En realidad nadie sabe a ciencia cierta cómo comenzó todo. Los objetos, las personas, comenzaron a desarrollar costuras que servían de límite a grandes morcillas de vinilo. Todo comenzó a engordar y a adquirir un aspecto que en algunos casos hacía a los habitantes de la ciudad sonreír, en otros poner muecas de asombro y, en casi todos los casos, invitaba a reflexionar acerca de lo grotesco que puede llegar a ser el mundo que habitamos. La caricatura que supone este escenario imaginario se hizo real hace unos cuatro años en la mente del artista visual francés David Gouny. De su cabeza nació el Fat Virus, un virus artístico que dota a cualquier objeto de un aspecto gordoncho y mullido y que hace recordar con cariño grandes hallazgos de la humanidad como el dadaísmo. Gouny vive cerca de París, en Bourg La Reine, «un lugar no muy entretenido para vivir pero bueno para dormir». Quizás por eso quiso cargar de humor cualquier cosa que hacía. «Comencé pintando y creando arte urbano. Mi pintura era figurativa. Amaba a Francis Bacon y la distorsión pictórica», explica. «Me gustaba jugar con pocos colores: blanco, negro, rojo y azul. Pronto me sentí frustrado porque la pintura no tenía el volumen que yo quería«. Así fue como el creador comenzó a hinchar cosas. Se considera escultor. «Hago escultura con vinilo y fibra de poliéster», dice. El Fat Virus se ha convertido en una obsesión, en el filtro a través del cual mira todo su mundo, todo su entorno. «Muchas veces soy sarcástico con las cosas que me gustan», explica. Además, asegura que de momento no hay antídoto para el virus y que, probablemente, algún día tendrá cura, «pero no será hoy. Me siento cómodo haciendo esto». Gouny fue uno de los encargados de diseñar una de las mochilas Eastpak que forman parte del Artist Studio 2013, una convocatoria creativa con la que la marca y Designers Against AIDS tratan de dar visibilidad a un problema que sigue siendo tremendamente dañino. La mochila, al igual que el resto de sus obras, es un conglomerado salchichero que caricaturiza la realidad y la convierte en algo irreal pero palpable.
— Nota: Eastpak invitó a Yorokobu al evento en Amberes y se hizo cargo de los gastos. Allí entrevistamos a David Gouny.