Tu cuerpo está de vacaciones, pero tu cabeza se ha quedado enredada en esa rutina agobiante y frenética con la que tiene que lidiar el resto del año. Tratas de divertirte, pero no consigues dejar de pensar en eso que se ha quedado pendiente en la oficina y que amenaza con convertirse en una enorme bola de nieve gigante que te arrollará cuando vuelvas. Ojalá, te dices, tuvieras una pastillita mágica que te hiciera olvidarte de todo y tu cerebro, como tu cuerpo, consiguiera también desconectar y descansar.
Allan Percy (seudónimo del licenciado en Filología alemana y periodista especializado en psicología y espiritualidad Francesc Miralles, con el que ha firmado obras desde su faceta de coach y experto en superación personal como como Nietzsche para estresados) no tiene esa píldora salvadora, pero sí tiene una toalla.
Una de esas, como la tuya, con la que te tumbas en la playa a tomar el sol o te llevas a la montaña para tumbarte bajo la sombra de un árbol a leer un libro. «Un balneario portátil», explica, en el que, si nos lo proponemos, encontraremos la clave para esa desconexión mental que tanto nos está costando alcanzar ahora que estamos ociosos.
En El libro de la toalla (Destino, 2024) ofrece recetas y técnicas de relajación, visualizaciones, historias curiosas, cuentos optimistas y juegos para imaginar cómo queremos vivir, cuya intención, aclara, es ayudarnos a relajarnos, aprovechar el momento que vivimos y reflexionar sobre qué queremos hacer con nuestra vida cuando volvamos al trabajo.
Algo que, en apariencia, parece contradictorio, porque nos quiere ayudar a descansar poniéndonos deberes. Miralles no lo ve así: «Como mucho, propongo trabajar con la imaginación, que es otra manera de descansar. El libro está pensado para entretener e inspirar durante el reposo».
Aunque quizá habría que haber empezado por definir qué es el descanso. «Descansar es, en esencia, desconectar del mundo que nos estresa —responde Francesc Miralles—. Por eso, aunque estemos en un resort de cinco estrellas, si seguimos contestando el correo, pendientes de las redes sociales, de problemas familiares o económicos, etc., nuestro cuerpo cambia de lugar, pero nuestra mente no está realmente de vacaciones».
A lo largo de 99 breves capítulos, Allan Percy (Francesc Miralles) quiere convertir esa toalla de piscina en una alfombra mágica hacia la desconexión. Un viaje en el que, marcando nosotros mismos el ritmo que queramos llevar, reconectemos con nuestra esencia, tomemos aire y consigamos alcanzar ese momento de descomprensión, como los buzos que suben de nuevo a la superficie tras una larga inmersión, que nos ayude a lograrlo. Pero olvídate de consejos de gurú que prometen cambiar tu vida, en la toalla que Percy hay más juego y narrativa que recetas mágicas, y lo que se busca es reflexión sobre qué hacemos y por qué lo hacemos. Como él dice, inspiración para la vida.
«Es que se trata, antes de nada, de entretener. Por eso se mezclan los consejos prácticos y los ejercicios con historias inspiradoras, curiosidades sobre las vacaciones de algunas mentes brillantes, lugares a los que quizás un día irás, etc. Es un almanaque de ideas para aprender y divertirse. Como decía el jugador Charly Reixach, “lo que se hace sufriendo, no puede salir bien”».
En el fondo, lo que él propone tiene mucho que ver también con la espiritualidad, un viejo anhelo del ser humano. Francesc Miralles cree que esta búsqueda espiritual no es nueva, sino que viene sucediendo desde la década de 1980, y que tiene que ver con la pérdida de la religiosidad.
«A medida que la adhesión a las religiones se reduce, la gente busca otras fuentes más personales, porque el ser humano es esencialmente espiritual». Una búsqueda de nosotros mismos que viene ya desde los antiguos griegos, «y seguramente antes», aclara el periodista y coach, que empuja al ser humano a aspirar al autoconocimiento. «Si no sabes quién eres, tampoco puedes conocer tus prioridades y trazar un propósito de vida».
Túmbate en la toalla y déjate llevar
Una de las cosas que propone Miralles, ahora que empiezas tus vacaciones, es separar las dos esferas: la del trabajo y la del descanso. Y para conseguirlo, sugiere un ejercicio de visualización en el que contemplemos los problemas y tensiones del trabajo, las discusiones con compañeros y familiares, los conflictos que golpean al mundo y que tan oscuro tiñen el horizonte…, cualquier problema, en definitiva, que nos preocupe como enormes nubarrones pasajeros en el cielo azul de nuestra mente. Y, a partir de ahí, empezar a leer y a poner en práctica todo lo demás.
Pero, sobre todo, escuchar a nuestro cuerpo y a nuestro cerebro y hacer lo que nos pidan, sin preocuparnos de si es productivo o no. ¿Te apetece dormir mientras lees estas líneas? Hazlo. ¿Te apetece quedarte tumbado en la toalla sin hacer nada más que sentir el sol sobre tu cara? Hazlo. No estás obligado a hacer nada.
O sí, tú decides. Porque, como aclara el autor de El libro de la toalla, descansar, a veces, es sinónimo de no hacer nada, «pero en ese no hacer nada estamos haciendo secretamente mucho. Además de recuperar fuerzas —físicas y mentales—, liberamos espacio para que puedan surgir nuevas ideas y soluciones».
Estos ratos que dedicamos a nosotros mismos son mucho más importantes de lo que pensamos. «Como dice el monje coreano Haemin Sunim, hay cosas de las que solo te puedes dar cuenta cuando te detienes. Si vas siempre corriendo de una urgencia a la siguiente, eres como un pollo sin cabeza. Por eso, lo más productivo que puedes hacer a veces es parar, respirar y darte cuenta de dónde estás y en qué estás».
Pero esto resulta más fácil decirlo que hacerlo. Siempre estamos en riesgo de tropezar con la kriptonita que impida nuestro descanso y nuestra desconexión. Esa kriptonita, explica Miralles, es «establecer una separación clara entre la obligación y la libre improvisación de las vacaciones. Por lo tanto, fuera FOMO (Fear Of Missing Out) digital y, en la medida de lo posible, aparca las preocupaciones para el regreso de las vacaciones. De todos modos, desde donde estás probablemente no puedas hacer nada».
Y para lograrlo, entre los muchos consejos que existen, él los resume en cuatro:
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- Reducir los focos a uno solo: descansar, dejándonos fluir con libertad.
- Olvidarnos de las obligaciones e inercias que imperan el resto del año, hacer una verdadera desconexión.
- No programar las vacaciones como si fuera la agenda de un ministro. Permitirnos improvisar según lo que nos pida el cuerpo.
- Hacer un reset mental, decidiendo cómo queremos vivir a la vuelta de vacaciones.
¿Te ves capaz? Empieza por extender la toalla.