojuegos el núcleo de sus relaciones sociales. Chincheto grabó un vídeo ayer por la mañana en el que anunciaba su ponencia en el Congreso Mundial de Gamification. La idea era que, si a alguno de sus seguidores le apetecía, se pasase a saludar a las puertas del Cine Callao, sede del evento. El resultado fue… este.