Cómo cambiar tu vida sin que te toque la lotería 

películas sobre cambios de vida

Internet está plagado de artículos con titulares como estos:

Deja tu trabajo: conviértete en artista.  

Sé un nómada con una furgoneta camperizada.   

Vuelve a lo sencillo: diez lugares para retirarse. 

Cuando eres una persona corriente, esos artículos son irritantes. Necesitas un colchón de dinero para comprarte una furgoneta camperizada e irte a la Provenza a pintar paisajes. Pero la molestia no es tanto la falta de dinero como la perversa idea de que solo con él puedes cambiar tu vida.

Además de perversa, la idea es falsa. El dinero por sí mismo no crea cambios ni para bien ni para mal. Las personas son responsables de sus actos.

Según lovemoney.com, el 70 por ciento de las personas que ganaron un premio millonario en la lotería acabaron con deudas; algunas, viviendo de la caridad o durmiendo en un coche.

Es inevitable recordar las palabras de Ben Parker, el tío de Spiderman: «Quien tiene un gran poder tiene una gran responsabilidad». El dinero es un gran poder, pero hay otro poder, menos espectacular, aunque tan poderoso o incluso más: la voluntad. Las siguientes historias reales son un ejemplo.

ADOPTA UN GATO

James Bowen era un vagabundo de Londres que intentaba abandonar el alcohol y las drogas. Conseguía algunas monedas tocando la guitarra en las calles y vendiendo ejemplares de The Big Issue, una revista que distribuían las personas sin hogar.

Bob era un gato naranja abandonado y herido. Bowen lo encontró y lo cuidó a su pesar. No quería hacerse cargo de un gato, pero los gatos escogen a las personas. Y Bob acompañó a Bowen en las calles.

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La compañía de Bob salvó a Bowen de las adicciones. El vagabundo sintió que debía cuidar del gato y para esto debía estar sobrio. Con el tiempo, Bowen escribió un libro titulado Un gato llamado Bob (2016), que se convirtió en un éxito inesperado y más tarde en una película. Bob se interpretó a sí mismo con la bufanda al cuello que le daba un toque distinguido.

MÁS VALE TARDE 

Henry Straight, de 80 años, sufrió un derrame cerebral al comienzo del verano de 1994. Su hermano, Alvin Straight, de 73 años, se propuso verle. Quién sabe si sería el último verano de Henry.

Alvin no lo tenía fácil. Vivía en Iowa, a 390 kilómetros de la casa de su hermano, en Wisconsin. No renovó el permiso de conducir por su mala vista y la diabetes. Sin otros medios ni ayuda, Alvin montó en su segadora con 30 años a cuestas y se dirigió a ver a su hermano.

Bajo el largo y húmedo verano de Iowa, Alvin avanzó a razón de 10 kilómetros por hora. No siempre. La segadora se estropeó dos veces. Los costes de reparación fueron altos para un granjero jubilado. Un mes y medio más tarde llegó a casa de su hermano Henry.

La aventura le dio una fama que no quiso. Rechazó numerosas propuestas para llevar la historia al cine, pero David Lynch dirigió un largo sobre su epopeya: Una historia verdadera (1999).

ESCRIBIR UN DIARIO

En 1994, Erin Gruwell, una profesora de adolescentes en un barrio marginal de California, cambió La odisea por El diario de Ana Frank. Quería que sus alumnos descubrieran cómo otros adolescentes en el pasado vivieron momentos difíciles. Después, Gruwell pidió a los alumnos que escribieran sus vivencias con un estilo novelado. Ellos la complacieron.

Tras el asesinato de uno de los jóvenes, Gruwell recopiló los diarios y publicó con ellos The Freedom Writers Diary (El diario de los escritores de la libertad). La publicación condujo a los alumnos a reflexionar sobre la vida, la violencia y las oportunidades. Muchos de los alumnos abandonaron las pandillas y algunos ingresaron en la universidad.

La historia parece un argumento de telefilme, pero así ocurrió. La película Freedom Writers (2007) recrea aquellos hechos, con Hillary Swank en el papel de Erin Gruwell.

TODO ESTÁ EN LOS LIBROS

A los 13 años, William Kamkwamba, hijo de granjeros de Malawi, tuvo que abandonar la escuela. Su pueblo sufría una hambruna que impidió a su familia pagarle la educación. Así, Kamkwamba comenzó a autoeducarse con libros de la biblioteca de la escuela primaria.

Uno de los libros de ciencia le inspiró la creación de un molino de viento con un cuadro de bicicleta, una polea y una tubería de plástico. Con él iluminó bombillas y recargó los teléfonos móviles del pueblo. Tras el éxito inicial, construyó otro mayor para bombear agua para los cultivos. Así salvó a su pueblo del hambre.

Los logros de Kamkwamba fueron reconocidos en los periódicos locales y más tarde en revistas científicas internacionales. Una fama que llevó a Netflix a producir la película El niño que domó el viento (2019).

SOBRE LAS OLAS

Bethany Hamilton perdió el brazo izquierdo a los 13 años por el ataque de un tiburón tigre. Para muchos, la carrera de Hamilton como surfista había acabado, pero ella no lo consideró así.

Hamilton volvió a practicar surf y ganó distintas competiciones a pesar de la importancia de los brazos en el surf. Los brazos extendidos a los lados del cuerpo permiten el equilibrio y el giro de la tabla.

Soul Surfer (2011) es el título de la película que recuerda la tragedia, el tesón y los éxitos de Bethany Hamilton.

EL SABER NO OCUPA TIEMPO

En los años 50 del siglo pasado, Kimani Maruge, un pastor analfabeto, formó parte de la guerrilla Mau Mau para liberar Kenia del Imperio británico. No solo era una cuestión patriótica, era una cuestión personal. Las fuerzas coloniales habían matado a dos de sus hijos. Finalmente, La República Independiente de Kenia se estableció en 1963. Maruge tenía entonces 43 años. Acabada la guerra, trabajó como peón agrícola y pastor.

En 2003, el Gobierno estableció la educación primaria universal y gratuita. Maruge, a sus 84 años, pasó a compartir clase con niños de 6 años. Dos años más tarde, fue invitado por Naciones Unidas para hablar sobre la importancia de la educación primaria gratuita.

A pesar de distintas vicisitudes y dramas, Maruge no dejó de estudiar hasta el final de sus días. La película The First Grader (2010), producida por Gran Bretaña, recuerda la vida y el tesón de Maruge.

CUATRO AÑOS DE SILENCIO Y DESPUÉS…

De Paul Potts podrías haber dicho que era un gafe. Este dependiente de telefonía siempre quiso ser cantante de ópera, pero el universo conspiró contra él. Tras haber gastado más de 11.000 euros —todos sus ahorros— en clases de canto en Italia, un tumor en la glándula suprarrenal lo llevó al quirófano e interrumpió su carrera apenas empezada.

Tras varios meses recuperándose de la operación del tumor, un coche atropelló a Potts. Con fractura de clavícula y cuello, y sin poder trabajar en la tienda de teléfonos, acumuló una deuda de 30.000 libras.

Potts vio una oportunidad en el concurso Got Talent, aunque no había cantado una nota en cuatro años. Su interpretación de Nessun dorma, de Giacomo Puccini, en las audiciones se convirtió en el primer vídeo viral de YouTube en 2007. A partir de ese momento, la vida de Paul Potts cambió.

La película Un talento increíble (2013) refleja las calamidades, esfuerzo y tesón de Paul Potts.

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