Como muchos pueblos costeros del Mediterráneo, los edificios turísticos de Jesolo (Italia) se cierran a cal y canto durante el invierno. La ausencia de vida y adornos humanos produce una uniformidad inquietante en estas torres. Un contraste radical con su aspecto veraniego cuando las masas descienden sobre ellas llenando los balcones de toallas y parafernalia playera. Luigi Bonaventura pasaba por allí un día de marzo y se quedó maravillado por las cualidades estéticas que desprendían estas fachadas vacías.
No era la primera vez que retrataba edificios de esta manera. Durante sus estudios de fotografía en Nueva York creó una serie en la que añadía elementos abstractos a los inmuebles de Manhattan. En Jesolo encontró nuevos estímulos visuales para seguir jugando con ellos. «Mi misión en esta serie fue enseñar cada estructura en su ideal platónico, como lo imaginó el arquitecto y no como parece en la vida real», dice el joven fotógrafo a Yorokobu.
Bonaventura consigue encontrar un atisbo de belleza en una escena urbana normalmente asociada con la desolación y la melancolía.
Fuente: Feature Shoot
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Patrick Thomas

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