Si nada ni nadie lo remedia, a partir del sábado el IVA de espectáculos, cine, música en directo y obras de teatro pasará del 8 al 21%. 13 puntos de golpe, todo un subidón, y seguramente de los malos, de los que te dejan loco. Los profesionales del sector se han llevado las manos a la cabeza, y con razón. Habrá que ver qué sucede en los próximos meses pero así de entrada, ¿cómo nos afecta esto a nosotros, gente de a pie, consumidores de cultura, mileuristas varios, precarios todos?
Pues básicamente, muchas de las cosas que más nos gustan van a ser más caras. Si no os hace gracia, imaginad a vuestros bolsillos. Pero no nos desanimemos, la historia nos demuestra que la escasez agudiza el ingenio, y nuestro acervo popular nos dice aquello de ‘al mal tiempo buena cara’. Queremos seguir consumiendo cultura, así que algo nos tendremos que inventar. Yo desde aquí propongo algunas ideas que pueden resultar útiles para no acabar viéndonos obligados a decidir entre ir al cine o comer caliente.
Escuchar la música de las esferas
¿Que no puedes ir a ver conciertos porque el precio es prohibitivo y además en tu ciudad cada vez hay menos salas decentes? No te preocupes, en esto el universo está de nuestra parte. Desde los pitagóricos hasta las más modernas tecnologías de la NASA, pasando por Kepler, Kircher, Newton y otras lumbreras de la astrofísica, hemos oído hablar de la armonía de los planetas, los cuales teóricamente emitirían ondas de energía sonora, conformando una especie de orquestaza cósmica. Maravilloso. ¿Quién necesita guitarras cuando tienes toda la música del Universo para tí solo? Venga, ya te estás yendo a la montaña y aguzando el oído a ver si pillas algo.
Volver a poner de moda el espiritismo
Siempre se ha dicho que el cine es, al fin y al cabo, un arte hecho de sombras y fantasmas. Bueno, eso dicen al menos los que saben del tema. Pero ¿y si nos dejamos de tanta palabrería y aprovechamos que el cine va a ser más caro que el jamón de Guijuelo para dedicarnos a contactar con fantasmas de verdad? A finales del XIX y principios del XX se puso muy de moda entre las clases pudientes de Europa y Estados Unidos contratar médiums para, supuestamente, contactar con el más allá. Un té, unas pastas, un poco de levitación, otro poco de ectoplasmas… Una manera como cualquier otra de echar la tarde. Yo si fuese tú me iría a comprar una tabla de Ouija y empezaría a practicar para septiembre. Ya verás como en dos días la amortizas.
Montarte un cine en casa
¿No dicen que esta es la época de los emprendedores? Pues no se hable más. Uno se encarga de seleccionar las pelis, otro de cortar entradas, el de más allá de hacer algo rico de comer (se puede pedir ayuda a la abuela o echar mano de las croquetas de tu padre), el de más acá de adecentar el salón para hacer caber al mayor número de personas posibles. Se le pide el proyector al típico colega o al cuñado que siempre tiene la última pijada tecnológica en casa, para que por una vez sirva de algo. Se organizan noches temáticas, se invita a la gente a disfrazarse, se vende alcohol, cosa que amenizará mucho las veladas, y todo ello por un módico precio negociable entre distribuidor (tú) y público (tus colegas). La legalidad del asunto es cuestionable, pero ¿y la diversión? Porque ¿de eso se trata no?
Foto de marfis75 bajo licencia CC