El Pájaro Diamante, versos para una tarde de verano

21 de junio de 2011
21 de junio de 2011
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En días como este, en el que el cielo es azul por sistema, a  veces demasiado, quedan espléndidas tardes en la que buscar un rincón fresco, pisar la hierba, escuchar a los pájaros despedirse del sol hasta el día siguiente y abrazarse  a un libro. La poesía fluye sola en esos momentos y libros como El Pájaro Diamante, de Rocío Álvarez Albizuri, encuentran un hueco para acaparar la atención.
Rocío Álvarez pasa la vida junto a un lápiz y papel. Es periodista y lleva devorando libros desde que tiene conciencia. «Vengo de una familia amante de la lectura, especialmente de la poesía, y no sólo eso si no que mi abuela y mi padre son escritores también. Supongo que ahí comenzó todo. He tenido especial predilección por los escritores latinoamericanos, pero en general mis grandes referentes, los poetas con los que más he disfrutado leyendo e investigando son: Brecht, Brines, Montero, Ángel González, Pizarnik y por supuesto Machado. Hoy en día, vivo desde la perspectiva del poema. Es como un filtro o un embudo, pero un embudo dado la vuelta. La poesía lo abre todo», explica. Comenzó a escribir poemas hace 10 años, con 13, y tiene dos libros publicados y un tercero «en casa, reposando sin prisa hasta que llegue el caballo blanco».
A Álvarez, El Pájaro Diamante le parece «el fruto de un camino», el producto de todas las cosas que le hacen amar, sufrir o estremecerse. «La poesía para mí, es como unas gafas con las que puedes comenzar a ver lo que de verdad es vivir. A veces pienso que tenemos como una capa de polvo, de mugre por encima de nosotros que lo ensucia todo y que no nos deja ver la realidad, como si viviéramos en un videojuego».

El poemario, que se presenta esta misma tarde a las 21h. en La Tabacalera
(Embajadores, 53), cuenta con dos ediciones, una de divulgación y otra de lujo a la que dieron forma David Díez y Julieta Álvarez. «El proceso de creación fue muy interesante. Nos sentábamos en una mesa los tres, yo recitaba en alto y ellos mientras iban anotando palabras o conceptos que les venían a la cabeza, luego con esas «sopas de letras» se inspiraban para ponerse a dibujar».
Cada ilustración está hecha al alimón por ambos artistas, que han dado una imagen a casi cada poesía. «Fue un trabajo profundo para ellos. Escogieron materiales y calidades de lujo. El libro tiene unos acabados mágnificos y muy originales. Es justo el resultado que andaba buscando. Tanto Julieta como David son dos máquinas del diseño, grandes creativos que se involucraron de lleno con el proyecto y gracias a eso ha resultado la joya que indiscutiblemente es, en cuanto a lo que diseño se refiere», describe Rocío Álvarez.
En la presentación de esta tarde, leerán poemas otras jóvenes poetisas como Luna Miguel o Eva R. Picazo.

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