ยฟHay que dividir Google y Facebook para salvar la cultura?

El cabreo consume mรกs y mรกs a aquellos que se preocupan por la independencia y la capacidad de la cultura de espolear el pensamiento crรญtico y la forma en la que Facebook y Google estarรญan convirtiรฉndola en la sierva de su harem. Exigen romper su hegemonรญa dividiendo a los dos gigantes cuanto antes, porque creen que vivimos el comienzo de un imperio que dominarรก y condicionarรก como ningรบn otro nuestra conciencia. Temen que los derechos civiles acaben convirtiรฉndose en un apรฉndice de los derechos del consumidor.

Sus argumentos, mรกs o menos, estรกn sobre la mesa. Para ellos, el duopolio de estas multinacionales de la publicidad deformarรก la cultura โ€”el periodismo, la literatura, el teatro, el cineโ€” hasta transformarla en una sesiรณn continua de anuncios y posverdad trufada de gatitos risueรฑos, pensamiento inane, humor amarillo en YouTube, influencers que prescriben desodorantes llamรกndolos ยซexperienciasยป y la admiraciรณn de un ยซhรกgalo usted mismoยป que ahorra, oportunamente, tiempo y dinero a las empresas de mobiliario desechable que presumen de ecologismo.  

Por supuesto, el perรญmetro de este deplorable parque temรกtico, dicen, estarรญa vigilado por una policรญa del pensamiento con tres departamentos diferentes y solo aparentemente descoordinados: el departamento de Linchamientos (bien desplegado en Twitter y en Change.org), el departamento del Pensamiento positivo (la expresiรณn de ideas complejas y negativas quebranta el espรญritu de las redes sociales) y el departamento de los Algoritmos opacos.y-romper-google-y-facebook-gonzalo-septiembre-2017_e-1-3yorokobu
Esos algoritmos son opacos porque se diseรฑarรญan en la oscuridad, a veces, siguiendo las รณrdenes del poder polรญtico y otras, la inmensa mayorรญa, con objetivos abiertamente comerciales pero alineados con una ideologรญa bien disimulada por la supuesta imparcialidad de la inteligencia artificial. Esa ideologรญa reciclarรญa todos los contenidos de internet en productos de consumo de masas y a los bots en los esclavos electrรณnicos que ejecutan ese mandato.  

En un contexto tan angustioso para muchos de los que sostienen esas opiniones, no es extraรฑo que hayan empezado a defender la ruptura de Google y Facebook por parte de los reguladores. De todos modos, es posible que estรฉn exagerando la influencia y el poder de unos adversarios que son culpables, a lo sumo, de haber agravado una situaciรณn que ya existรญa.

Seamos claros: la cultura nunca disfrutรณ de una autonomรญa plena y ha sido asรญ hasta hoy no solo por el marketing y la manipulaciรณn de las empresas o los polรญticos, como afirman los mรกs crรญticos, sino tambiรฉn porque la sociedad lo ha aceptado e incluso fomentado en muchos casos. Para saber si Google y Facebook deben ser divididos por lo que le han hecho a la literatura o el periodismo, antes debemos repasar, brevemente, las caracterรญsticas de una cultura servil, decidir si la situaciรณn es hoy peor que hace veinte aรฑos y preguntarnos si Facebook y Google son el sรญntoma o el origen de la situaciรณn.  

Viaje (de ida y vuelta) a Frรกncfort

Para los intelectuales de la Escuela de Frรกncfort, que estudiaron profundamente el tema, una cultura estรก mรกs sometida cuanto mรกs se parece a lo que ellos llamaron la cultura de masas, un fenรณmeno que legitima, con o sin intenciรณn, las estructuras de poder que conocemos, que debilita y distrae el pensamiento crรญtico y que transforma la actividad cultural en un instrumento de control de la conciencia individual.

Ese fenรณmeno tambiรฉn crea a su alrededor una industria de oligopolios sumisa ante el poder de sus acreedores y accionistas, y regida por el beneficio a corto plazo, por la conversiรณn de la obra artรญstica en un mero producto de consumo y por un evidente clima de venta y anuncios publicitarios destinados a vender y disimular esta realidad. En este contexto, afirmaron, el consumidor y el productor son los lacayos del sistema y el arte autรฉntico serรญa menospreciado por su aparente inutilidad. ยฟPero para quรฉ sirven las humanidades?

La gran pregunta es si echaremos la culpa a Google y Facebook de todo ello despuรฉs de mirarnos sinceramente en el espejo. Para eso, deberรญamos recordar que el poder del marketing, que aspira evidentemente a moldear los deseos de la poblaciรณn, se ha visto multiplicado con los datos masivos que genera internet y con el anรกlisis y utilizaciรณn que hacen de ellos Google y Facebook.

