El sonido al recargar una pistola puede asemejarse al de abrir una puerta.
Imagina que existe una persona dedicada para recrear cada sonido que generas en tu actividad diaria. Que cuando te atas los zapatos, tiras tu ropa fuera del armario hasta la cama o estrechas la mano a alguien, existe un artista capaz de traducir esa acción a un sonido fiel y reconocible, utilizando infinidad de mecanismos y técnicas (que a menudo combinan con la realidad que quiere transmitirse, y otras no congenia en absoluto).
El arte de los efectos de sala o los efectos foley son una de las disciplinas más desconocidas y laboriosas adjuntas a la cinematografía; por su carácter intrínseco y subliminal, a veces perdemos de vista que en cada uno de esos sonidos representativos existe un doblaje y creatividad que los lleva a la realidad.
En el documental The Foley Artist, concebido y producido por la plataforma NOWNESS, muestra de una forma brillante la ausencia de límites en esta particular tarea. La acción plantea a un especialista encargado de dar vida y veracidad a todos esos sonidos que a veces pasan desapercibidos y que forman parte de nuestra banda sonora cotidiana.
Con una puesta en escena bella, dinámica y que traslada al receptor la magia y singularidad de este arte, el cortometraje está dirigido por Oliver Holms y es interpretado por Ian Macnaughton.
—
Este post ha sido escrito por Frankie Pizá y publicado originalmente en TiU.