Chips que cometen errores

16 de abril de 2013
16 de abril de 2013
2 mins de lectura

Rice UniversityCSEMNTU
Hay un chiste que reza lo siguiente: “La industria de los ordenadores quería medirse contra la automovilística. Así que un gurú comentó que si la tecnología de los automóviles fuera pareja a la de Silicon Valley, los conductores podrían tener un motor V-32 que llegaría a los 10.000 kilómetros por hora y un coche de 30 kilos que consumiría 4 litros cada 1.000 kilómetros. El pope de la fabricación de vehículos contestó: De acuerdo, ¿pero quién quiere un coche que se estrelle dos veces al día?”.
Hoy, más de una década después, como la industria de la microcomputación llega a su límite de microtamaño y mantener estos procesadores tan nanos libres de errores es un gasto de energía tremendo, investigadores de Japón, EE UU, Suiza y Singapur están jugando con la idea de aceptar la realidad de la informática que la broma describe y dejarlos fallar.
La idea es que estos sloppy chips/chips descuidados mejorarían la eficiencia y el consumo de energía a cambio de producir de vez en cuando algún fallo. Algunos de los centros que trabajan en esta línea aseguran que, con una tasa de error del 8%, el gasto es de una cuarta parte y el calor generado por el chip, otra fuente de problemas para la microcomputación, también es bastante menor.
El punto clave de la cuestión está, como explicó el profesor de la universidad de Tokio y uno de los grandes adalides de esta tecnología, Masahiro Fujita, al semanario The Economist, en controlar en que momento se produce el fallo, ya que si ocurre al principio de una secuencia de instrucciones el comportamiento del robot o del ordenador puede ser un completo desastre.
La respuesta a esta posibilidad de catástrofe informática la pueden tener los otros grandes defensores de este modelo, un equipo internacional formado por la universidad Rice de Houston y la Berkeley de California por los EE UU, la Universidad Tecnológica de Nanyang por Singapur y el Centro Suizo de Electrónica y Microtecnología.
Con una investigación que comenzó cuando en 2003 decidieron dejarse de tanta exactitud, el investigador Christian Enz declaraba a sus colegas del departamento de prensa de la Rice University que “hay determinados tipos de aplicaciones que pueden tolerar bastantes errores”. “El ojo humano tiene incorporado un mecanismo de corrección de errores, así que usamos inexactitudes para procesar imágenes y encontramos que errores relativos del 0,54% son imperceptibles y que si llegan al 7,5% las imágenes aun se pueden discernir”.
Así, los teléfonos inteligentes y sus cada vez más cortas baterías serían los candidatos ideales para alojar estos chips descuidados, pasando cuando la energía se estuviese acabando a un modo Error. Otra técnica para alargar la duración es el llamado pruning/podar, que vendría a ser quitar las partes menos usadas de un chip y dejar que el resto cometan errores, con lo que se lograría que la eficiencia energética de los mismos se doblase.
Esta tecnología también puede ser clave en lugares con problemas de abastecimiento eléctrico. En la tableta iSlate, un proyecto del Insitute of Sustainable and Applied Infodynamics pensado para las escuelas indias sin electricidad y con pocos maestros, el hardware inexacto es una parte clave, como por ejemplo los chips podados, que se alimentarían de paneles solares similares a los de las calculadoras de bolsillo. En el equipo de desarrollo de la iSlate hay tres graduados en la Rice University.

No te pierdas...