¿Cómo se combatía el calor antes de que existiese el ventilador?

25 de agosto de 2021
25 de agosto de 2021
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Verano, sí, pero calor, el justo. Que sea la estación del año más deseada por muchos (aunque no por todos), no quiere decir que los rigores estivales sean bienvenidos. Por muy fan que se sea, pocos se atreven a pasar la canícula sin un ventilador o el aparato de aire acondicionado cerca (y encendido, claro). Pero, ¿qué pasaba cuando no existía ni uno ni otro? ¿Cómo eran los veranos en la era preventilador?

Hacemos un rápido repaso por algunos de los trucos a los que recurrían nuestros antepasados:

  • En las casas del antiguo Egipto era habitual colgar esteras y mojadas en las puertas. Al soplar el aire, la humedad desprendida refrescaba el ambiente.

  • Del mismo Egipto eran originarios los flabelos, algo así como unos paipáis gigantes con mango alargado que se popularizaron también entre griegos y etruscos… ricos, para ser exactos. El que abanicaba difícilmente podía ser el destinatario del aire, por lo que eran los esclavos o sirvientes los que solían encargarse de esta misión.

 

  • En Persia eran frecuentes los Yakhchal, construcciones con forma de cono invertido para conservar el hielo y los alimentos. Los antepasados de los frigoríficos.  Edificaciones similares se hicieron muy populares también en otras culturas, como en la romana. Y en lugares como la Serra de Tramuntana, entre otros, las denominadas casas de la nieve estuvieron en uso hasta bien entrado el siglo XX.

  • Los abanos, una especie de abanicos gigantes que se colgaban del techo, eran los ventiladores de los más pudientes en la India y algunos países árabes. Los criados se encargaban de moverlos mediante un sistema de poleas.

 

  •  Ya en el 2000 a.C. los chinos conocían los helados. Gracias a Marco Polo, el resto del mundo descubrió su receta a partir del siglo XIII.

  •  Es al  ingeniero estadounidense Schuyler S. Wheeler, aprendiz de Edison, al que debemos el ventilador moderno. Fue en 1882 cuando ideó un pequeño dispositivo capaz de convertir de mover el aire para refrescar el ambiente.

 

  • Por su parte, al neoyorkino Willis Carrier se le atribuye la invención del aire acondicionado. Según se cuenta en la web de la compañía que fundó a principios del XX, su inspiración fue fruto de la serendipia. O tal vez del eureka.  Todo pasó en el andén del tren de Pittsburgh en un día de mucha niebla de 1902: «Carrier intentaba mirar a través de la bruma cuando se dio cuenta de que podía secar el aire haciéndolo pasar por el agua para crear niebla. Al hacerlo, estaba haciendo posible la fabricación de aire con cantidades específicas de humedad. En un año había completado su invento y logrado controlar la humedad: el fundamento base del aire acondicionado moderno».

 

  • Y hoy, pese a contar con ventilador, paipai, aire acondicionado, piscina o ducha fría, hay quien, cuando el calor aprieta, sigue tirando del botijo.

 

*Imagen portada: ‘Pareja en un balandro’, Édouard Manet 

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