El reto es permanente. Cuando se deposita mucho esfuerzo en hacer que la tecnología avance, derribar fronteras y diluir límites supone un acicate para continuar en la carrera. Con la telefonía móvil, el límite ni siquiera está ya en el aire. Flone es una interfaz creada por la cooperativa Aera que convierte a los móviles en objetos voladores.
Hay una manera muy sencilla de explicarlo. Flone es un smartphone volador que utiliza el propio teléfono como controlador de vuelo. «Queremos que sea fácil de construir. Pretendemos que sea un diseño autocontenido que ayude a construirse solo y que los materiales sean lo más barato y accesible posible, que puedan comprarse en cualquier tienda del mundo», explica Cristina Navarro, una de las creadoras del proyecto. La tecnología está basada en la licencias libres y en una participación activa de la comunidad maker.
Flone tiene su semilla como proyecto artístico. Alguno de los componentes de Aeracoop ya trabajaba con drones hacía tiempo en proyectos como GuerrillaDrone o Dronecoria, que exploraban las posibilidades del artivismo como forma de expresión humana. Fue entonces cuando apareció la convocatoria de Next Thing 2013, una llamada a la conjugación de arte y tecnología.
«La idea, que se hizo inevitable por este concurso, está basada en la tecnología de los drones y en el uso del móvil como plataforma para el control del vuelo», explica Cristina Navarro. «Las actividades que estamos realizando están relacionadas con el ámbito del arte y la tecnología, pero también estamos investigando sobre los usos sociales y profesionales que pueden tener estos dispositivos».
[destacados align=»right»]»Estamos barajando la posibilidad de trazar una hoja de ruta del producto que nos aporte información sobre los materiales y componentes, desde los recursos naturales a los procesos de producción, para poder visibilizar el impacto social y medioambiental que implica y que esto forme parte de la documentación del proyecto».[/destacados]
Flone se arma sobre una plancha que, aunque ahora es de madera, puede hacer de otros materiales. Un plato inferior sirve de soporte a la parte electrónica y en el superior se sitúa el smartphone y los cuatro motores con hélices. «La plataforma de control de vuelo es una Multiwii/Arduino que gestiona las salidas a los variadores de velocidad de los motores (ESC) y que se comunica mediante el satélite a la radio de control. El resto de componentes son batería, placa de distribución de energía y un montón de cables», cuenta Navarro.
El ingenio hizo su primer vuelo durante la Bilbao Mini Maker Faire celebrada el pasado fin de semana en la capital vizcaína. Es, por el modo en que se concibe todo el proceso de investigación y desarrollo, un alegato a favor de la cultura maker, de una producción y un consumo sostenibles y de la libre distribución del conocimiento. «Tenemos la necesidad personal y la responsabilidad de que este mundo cambie porque es insostenible. Todo lo que hacemos parte de este principio e intentamos pensarlo y construirlo para sea no solo coherente sino también útil», explica la cocreadora del proyecto.
Para Navarro, «la cultura maker puede tener un gran impacto sobre el modelo de producción. Somos muy optimistas porque estamos convencidas de que la democratización de cualquier recurso es positiva. De momento, ya podemos plantearnos empezar a trabajar en la idea de producción descentralizada, que es un avance impresionante».
En Aeracoop, sin embargo, no se muestran tan optimistas en cuanto al cambio en las tendencias de consumo aunque sí creen que el hecho de hacer cosas con las manos puede influir algo en los hábitos a la hora de comprar. «La cultura del DIY debe ir acompañada de una profunda reflexión sobre lo que queremos y necesitamos, cómo lo obtenemos y cuál es el coste global más allá del precio que pagamos», declara Navarro.