Si eres de los que puede presumir de tener un trabajo estimulante, donde cada día es distinto y no te aburres en absoluto, enhorabuena. No solo por el curro, sino también porque eres la envidia de todos.
Pero si el puesto que ocupas te hace sentir como si fuera el día de la marmota una semana tras otra; si tienes menos entusiasmo al ir a currar que cuando vas a hacerte una colonoscopia, enhorabuena también. Porque debes saber que lo tuyo tiene remedio. Descartar la rutina en un trabajo es posible. Basta con echarle un poco de imaginación y recuperar toda la creatividad que tenías cuando llegaste el primer día.
«Todo el mundo es creativo cuando tiene que enfrentarse a nuevos problemas o tiene que desarrollar nuevas ideas. No es solo cuestión de talento o cosa de artistas. La gente es creativa e inventiva por naturaleza. Pero la creatividad puede desvanecerse cuando te aburres o te desanimas», explica la experta en Recursos Humanos Priscilla Claman, presidenta de Career Strategies en Boston.
Pero, ojo, que no toda rutina es mala. Como nos recuerda Marta Sanz, psicóloga en Quirónprevención, «la rutina y la repetitividad son necesarias para adquirir hábitos y costumbres». En muchos casos, esa previsibilidad diaria resulta tranquilizadora y saludable.
«Si viviéramos las 24 horas en un continuo y permanente cuadro de sobreactivación porque desconocemos el camino que nos llevará al trabajo, la forma en que hemos de desarrollar nuestra actividad laboral, a quiénes debemos dirigirnos para resolver nuestras dificultades, etc., nuestro cuerpo se colapsaría», explica Sanz. «Por eso, nuestro cerebro nos facilita la posibilidad de mecanizar tareas, y así poder dejar espacio para las demás actividades a las que se enfrenta diariamente».
Ahora bien, una cosa es tener el curro controlado y otra, perder la chispa, la creatividad. Y eso no es bueno ni para la empresa ni para el trabajador.
EL COACHING COMO TERAPIA
Muchos de los consejos de expertos como Claman para despertar la creatividad en el trabajo y conseguir darle la vuelta a la tortilla van por el camino de tomar iniciativas. Pero ¿está el mercado laboral español abierto a empleados tan emprendedores?
Roberto Ortúñez, director de zonz en Bankia y coach, no lo tiene tan claro. En su opinión, en España no está bien visto ser demasiado creativo en el trabajo. Pero sí tiene claro que esto está cambiando y que ha de cambiar aún más. De momento, es el empleado el que se adapta a la empresa, pero las nuevas generaciones llegan con ganas de cambio y la clave va a estar en la flexibilidad.
«La flexibilidad es una virtud del siglo XXI y eso lo tengo claro», afirma Ortúñez. «Pero para adaptarnos a los nuevos trabajadores, va a tener que ser fundamental. Y sobre todo teniendo en cuenta el tema de la revolución tecnológica. Hoy por hoy, o hacemos caso a esa gente joven y nos adaptamos a ella o lo llevamos muy claro si pensamos que vamos a contratar a gente y ellos van a hacer lo que nosotros queramos. No».
Pero, mientras eso llega, los que ya estamos inmersos en el mundo laboral y nos toca aguantar en un sistema tan poco abierto, ¿qué podemos hacer para no volvernos grises?
Una opción, por ejemplo, es acudir al coaching. Pero no esperes a alguien a quien le vas a contar tu problema y te va a dar la panacea para todos tus males de currito aburrido. No. La cosa andará más cerca de una consulta psicológica que de una asesoría de recursos humanos.
«Yo no doy consejos a nadie cuando tiene un problema», explica Ortúñez. «El coaching va más de buscar, de acompañarte en la búsqueda de la solución a tu problema. Que busques tú dentro de ti la solución a tu propio problema». A través de una serie de conversaciones, el coach te planteará preguntas abiertas que te llevarán a reflexionar cuál es tu situación y cómo solventarla. Porque muchas veces creerás que el problema es el trabajo y acabarás descubriendo que no es eso sino tu jefe, el equipo que diriges o tus compañeros de trabajo.
Lo que se busca es que el trabajador que expone un problema libere sus emociones, reflexione sobre sus verdaderas causas y las verbalice. Y, a partir de ahí, que él mismo encuentre la solución. «Por ejemplo, podemos decirle a tu jefe, abiertamente, que creemos que puedes ser mucho más aprovechable en otro departamento y decirle en cuál. Otro planteamiento es tener una iniciativa en el trabajo que no sea usual y cambiar o ampliar el proyecto sobre el que estás trabajando». Son solo un par de ejemplos basados en la experiencia real de Ortúñez como coach.
Cuanto más grande sea la empresa, más abierta estará a este tipo de prácticas y sugerencias por parte de sus empleados. «Las empresas, al final, lo que quieren aprovechar es el talento», comenta el coach. «Igual no tenemos que esperar a que la iniciativa de ese cambio parta de la empresa. Podemos intentar que la iniciativa de esto parta del empleado». Y concluye: «Al final, la conversación entre el coach y el empleado tiene que ser facilitadora. El coaching es bueno para el empleado, pero al final tiene que haber cierto grado de permisividad por parte de la empresa».
EN LA NOVEDAD ESTÁ LA CLAVE
Pero si lo tuyo no va por el camino de la reflexión y necesitas escuchar en boca de otros la solución a tus males, aquí van unos cuantos:
Priscilla Claman sugiere que centremos nuestros pensamientos en una clave: «nuevo». Conoce a gente nueva en el trabajo, habla con nuevos clientes, pide nuevas tareas, aprende a manejar un nuevo programa informático… Todo eso proporciona retos distintos, nos saca de nuestra zona de confort y nos estimula.
