Tenía ese porte al caminar de quien se sabe guapo. Paso firme pero lento, deleitándose en el movimiento sutil de sus pies y sus caderas. No era un contoneo, eso era demasiado femenino y él presumía de masculinidad. Pero sabía que ese ritmo tan peculiar en su manera de pasear atraía las miradas del público que más le interesaba: el femenino.
Si se cruzaba con alguna hembra y la notaba distraída, un leve sonido, como un maullido, en el momento justo conseguía atraer la atención de ella. Porque hasta la voz estaba acorde con la belleza exterior que tanto le hacía presumir. Su aptitud no pasaba desapercibida para el resto de machos del lugar. Le rehuían, le rechazaban, no querían estar cerca de donde él pisara.
Cualquier rival quedaba chico ante tanto atractivo. Imposible competir con ese porte felino que hacía ronronear de gusto a sus gatitas. Era el rey, el puto amo. Y lo sabía. Por eso eran para él las mejores tajadas y los mimos. Porque era el gato preferido de mamá, el rey de su Instagram y el dueño absoluto del corazón de aquella vieja a la que conocían en el barrio como la loca de los gatos.
Los gatetes son muy monos, sí, pero no conviene humanizarlos demasiado. Se les puede subir a la cabeza y no hay nada peor que un minino sobradito. ¿Y a qué viene hablar de gatos en un texto sobre lengua? Porque es un pie estupendo y monísimo para explicar cómo debemos usar el pronombre relativo quien.
Al lío y sin trapos calientes: ¿podemos decir que lo usamos correctamente en la frase: «Los gatos son quienes rasgaron las cortinas»? No. Quien se refiere solo a personas o a entes personificados, así que usarlo para hablar de animales (por muy animalista que seas y por mucho que creas que los bichos son mejores que las personas) no es aconsejable.
Tampoco valdría para «organizaciones, instituciones o entidades similares formadas por un grupo de personas», según nos recuerda el Instituto Cervantes en su libro Las 500 dudas más frecuentes del español. Por tanto, quedarás fatal si dices cosas como *«Esa es la empresa de quien depende mi sustento».
¿Qué hubiera sido entonces lo correcto? Cambiarlo por un que o por las formas complejas el cual, el que o sus formas en femenino y plural: «Los gatos son los que rasgaron las cortinas» o «Esa es la empresa de la que depende mi sustento».
Y aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid y que estamos en otoño, que da igual para lo que nos ocupa, pero que sirve para dar una nota de color al texto, vayan algunas cosillas más sobre el uso del relativo quien.
No lo utilices para introducir oraciones especificativas, o sea, con antecedente: *«El médico quien te podría atender en consulta ya se ha marchado». Quedarás fatal y te hará perder puntos en tu carnet de buen hablante. Mejor «El médico que te podría atender…» o «Quien te podría atender…»
Pero lo harás perfectísimamente si ese quien va precedido de preposición: «El médico a quien consultamos sobre tu fimosis ya se ha jubilado». Y un último apunte: recuerda que quien, ya sea relativo o interrogativo, tiene plural (quienes, quiénes), así que te conviene hacerlo concordar con su antecedente. Nada de *«Todos los hombres con quien habló eran sus admiradores» y más «… con quienes habló…».
Ale, ya puedes seguir contemplando gatetes.
Yo siempre he considerado que soy una persona que escribe correctamente, o por lo menos por encima de la media. Este artículo me ha hecho ver que no siempre es así, ya que no estaba utilizando el pronombre relativo quien de forma correcta en algunas ocasiones. Me ha gustado aprenderlo con vosotros, os agradezco que hayáis hecho este interesante artículo.