El estudio de diseño INK acostumbra a realizar proyectos personales para ejercitar el talento de sus creativos. Después de documentar carreras de automóviles, le ha llegado el turno a uno de sus temas favoritos: las computadoras clásicas.
El futuro no es lo que era. Los automóviles no tapan el sol, los robots cumplen las reglas de la robótica al pie de la letra y, que se sepa, ninguna computadora de la serie 9000 ha decidido cortar el suministro de oxígeno a una tripulación espacial como advertían Arthur C. Clarke y Stanley Kubrick en 2001: Odisea del espacio.
Tal vez por eso, y a pesar de las innegables ventajas del mundo actual, sigue siendo tan atractivo ese futuro que prometieron y no se llegó a hacer realidad.
Proyectos como Guide to Computing, del estudio de diseño INK, hacen revivir en el espectador esa atávica atracción por los botones, los cables, las luces y los sonidos electrónicos. Detalles que forman parte de modelos como el IBM 1401, la Pilot ACE de Alan Turing o la EAI Pace TR 48, que acaban de ser fotografiadas por ese estudio de un modo nunca visto hasta ahora.
«La serie de imágenes de Guide to Computing es uno de esos proyectos que dan la oportunidad de explorar nuevas ideas y ejercitar las diferentes facetas creativas de los miembros del estudio», explica James Ball, director de arte de INK y fotógrafo responsable de las imágenes de la serie, que acostumbra a firmar sus trabajos como Docubyte.
«Son proyectos que nos permiten trabajar en áreas que nos apasionan, como el fascinante diseño de las computadoras antiguas» y que, aunque no sea su principal objetivo, también «acaban teniendo cierta repercusión comercial en el estudio» por la visibilidad que proporcionan.
Antes de Guide to Computing, INK y James ‘Docubyte’ Ball ya habían desarrollado The Brickyard, un proyecto fotográfico menos complejo que este, en el que documentaban lo que sucedía fuera del mítico circuito de las 500 millas de Indianápolis. Sin embargo, su pasión por los automóviles de carreras no es comparable con la que profesan por las computadoras.
«Soy un nerd confeso», reconoce Ball, para quien el minucioso trabajo de posproducción de las imágenes, realizado en colaboración con el equipo de retoque digital de INK, ha debido ser un acto simbólico de agradecimiento a esos armatostes. Aunque no lo parezca por sus limitadas capacidades, estas moles electrónicas han sido claves para el desarrollo de la tecnología actual.
«Era un proyecto que requería un gran trabajo de retoque para alcanzar la calidad que queríamos obtener en esta serie. Sólo de esa manera ha sido posible restaurar cada máquina para devolverla a su condición original y, a la vez, desarrollar esa estética tan limpia y colorida que dota de unidad a todas las imágenes».
La importancia del color en las fotografías de la serie Guide to Computing es doble. Además de la vertiente meramente estética, el color tiene aquí un papel conceptual. Por la época en la que fueron fabricadas y se mantuvieron operativas, muchas de estas computadoras nunca antes habían sido fotografiadas en color. Mucho menos en unas condiciones semejantes, destinadas a resaltar su atractivo diseño.
«En INK somos muy fans de desarrollar esa estética limpia y visualmente impactante. Por eso decidimos colocar cada computadora en un entorno diáfano, como si estuviéramos en un estudio. Con ello no sólo conseguíamos que resaltase su belleza, sino que ayudábamos a que se pudiera apreciar, sin distracciones de ningún tipo, la potencia visual de cada uno de esos diseños históricos, algunos de los cuales son increíblemente complejos, como sucede con la Pilot Ace de Turing. En ese sentido, la restauración digital que hemos hecho ha culminado en una imagen inédita hasta el momento».
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Lo atractivo de la magia no es averiguar el truco, sino dejarse atrapar por él, aun a sabiendas de que ese engaño existe. Lo mismo sucede con las imágenes de Guide to Computing. Lo importante es la belleza de las piezas acabadas, independientemente del grado de retoque que haya necesitado cada imagen. Sin embargo, aquellos que quieran comparar el resultado del trabajo de INK con el estado original de la máquina, no tienen más que acercarse al National Museum of Computing de Bletchley Park o al Science Museum de Londres para descubrir el truco.
«Ambos museos tienen amplias colecciones de computadoras antiguas y, aunque por nuestra parte nos hubiera encantado incluir cuantas más mejor, en ocasiones la toma fotográfica estaba limitada por las enormes dimensiones de las propias máquinas. Para conseguir la estética plana y limpia que estábamos buscando, era imprescindible tener suficiente distancia del objeto y no usar lentes de gran angular».
Por cuestiones de espacio de las salas, eso sólo se pudo lograr con once modelos. Sin embargo, y como afirman desde INK, «al menos conseguimos que Guide to Computing incluya los modelos más icónicos».