Al rescate de los cuadernos de investigación

Puede que un día la física descubra que el pensamiento tiene la consistencia de una nube. La escritura o el dibujo harían la función de condensación y de ahí bajaría al suelo, la pantalla o el papel en una lluvia de palabras y bocetos. Y el resultado, al final, sería el mismo. El aguacero alimenta las raíces que hacen crecer al bosque y los escritos ejercen de palanca que mueve el mundo.

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Boceto de Leonardo da Vinci. Licencia libre

El propio proceso lleva al resultado. Empezar a escribir tira de una historia. Dibujar descubre detalles que no estaban en el pensamiento. De ahí la importancia de llevar una idea hacia una representación física.

Esto no fue siempre así. A los griegos clásicos les gustaba dejar las ideas flotando. Preferían la oratoria a los documentos físicos. «Este argumento está en Fedro, de Platón. El filósofo, en esa obra, se muestra contrario a la escritura y asegura que si confías en las informaciones redactadas, no te esforzarás en aprenderlas correctamente porque las tienes ahí siempre», indica Tom Standage, editor digital de The Economist.

La historia, después, se fue construyendo trabajando con apuntes y bocetos de científicos y humanistas. Aunque quedan pocos que no hayan sido comidos por la luz, la humedad y el rumiar del tiempo.

Entre ellos quedan decenas de investigaciones científicas y artísticas de Leonardo da Vinci (1452-1519). El pintor, arquitecto, científico, filósofo, inventor, urbanista y poeta florentino «utilizaba sus dibujos para traducir la observación de la naturaleza en tecnología”, dijo Giuseppe Battaglia, profesor de biónica molecular en University College London (Reino Unido), en la serie de charlas Fjord Kitchen a finales de enero en Madrid. “Necesitamos crear y ver imágenes para poder entender las cosas”.

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Boceto de Leonardo da Vinci. Licencia libre

Esos dibujos contenían sus proyectos. A los 16 años ya tenía una colección de ideas bocetadas en papeles. El padre del adolescente, Piero da Vinci, los mostró a un famoso artista de Florencia, Andrea Del Verrochio, para preguntarle si Leonardo podía ser su aprendiz. La respuesta fue afirmativa y allí aprendió a dibujar con volumen, introducir luz en las escenas y manejar de forma extraordinaria los detalles. Esa habilidad en el dibujo contribuyó decisivamente en sus investigaciones y sus procesos de trabajo.

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Lista de la compra de Miguel Angel. Licencia libre

Dibujar ayuda incluso a hacer una lista de la compra. Eso hacía Miguel Ángel (1475- 1564) y la historia ha conservado una.

La historia de la humanidad se ha ido construyendo de forma paralela en bocetos. Aunque, lamentablemente, la inmensa mayoría han desaparecido. El mundo, antes de la digitalización, apenas guardaba nada. Ahora se registra casi todo. Se tiende a digitalizar todo. Y, por supuesto, los procesos de trabajo. Muchos bocetos han pasado a realizarse en ordenador, aunque algunos no quieren perder la experiencia de pensar con un papel y un lápiz. Algunos, incluso, los publican en un libro, como el director de cine mexicano Guillermo del Toro. En su obra Guillermo del Toro, Gabinete de curiosidades recoge muchos de los cuadernos, colecciones y anotaciones que ha ido haciendo a lo largo de los años y que, finalmente, han acabado en sus películas.

Relatogramas

Carla Boserman estudia la importancia del dibujo en el proceso de aprendizaje. La investigadora, especializada en bellas artes y comunicación, dedicó un curso académico (2012-2013) a hacer una investigación sobre Relatogramas: Dibujo y cognición en laboratorios sin muros. Durante ese año, mientras realizaba el Máster en Comunicación, Cultura y Ciudadanía Digitales, constató que hoy «lo digital lo impregna todo, los métodos, los encuentros, las formas de organización y la pedagogía».

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Guillermo del Toro: Gabinete de curiosidades

La propuesta de Boserman consiste en «pensar en un escenario donde la palabra y la imagen aprenden a bailar sobre el papel» y sean «capaces de configurar pedazos de realidad, colecciones de acontecimientos». Descubrir cómo las «prácticas gráfico-narrativas» influyen en la forma de conocer el mundo y procesar información.

Un año después la especialista imparte clases en BAU, Centro Universitario de Diseño de Barcelona. Boserman y sus alumnos, junto al profesor Jaron Rowan, investigan sobre «formas gráficas y narrativas de documentación y registro». Para que todo lo aprendido durante la historia no caiga en desuso por el advenimiento digital. Para introducir el diseño, entendido en uno de los dos sentidos que le otorga la lengua italiana: «noción de estado previo, lugar de ensayo y experimentación».

«En estos talleres estamos haciendo un experimento. Documentamos los procesos y buscamos un lenguaje propio», indica Boserman. «No queremos hacer diarios de artistas. Son cuadernos de investigación donde queda recogido el valor de un conocimiento antes de que sea empaquetado, validado y oficializado. En cada sesión proponemos una teoría y un experimento. Y, además, estamos prototipando cosas».

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Guillermo del Toro: Gabinete de curiosidades

El curso comenzó analizando ejemplos de cuadernos de investigación de ciencia, arte, ingeniería, antropología, botánica… Entre ellos estaban los cuadernos de Ramón y Cajal (1852-1934). La docente quiso hacerles ver el valor que tenían esos documentos. «¡Imagina si pudiéramos conservar todos sus cuadernos!», exclama. Después les tocó a ellos. «Los alumnos tienen que plasmar el modo en que han abordado un experimento, como si fueran científicos en un laboratorio y tuviesen que contar el desarrollo de su investigación», indica.

Los diseños de estos alumnos, que se expondrán en la escuela dentro de unas semanas, parten de la absoluta libertad de expresión. «Los estudiantes buscan su propia forma de expresarse y reflejar sus prototipos. Ellos recogen la información que necesitan y luego generan algo nuevo. Trabajamos desde una perspectiva visual y no solo de texto», explica la profesora. «Esto les ha servido para plasmar cómo piensan y han descubierto que la forma de expresarse (mediante un dibujo, un diagrama, un collage…) les ayuda a pensar. Me interesa, sobre todo, que reflexionen sobre sus propios procesos de investigación».

Estos cuadernos no tienen nada que ver con un diario o un relato de viajes. Ni tan siquiera con la idea de anotaciones de clase, según Boserman. «Esto cambia el sentido de coger apuntes. En la universidad se debe investigar y generar conocimiento», dice. Aunque esto no significa que haya que renunciar a anotar conocimientos. «Tomar apuntes es un arte que se está perdiendo. Es increíble la sensibilidad que había en las notas de Leonardo Da Vinci. Y eso no es incompatible con lo digital. Los diseñadores debemos explorar otras formas de contar cosas».

Imagen de portada: Leonardo interactivo

Algunos de los cuadernos de los alumnos de Carla Boserman y Jaron Rowan:

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Alba Seguí

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Alba Seguí

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Judith Bascuñana Puig

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Carolina Márquez

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Anna Luis Cerón

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Judith Bascuñana Puig

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Laura Peiró

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Marina Colell Salarich

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Marina Colell Salarich

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Mariona Marquès

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Raquel Durâes Peixoto

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Raquel Pallejà de Mingo

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Sandra Gil

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Sara Pieters

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Tiffany Astrid Gonzales

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