Hay cosas que se rompen a la primera. Otras te las cargas tú mismo. Hay cosas que tenían todo el sentido cuando las compraste y un minuto más tarde son inútiles.… Sea cual sea el motivo, hay muchas cosas cuyo ciclo de vida es igual a 1. Duran lo que un impulso. Un, dos, tres, responda otra vez…
– El Singstar y el Pictionary ¿De verdad pensabas hacer fiestas cada fin de semana?
– El aparato para ver el canal plus en todas las habitaciones.
– La hamaca de tela verde del Carrefour de 29 euros que en tu terraza parece enclenque.
– Tu cuenta de Xing.
– La primera y última vez que crees que has ganado un iPad en esa promo y haces click.
– El steak tartar esa vez que te sales del guión. O cuando pruebas el wasabi sin saber qué es.
– Las gafas de nadar que parece que te succionan los ojos, y además tampoco nadas tanto.
– El boli de cuatro colores. (No se rompe, pero se atasca y el verde sobra).
– La bicicleta estática que hay en cada trastero español. Suele estar junto al Gym Form 8 que te dio calambre.
– El tren de aterrizaje del STUKA JU 87 del primer fascículo de esa colección de aviones de guerra que de verdad, de verdad, pensabas acabar.
– Esa camisa que la dependienta te convenció que no te quedaba tan estrecha y al llegar a casa había encogido (y no devolviste por pudor).
– La pata de cabra de la BMW C1 (esa moto con casco incluido) Te lo pueden explicar mil veces y seguirás rompiéndola.
– El curso de fotografía/dibujo/inglés/acupuntura.. on-line.
– El telescopio que te regalaron y que no llegó a despertar al astrólogo que llevas dentro.
– La báscula digital que está claro que mide de más. Prefieres la de toda la vida.
– La Thermomix, esa gran inversión familiar para hacer mayonesa.
– La cocina es un filón para estas cosas: la cuchara de hacer bolas de helado, el cuchillo/rodillo para la pizza (sólo te acuerdas al final y ya no vale la pena ensuciarlo) la yogurtera y el cuchillo eléctrico.
– La colección de “Érase una vez el hombre” que compraste por nostalgia y sigue envuelta.
– El estuche organizador de clavos y tornillos, porque cada vez que necesites tornillos irás a comprar más.
– Ese útil llavero brújula.
– El mando a distancia universal que de verdad iba a sustituir a todos lo demás por sólo 12 euros.
– El complejo vitamínico y la jalea real que sólo tomaste el primer día (o el biomanan)
– El calentador de taza de café por usb para la oficina.
– La minilámpara led de lectura que se une al libro para no molestar al que intenta dormir a tu lado.
– El e-book. Sabías perfectamente que acabarías comprando el iPad (porque aquella promo era mentira).
¡Campana y se acabó! La verdad es que la lista sería interminable porque nuestra capacidad para sucumbir a los impulsos es infinita. O nos pilla con las defensas bajas o en un ataque de voluntarismo, pero somos humanos, y por tanto comercialmente vulnerables…