Si te preguntasen cómo serán las casas del futuro, lo más probable es que solo fueses capaz de lanzar un puñado de predicciones más o menos erradas sin demasiada convicción. Predecir cómo serán las viviendas del mañana es difícil.
Hay tantas variables involucradas, desde los materiales a los requisitos que tendrán que cumplir las casas en el futuro, que tratar de visualizarlas a priori puede parecer imposible. Sin embargo, sí que hay una predicción que puede hacerse sin miedo a que uno le pillen en un error: las casas del futuro serán sostenibles.
De esa idea parte el proyecto Social Eco Container que, además, incorpora principios de economía circular a la hora de imaginar una casa sostenible. Para ello, parte de un contenedor marítimo. Sí, de los que a veces acaban encajonados en el canal de Suez, por la falta de pericia de un capitán despistado.
En este caso, un equipo de la Escola Superior de Disseny de València (EASD) ha utilizado el contenedor como punto de partida para imaginar una casa que no solo es sostenible, sino que además procede de la reutilización de algo que iba a terminar descartado.
El proyecto, que la EASD ha desarrollado en colaboración con València Capital Mundial del Diseño 2022, busca demostrar «cómo, a partir del diseño, se puede generar vivienda social en un corto plazo de tiempo ante una necesidad de emergencia puntual»; y, además, hacerlo con un enfoque sostenible que incluye criterios de ahorro de agua y energía.
Además de la casa-contenedor (que estará abierta al público hasta el 31 de octubre en la plaza Músico López Chávarri), el proyecto incluye una exposición de los diferentes diseños de mobiliario y objetos propuestos por los alumnos de la EASD para acompañar la vivienda. Todos los diseños parten de metodologías de diseño social y, además de ser sostenibles, buscan atajar diferentes problemáticas sociales que afectan a colectivos en riesgo de exclusión.
Entre los proyectos desarrollados por los alumnos de la especialidad de diseño de producto de la EASD destacan varias propuestas que se centran en la sostenibilidad. Como Força, mobiliario diseñado para Social Eco Container por Andrea Ferrer. Los muebles incluidos en el conjunto Força, se adaptan al limitado espacio del contenedor y son totalmente sostenibles y desmontables.
El conjunto de macetas hidropónicas Supply, por su parte, ofrecen un sistema de riego autónomo. Diseñado por Javier Amigo, Supply, a través de un sistema modular, proporciona a las plantas lo que necesitan para crecer, permitiendo el cultivo en interior de especias y plantas.
También la luminaria Lua se ha desarrollado con el foco puesto en la sostenibilidad. La luminaria, impresa en 3D y diseñada por Cristhian Alvarado, utiliza maderas sostenibles en su construcción.
Con todo, es posible que el diseño del proyecto Social Eco Container no sea un reflejo fiel de los espacios en los que viviremos en 2050, estamos demasiado lejos para saberlo. Pero podría indicar lo que se nos viene encima a corto plazo. Por un lado, por la cantidad de emergencias sociales que podrían presentarse en las próximas décadas a causa del calentamiento global y la escasez energética. Y por otro, porque la idea, en realidad, no es completamente nueva.
El uso de contenedores marítimos como base para construir casas ofrece, en primer lugar, el beneficio de que se trata de un objeto que se recicla en vez de descartarse. Por eso es una tendencia que está cobrando fuerza en los últimos años.
En Barcelona, el primer edificio hecho con contenedores se levantó en el barrio gótico a finales de 2019. La construcción del segundo, en Glòries, se inició a principios de este año. La idea es que estos edificios sirvan para aliviar los problemas de alojamiento de la capital catalana acogiendo a inquilinos de manera temporal.
La tendencia tiene sentido. Un contenedor ofrece varias ventajas. La primera es que la estructura que debe envolver a los habitantes de la casa ya la ofrece el propio contenedor. La segunda es que el tiempo necesario para levantar un edificio a partir de contenedores se reduce drásticamente, en comparación con un edificio construido de forma convencional. La tercera, y quizá la más importante, es la de incorporar la economía circular a la hora de construir el edificio.
A veces, hablar de sostenibilidad puede parecer pesado. En un momento en el que el consenso generalizado otorga un lugar fundamental a la búsqueda del equilibrio entre los usos, los costes y el impacto, la charla sostenible corre el riesgo de volverse demasiado repetitiva.
Por eso, proyectos que sacan a la calle ejemplos reales de objetos y construcciones que se han desarrollado en clave sostenible son importantes. Porque nos permiten ver cómo se traducen las necesidades que tenemos ahora mismo de equilibrio medioambiental en la realidad. Y porque nos permiten, si no predecir lo que será el futuro, al menos sí lo que podría empezar a ser el presente.