¿Reconoces el perfil? Una persona negativa, que siempre saca punta a lo que dices, que lleva la contraria a diestro y siniestro y que desconfía de todo bicho viviente a su alrededor porque es incapaz de entender que, a veces, la gente es buena porque sí, sin buscar un beneficio propio. Gente complicada que tira por tierra el trabajo de los demás porque no los considera lo suficientemente buenos. Personas que encajan con el perfil de tóxicos o cínicas.
Este tipo de trabajadores pueden, ellos solitos, generar un mal rollo en el curro que lo convierta en algo muy desagradable y desmotivador. Son bordes hasta con sus jefes, a quienes no dudan en poner a parir delante de sus compañeros diciendo de ellos que no están ni remotamente capacitados para ese puesto.
«El cinismo es la tendencia a creer que las personas están moralmente en bancarrota y se comportan traicioneramente para maximizar el interés propio», explicaban los investigadores Olga Stavrova (Tilburg University, Holanda), Daniel Ehlebracht (Universidad de Colonia, Alemania) y Kathleen Vohs (Universidad de Minnesota) en un estudio titulado Victims, perpetrators, or both? The vicious cycle of disrespect and cynical beliefs about human nature, publicado por la American Psychological Association.
CONSECUENCIAS NEGATIVAS DE SER CÍNICO
Lo fácil es pensar que estas personas son cínicas porque nacieron así, como otros nacen rubios o pelirrojos. Y no. Para todo hay una explicación. Podría ser, afirman en dicho estudio, que esos comportamientos estén relacionados con la falta de respeto. Es decir, un cínico se comporta irrespetuosamente porque considera que antes se le ha faltado al respeto a él. Y eso provoca que quien se sienta atacado por el cínico responda de la misma manera. «El resultado final es un círculo vicioso: el cinismo y la falta de respeto se alimentan mutuamente».
La marginación social que provocan este tipo de actitudes no es la única consecuencia negativa que acarrean. Hay estudios que demuestran que el cinismo causa problemas de salud física y mental y, a su vez, esa mala salud puede ser la causante de un comportamiento cínico. Esa es la conclusión a la que llega otro estudio de Stavrova y Ehlebracht publicado en 2019.
Otras investigaciones apuntan a un mayor índice de mortalidad entre los tóxicos, a diferencia de quienes no lo son. E incluso les puede ocasionar un menor poder adquisitivo. Y el bolsillo, amigos, sí que duele. «Mientras investigaciones previas habían relacionado el cinismo con resultados negativos en una amplia gama de esferas de la vida, como la salud física, el bienestar psicológico o la felicidad conyugal, la presente investigación ha establecido una asociación entre el cinismo y el éxito económico individual», explica la doctora Stavrova, una de las autoras del estudio.
La desconfianza que muestran hacia los demás, siempre sospechando de que se les acercan para aprovecharse de su esfuerzo, así como la que despiertan en sus compañeros de trabajo por su actitud negativa y recelosa, hacen que nadie quiera colaborar con ellos. Y eso se traduce en un menor número de oportunidades de mejora que van asociados a la cooperación.
Ya sabes, la unión hace la fuerza y te ayuda a progresar y ascender en tu carrera profesional. «Los empleados que creen que sus compañeros son explotadores y deshonestos son propensos a evitar proyectos de colaboración y a renunciar a las oportunidades relacionadas», explica la investigadora en dicho estudio.
Ahora bien, esa pérdida económica entre los cínicos no se da en todos los países del mundo, tal y como demostró la investigación del Ehlebracht y Stavrova, sino básicamente en aquellos donde se aprecia una mayor conciencia altruista y un menor número de homicidios. «En realidad, hay algunos países donde los individuos cínicos no necesariamente ganan menos que sus compatriotas menos cínicos», explica Stavrova. «Estos países son aquellos con un alto nivel de cinismo, en los que el comportamiento prosocial es una rareza (por ejemplo, se hacen escasas donaciones) y la conducta antisocial está generalizada (como indican unas altas tasas de homicidios). En otras palabras, en aquellos países en los que el cinismo puede estar justificado e incluso ser algo funcional».
MI COMPAÑERO ES UN CÍNICO, ¿QUÉ HAGO?
Lo bueno de un comportamiento asocial es que puede cambiar. Así que antes de agarrar por el cuello a ese colega que no deja de tocarte las narices con sus ironías y su malafollá, tienes dos opciones: no acercarte a él ni cuando os encontráis en el ascensor en hora punta o respirar hondo y tirar de psicología.
Una posible solución para tratar de alejar al cínico del lado oscuro de la Fuerza sería empoderarle, hacerle ver lo mucho que se confía en él y en su trabajo. Si ese sentimiento de falta de respeto al que aludíamos al principio alimenta la conducta cínica, hacer sentir a esas personas como respetadas y consideradas podría ayudar a que depusieran su actitud.
Hablar con ellas de una manera franca también contribuiría a relajar la tensión. Algo que se justifica mucho más si eres su jefe. Una conversación cara a cara con esa persona, explicándole con ejemplos qué comportamientos no son adecuados y hacerle ver que provocan conflicto es un primer paso. Y siempre con una actitud empática, preguntando si hay algo que le preocupa y disgusta en el trabajo lo suficiente como para reaccionar de manera desagradable contra sus compañeros y equipo.
Escuchar, en una palabra, las razones del cínico para demostrarle que se le tiene en consideración. Incluso involucrarle en la toma de decisiones de un proyecto en la medida que sea posible, permitirle hacer sugerencias y tomarlas en serio.
Que nadie piense que la cosa saldrá bien a la primera. Un carácter así de agrio no se cambia de golpe ni de un día para otro. Pero por intentarlo nada se pierde. Si no sale mal, siempre nos quedará la inigualable satisfacción de obsequiarle con una vistosa peineta.