En el Ojo Ajeno: mi Tío Pepe robó una manzana

Tenía hambre el hombre y pensó que, aunque estaba lejos de casa, de regreso pasaría por el huerto de Don Tomás y le arrancaría una manzana. A esas horas andaría segando los prados o en el mercado vendiendo su mercancía. No se enteraría. Pero mientras lo pensaba también recordó una frase de su madre cuando era un chiquillo: la fruta robada es la que mejor sabe, pero se te puede atragantar.

El huerto de Don Tomás estaba como siempre: impecable. Parecía que hubieran peinado los árboles. Las hileras dibujaban perspectivas limpias y no había una sola pieza de fruta olvidada. Cada mañana, los mozos las recogían puntualmente para enviarlas al mercado.

Don Tomás se había hecho un frutero famoso en la comarca por su seriedad. Aun así, mi Tío Pepe se atrevió a acercarse al primer manzano. Se sentía de alguna manera con derecho a hacerlo. Al fin y al cabo, aquellas tierras las había malvendido a Don Tomás hacía poco. Y muchos de aquellos árboles los había plantado con sus manos. ¡Qué mal podía hacer una sola manzana! Todo el pueblo sabía que aquellas tierras las había cultivado su familia desde siempre y no sería extraño que aún pudiera recorrerlas con naturalidad.

A lo lejos se oyó un grito -¡Quien anda ahí!-. Tío Pepe corrió como una perdiz al grito de los levantadores. Y no paró hasta llegar a la Plaza Mayor, donde se sintió seguro. Solo era una manzana. La lavó en la fuente y se la comió mientras le contaba a su corrillo habitual la hazaña.

Pero el asunto fue a mayores cuando Don Tomás apareció en su mercedes y aparcó frente al Ayuntamiento. Comenzaron las habladurías. Tío Pepe se sentía respaldado por el corrillo de gente que iba haciendo su propia teoría de lo ocurrido. – Dicen que Don Tomás no le quiere dar ni un sola manzana a este pueblo… dicen que van a cerrar con vallados todas las fincas y poner carteles… dicen… dicen… dicen…

Se fue calentando el ambiente. El pueblo era un clamor:¡Como no podamos coger una manzana de vez en cuando les arrasamos los huertos y les cortaremos el agua! ¡Esas tierras serán suyas, pero están en nuestro pueblo!

El pueblo se dividió entre los que decían que los huertos de Don Tomás daban dinero al pueblo y debían respetarse, y los que creían que no había derecho a que se les privara de su historia.

Los gritos en la plaza obligaron al alcalde a salir al balcón con un megáfono. Don Tomás guardaba silencio dentro de su coche sin entender nada y rodeado por una muchedumbre.

«Vecinos», dijo el Alcalde desde el balcón, «pero hombre, por Dios, no os podéis poner de acuerdo, que me estáis montando aquí una montonera… Don Tomás, dé el gusto al pueblo y no ponga usted vallas en los prados, que aquellas tierras son muy bonitas. Además no querrá que en la comarca dejen de comprarle manzanas por una tontería así, ¿verdad?, que aquí en el pueblo somos muy orgullosos.

Al ver el ambiente más calmado, Don Tomás salió del coche y habló tímidamente ante el silencio de todos. – Hola, que yo he venido a pagar las tasas y el IBI, no se qué es eso de las vallas en los prados… ¿alguien me está robando manzanas?

Algunos aplaudieron sin saber porqué, y después nadie supo qué decir, se perdió el interés, y siguieron con sus vidas. Nadie sabe si habrá vallas o carteles, pero todos se sienten parte de una causa, que es lo importante. Cada cual se siente fuerte por algo, pero no sabe qué, porque el tema ni le va ni le viene.

Moraleja: Qué daño hacen los corrillos en los pueblos. Hoy en día parece que ya nada puede resolverse sin una montonera. Así que enfrentémonos todos: ¿Estás del lado de Tío Pepe o de Don Tomás?

Titulares reales: ‘Twitter estalla porque Apple retira el cartel de Tío Pepe’, ‘No sin mi Tío Pepe en la Puerta del Sol’, ‘Apple quiere acabar con el legendario cartel de Tío Pepe’.

Foto: Andreas Praefcke Wikimedia Commons

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