En un mercado de barrio, donde los puestos se alinean como pequeñas islas llenas de historias, Julia abre su floristería cada lunes con la misma rutina. Siempre es igual y todos lo saben. El color de las flores, la luz que entra por la persiana, la energía que despliega… Todo depende del resultado del Atleti.
Pero esta vez algo falla. El equipo gana y Julia sigue apagada. Los clientes pasan, las conversaciones se entrelazan, los cuchicheos del mercado llenan el aire, pero nadie percibe exactamente lo que pesa dentro. Y ahí es donde el gesto más pequeño adquiere dimensión. Rosa, la pescadera, se acerca, le toma la mano, sin preguntas, sin soluciones, solo para acompañar. Para estar presente. Para dar visibilidad a esa clase de tristeza que no tiene nombre, pero sí forma y tiempo, que se esconde en los detalles cotidianos y que puede habitar en cualquiera de nosotros sin que nadie lo note.
La campaña navideña del Atlético de Madrid, Mercado, no busca dramatizar ni resolver, ni siquiera hacer que el espectador se sienta protagonista. Lo que hace es mirar ese silencio que se mueve entre los puestos, ese cansancio que no se justifica, esa fragilidad que a veces nos obliga a fingir normalidad. La historia nos recuerda que la victoria no siempre está en el marcador ni en el gol, que a veces la verdadera victoria consiste en quedarse, en acompañar, en sostener lo que otros no ven.
Más de mil millones de personas en el mundo conviven con problemas de salud mental, según la OMS (Mental Health Atlas 2024). Pero las cifras son abstractas, frías. Lo que el mercado nos enseña es otra cosa: que la tristeza también se mide en pequeños gestos, en manos que se entrelazan, en presencias que no imponen ni juzgan.


El cántico del estadio aparece en la pantalla. «Yo contigo estaré. Siempre te animaré. Nunca tú solo caminarás». Fuera de las gradas, lejos de la multitud y de la épica deportiva, esas palabras se transforman, dejan de ser himno para convertirse en sustento, en compañía silenciosa. Se repiten en el aire como una promesa sencilla. Alguien está ahí, incluso cuando todo parece perdido, incluso cuando no hay razón clara, incluso cuando no hay forma de explicarlo.
Mercado, ideado por Miguel Garcia Vizcaíno y Marta Nieto, no habla solo de Julia ni de Rosa. Habla de todos los lunes que pesan más de lo que deberían, de todos los momentos en los que sonreímos mientras por dentro algo duele, de todas las pequeñas comunidades que sostienen la vida de quienes no pueden poner nombre a su tristeza. Habla de empatía, de acompañamiento, de la potencia de estar presentes. Habla de la Navidad entendida no como espectáculo, sino como recordatorio de que cuidarnos unos a otros es un triunfo cotidiano. Porque al final, hay partidos que no se juegan en el césped. Y aun así, alguien tiene que estar en la grada.