Pero tambiรฉn deberรญamos olvidar que ellos ni iniciaron esta espiral de seducciรณn masiva ni inventaron un modelo por el que los medios se nutrรญan de los anuncios que publicaban. Nunca se hubieran convertido en un factor tan influyente sin la cesiรณn voluntaria de los datos por parte de los usuarios, sin la permisividad de las instituciones pรบblicas que tenรญan la obligaciรณn de protegerlos o sin la explotaciรณn de la nube por parte de empresas como Amazon Web Services o Azzure. Romper Facebook y Google podrรญa ralentizar la tendencia, pero no la detendrรญa. y-romper-google-y-facebook-copy
Al mismo tiempo, cabe plantearse si estos dos gigantes han servido รบnicamente para legitimar las estructuras sociales de poder que existรญan cuando se fundaron y si los productores y consumidores de cultura se han convertido en lacayos por su culpa.

La pobreza de esos argumentos se aprecia echando un simple vistazo a las revoluciones de la Primavera รrabe que ayudaron a espolear, a la influencia de las redes sociales e internet en el ascenso de Trump o el Brexit y a la obsesiรณn del Gobierno chino por controlarlos para que no fracturen la legitimidad del rรฉgimen. No hay duda de que los dos gigantes han reforzado algunas estructuras de poder y que, al mismo tiempo, han atizado la destrucciรณn de otras.

Vemos situaciones igual de ambiguas en el frente de la soberanรญa de los consumidores y los productores. Por ejemplo, en el caso de los libros, es cierto que el ascenso del comercio electrรณnico ha destruido miles de pequeรฑas librerรญas, que ha convertido el sector del libro en una liga de conglomerados editoriales y que los lectores y los autores se han visto perjudicados, a veces, por la repentina fusiรณn, compra o desapariciรณn de unos sellos independientes, que ahora promueven las prioridades de la multinacional a la que pertenecen.

Sin embargo, tambiรฉn es verdad que Facebook y Google han tenido mucho menos que ver en esto que Amazon, el desplome de los รญndices de lectura o la piraterรญa masiva (responsabilidad de la poblaciรณn y los reguladores). El lector, ese supuesto lacayo, nunca habรญa accedido a tantas posibilidades de leer en distintos idiomas y de hacerlo a precios rebajados. Los autores cuentan ahora con nuevas formas de autoeditarse, de fundar sus propios proyectos colaborativos y de dar a conocer y financiar sus trabajos por crowdfunding sin pasar por la mesa del editor. Hoy, una de las prioridades de cualquier editor consiste en descubrir y negociar con los talentos literarios de los blogs y las redes sociales.     

La industria oscura

El รบltimo argumento que definรญa a una cultura sumisa era la existencia de una peculiar industria cultural que, efectivamente, se ha vuelto cortoplacista, que busca antes el beneficio que la calidad del contenido, que se ha concentrado en pocas empresas multinacionales y que se ha hecho mucho mรกs dependiente de la influencia de sus acreedores y accionistas. Todo eso ha ocurrido hasta cierto punto, pero no solo por culpa de Facebook o Google.

No olvidemos el protagonismo, mucho mayor, de una crisis y mala gestiรณn que han forzado a las empresas pequeรฑas y medianas, que habรญan perdido algunas de sus principales fuentes de ingresos, a echarse en brazos de los conglomerados. Tampoco borremos de nuestra memoria la enorme deuda financiera que han asumido estos conglomerados, que los hace muy dependientes de los bancos, y โ€”en el caso de los libros, la mรบsica o los periรณdicosโ€” la resistencia al pago de sus usuarios.

y-romper-google-y-facebook-gonzalo-septiembre-2017_e-1-2yorokobu

En esa misma lรญnea, podemos aceptar que Google y Facebook han favorecido la conversiรณn de la obra cultural o artรญstica en un mero producto de consumo sometido a los cรกnones de la publicidad y de lo que puede o no venderse masivamente. Si somos honestos, asumiremos tambiรฉn que la incorporaciรณn de la cultura y el arte a la industria del entretenimiento, y su dependencia de la publicidad, naciรณ con la llegada del โ€˜sistema de estudiosโ€™ de Hollywood y los medios de comunicaciรณn de masas, sobre todo audiovisuales. Los periodistas tenรญamos el mandato de informar, formar y entretenerโ€ฆ e hicimos que la cultura tuviese que ser informativa, formativa y entretenida para llegar al pรบblico. ยกLa audiencia aceptรณ el trato y pagรณ por el servicio que se le ofrecรญa!

No se puede sostener seriamente que Google y Facebook sean los principales culpables del debilitamiento del pensamiento crรญtico o de la creciente sumisiรณn de la cultura. Su destrucciรณn o divisiรณn no frenarรญan por mucho tiempo un proceso en el que existen otros actores igual de importantes, entre los que destacan las malas decisiones que toman las empresas y la sociedad. Acabar con Google y Facebook y seguir como hasta ahora serรญa destruir el sรญntoma para negar la enfermedad, mientras eludimos, cรณmodamente, nuestras responsabilidades.

por

Juan Dรญaz-Faes

รšltimo nรบmero ya disponible

#142 Primavera / spring in the city

Sobre nosotros

Yorokobu es una publicaciรณn hecha por personas de esas con sus brazos y piernas โ€”por suerte para todosโ€”, que se alimentan casi a diario.
Patrick Thomas

Suscrรญbete a nuestra Newsletter >>