Marta Sanz también apuesta por la búsqueda de actividades nuevas dentro del puesto de trabajo, pero recuerda que antes es necesario cambiar la actitud. «Identifica tus pensamientos negativos y transfórmalos en positivos», aconseja. «Cambiar siempre es más fácil cuando uno tiene ganas de aprender, aportar ideas y crecer profesionalmente».
MÉTETE EN LÍOS
Para Pep Torres, lo fundamental es buscar la proactividad. «Ahí es donde empieza a haber creatividad, cuando tú eres proactivo. Cuando haces algo que no se espera que hagas, más allá de tus atribuciones. Y ahí es donde puedes tener tu propio terreno creativo», enfatiza. «Yo, para salir de ese entorno opresivo de no creatividad, de aburrimiento total, de cumplir horario y todo eso, lo que hago es pensar siempre si puedo sorprender, si puedo idear algún proyecto que tenga sentido para la compañía; pero motu propio, es decir, me invento proyectos. Porque dentro de lo que es la estructura de empresa normal, del trabajo de cada día, es imposible ser creativo. De hecho, está penalizado».
Y puntualiza: proactividad sí, pero con rendimiento económico; tiene que dar resultado de dinero; que tu plan, tu proyecto, tu idea sean beneficiosos para la empresa. «Ahí es donde te dejan un espacio, una especie de recreo creativo; un espacio donde sí que puedes ser un poco más tú».
A esa proactividad, Enrique Tellechea la llama «meterse en líos». «Provocar proyectos, proponer ideas… ampliar el campo de visión», explica este imaginador corporativo, como él mismo se define en su tarjeta de visita. Pero también matiza: «Esto es solo para algunos perfiles. Ojalá fueran más numerosos. Mucho ojo: antes de hacerlo, asegúrate de que tu jefe es el interlocutor adecuado y de que no está aún más aburrido que tú. En ese caso, la forma de afrontarlo debiera ser otra. Tu argumentación debiera estar construida desde la posibilidad de entretenerle a él».
INTERACTÚA, MY FRIEND
Claman apuesta por la interactuación con otros equipos cuyas áreas de trabajo sean distintas de la tuya. En esas intersecciones, como ella las describe, es donde puede encontrarse y desarrollarse un montón de creatividad. Así que lo esta experta recomienda es buscar espacios donde las funciones de tu departamento puedan cruzarse con las de otros. Buscar esos lugares comunes puede ser la clave para alejar la rutina. Y si los encuentras, preséntate voluntario para participar en cualquier actividad de este tipo que se dé, sea cual sea.
No lo ve tan claro Torres. «El problema de interconectarte con departamentos de yo qué sé es que al final es como cantos de sirena. Te planteas hacer un proyecto con otros y al final acabas haciendo algo gris, apagado…». Torres recomienda no dejarse impresionar por esas oficinas donde tienen despachos con el rutilante nombre de Innovation Center o Creative Corner, con sus mesas de pin-pon y sofás de colores. «Huye. Vete corriendo de ahí. Porque te meten ahí dentro y te convierten en la antítesis. Al final acabas haciendo un brainstorming con pos-its.
CONVIERTE LOS OBSTÁCULOS EN OPORTUNIDADES
La necesidad es la madre de la invención, dice un proverbio inglés. No actuamos, no buscamos otros caminos hasta que no encontramos un obstáculo en ellos, hasta que no nos vemos en apuros y con el agua al cuello. Si es tu caso, plantéate la situación desde un punto de vista positivo y considéralo como una oportunidad. Empieza por analizarlo: ¿por qué ha surgido el problema?, ¿cuáles son sus efectos?, ¿qué otras formas puede haber de llegar a los objetivos que me he propuesto?
Claman aconseja seleccionar primero aquellos problemas que puedas solucionar y a partir de ahí, ir a más. «Constrúyete una reputación como solucionador de problemas»
CREA TU PROPIO ESPACIO DE TRABAJO
Pequeños gestos como cambiar la disposición de los muebles de tu despacho (si es que tienes uno para ti en exclusiva) o decorar tu mesa como más te guste pueden ser importantes para conseguir sentirte cómodo en tu puesto. Dejas salir tu lado creativo y creas un refugio frente a la alienación de lo colectivo que suele llevarte al lado oscuro de la rutina y el aburrimiento.
«Otra forma que tengo yo es que me aíslo», explica Pep Torres. «Esté donde esté, me pongo cascos y música para aislarme del entorno, hacerme mi mundo interno para que sea todo mucho más digerible. Porque uno de los problemas que hay es que el entorno te quita el color, te aplatana».
«Si tú eres creativo y quieres llevar una vida creativa, has de huir de estos espacios como sea», recomienda. «Estos no son entornos para la creatividad. Y lo digo también a nivel personal. Te das cuenta de que al final acabas haciendo powerpoints y porquerías. Acabas haciendo cosas que no tenías que hacer y te acabas haciendo pequeño. A veces pienso que las empresas grandes te hacen pequeño y las empresas pequeñas te hacen grande».
COMPARTE LO QUE SABES
Decía un antiguo anuncio en televisión que animaba a donar sangre que compartir es vivir. Pues bien, comparte. Cuenta a otros compañeros y a tus jefes las ideas que has tenido, lo que aprendiste cuando pasaste por una experiencia similar en otra ocasión. «Medita sobre otras posibles formas de hacer tu trabajo y compártelas con otros», recomienda Sanz.
Claman apuesta también por esto: «Nada aclara mejor tus pensamientos que compartir lo que sabes, ya sea creando un blog, en una sesión de entrenamiento o como mentor de alguien. Busca esas oportunidades. Voluntariamente. Te sorprenderás del compromiso y la felicidad que te hará sentir».