El hombre que acaricia la muerte a diario

La vida de Marcus Daly está completamente ligada a la muerte. Este artesano la acaricia a diario con sus manos en su taller de Vashon Island (Washington) donde ensambla ataúdes íntegramente de madera. Una alternativa a los féretros tradicionales más ecológica y menos ostentosa.
«Cada año en Estados Unidos se utiliza una cantidad de metal para hacer ataúdes equivalente al material necesario para construir un nuevo puente del Golden Gate», dice el carpintero en un minidocumental sobre su actividad realizado por Dan McComb, y que ha sido destacado por Vimeo.
Daly habla de la muerte con una templanza y tranquilidad que surge de trabajar con ella todos los días. Su primer ataúd lo fabricó tras perder a una hija en un aborto natural que sufrió su esposa.
En el vídeo, se deja ver un hombre de profundas convicciones religiosas que considera el ataúd como un punto de partida para entrar a «un portal» en vez de ser un lugar de descanso final.

El trabajo surge en un momento de catarsis necesaria para Dan McComb. El realizador atravesaba una sequía creativa antes de abordar el proyecto. «La mayor parte de mis clientes aquí en Seattle son compañías tecnológicas que pueden permitirse pagarme para hacer trabajos para ellos,pero lo que piden es muy aburrido desde el punto de vista visual. Mi productora Lisa Cooper y yo decidimos buscar a gente en Seattle que hace cosas interesantes con sus manos».
McComb empezó con un retrato de una pequeña destilería y siguió con un reportaje sobre un orfebre que se está quedando ciego. El documental sobre el artesano de ataúdes es su tercer trabajo en esta serie que ha bautizado Made in Seattle.
¿Cómo entraste en contacto con Marcus Daly?
Le descubrí cuando un amigo que lleva el 60-Second Film Festival me enseñó una promo que había creado para el evento. El primer plano empieza con él delante de un ataúd de madera. Le pregunté dónde lo había encontrado y me refirió a Marcus Daly. Le pedí una introducción de inmediato.
Parece un persona que se toma la vida con mucha templanza…
Es un católico devoto que ha escogido vivir fuera del mainstream para poder llevar a cabo su forma de vida. Al principio me preocupaba que pudiera acabar siendo una pieza que solo tratara su religión, pero no fue demasiado difícil editarlo para convertirlo en una historia con la que todo el mundo puede sentirse identificado. Después de todo, la muerte es un misterio independientemente de las creencias que uno tenga.
¿Por qué trabaja estos ataúdes más responsables con el medio ambiente?
Originalmente, se mudó a Vashon para hacer botes de madera, así que ya tenía aptitudes de carpitenería cuando decidió hacerse sus propios féretros tras la perdida de su hija y la muerte del hijo de un amigo, poco después. Daly elaboró los ataúdes para los dos coincidiendo con el funeral de Juan Pablo II en el que le conmovió la simplicidad del ataúd de madera que escogió el pontífice. En ese momento sentía que estaba siendo llamado a hacer esto por Dios.
¿Cómo afrontaste la secuencia desde un punto de vista técnico?
Notarás que no hay ninguna secuencia en la que se ve al entrevistado hablando. Preferí usar un micrófono para grabar nuestra conversación de antemano. Estos límites creativos tienen dos ventajas. Primero, el sujeto habla con calma y de forma más intima, que cuesta más conseguir cuando tienes la cámara y las luces apuntadas en su dirección. Segundo me obliga a filmar la historia completa basada en la acción del personaje. Esto tiene un efecto catalizador para mí. El entrevistado solo tiene que trabajar en vez de hablar durante la filmación.
¿Te sorprendió la tranquilidad que desprende Daly cuando habla de la muerte?
Cómo empieza y termina la vida son dos temas que tienen cierto misterio para nosotros. Por eso las películas tantas veces tratan el tema del sexo (amor) y la violencia (muerte). Soy consciente de estos temas incluso en los trabajos de documental que hago. Sería posible hacer este corto íntegramente sin palabras. Pero siempre me sorprende y me gusta encontrar gente capaz de hablar con claridad sobre su trabajo. Sus palabras son un regalo que me siento privilegiado de haber podido compartir.

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