Dos robots vintage te miran con una mezcla de ternura e indiferencia. No son humanos y, sin embargo, algo hay en sus hieráticas expresiones que recuerda a otra imagen: una pintada siglos atrás por algún gran pintor flamenco del siglo XVI.
Su autor es Geoffrey Gersten, pintor estadounidense que se engloba dentro del surrealismo pop y que ha reinterpretado muchas veces a los clásicos de la pintura, la fotografía y el cine con un gran sentido del humor y de la ironía.
Entre sus influencias, los ya mencionados pintores flamencos del barroco, pero también los grandes artistas norteamericanos de principios del siglo XX como Edward Hopper, Norman Rockwell y especialmente Grant Wood.
«Grant Wood es único entre los pintores americanos», explica Gersten. «Estudió pintura en Europa, por lo que sus obras se asemejan al estilo de barniz holandés clásico absolutamente hermoso, pero pintó temas estadounidenses. Más allá de la superficie del cuadro se sitúa el misterio, la tensión desconocida de la condición humana. Vi American Gothic siendo un niño y fue muy impactante, nunca lo olvidé».
Tanto le marcó que sus cuadros han reinterpretado una y otra vez este clásico del arte estadounidense: unas veces son robots; otras, extrañas figuras humanizadas que parecen recién salidas del sueño de Alicia y su país de las maravillas. O vacas. U osos. O el mismo Super Mario.
Dalí y su genial imaginación son otro referente para Geoffrey Gersten. «Muchos argumentan que es exagerado, pero vemos demasiado de él desde la distancia», explica el artista de Arizona sobre el pintor catalán. «Su verdadero genio se hace evidente al ver de cerca sus pinturas originales».
De Dalí, cuenta, se enamoró cuando contempló por primera vez La persistencia de la memoria y sus relojes blandos. Supo que quería ser un pintor surrealista y se preparó para ello. «Es un pintor maravilloso con una imaginación soñadora que seguramente llamará a la parte más profunda de cada psique, identificando algo que no podemos cuantificar. Más allá de eso, sus libros son increíbles, llenos de ingenio y excelentes consejos para personas creativas. Especialmente recomiendo leer hoy sus escritos para una apreciación eterna de su arte».
De sí mismo dice que tiene «un romance con la vieja memoria», con los viejos maestros. Desde Velázquez a Jan Weenix entre otros pintores holandeses («no tanto los italianos por la pérdida de la fuerza expresiva reemplazada por la intención narrativa»), de ellos admira el poder de sus pinceladas, su estilo arremolinado creando escenas conmovedoras y apasionadas.
«La pintura de hoy está muy por debajo de esos maestros clásicos», opina. «Para ser más exacto, la capacidad de crear enormes obras de una belleza incomparable, pero hacerlo con pinceles de cerdas y pintura al óleo, es impresionante. Siempre será conmovedor, convincente e inspirador».
Gersten adapta a su estilo e imaginería esos cuadros clásicos de los que tanto ha aprendido. Ya no son personajes mitológicos clásicos quienes dominan la escena del cuadro, sino otro tipo de mitos: Super Mario, es uno de ellos. Pero también se pasean por sus cuadros preciosos robots de hojalata que muestran sus emociones sin vergüenza y sin esconderse. «Me encantan las expresiones en la cara de un robot», comenta el artista. «Siempre se muestran sin filtro alguno. Es una naturaleza humana más verdadera, con toda la amplia gama de emociones humanas, sin las inhibiciones culturales del ser humano para ocultar lo que están sintiendo o atravesando».
Y, sin embargo, le cuesta decir cuáles son sus iconos pop favoritos. En realidad, sus propias creaciones son las que más le gustan en este momento. «Poco a poco voy dejando atrás las referencias a cualquier otro personaje conocido ya que me enamoro de mis propias creaciones. Todos tienen una historia y una personalidad que triunfa sobre muchos iconos pop». Pero se aventura a decir algunos: «los Minions, Super Mario por los colores y paisajes surrealistas; y Roger Federer por el tenis».
Es precisamente el color la parte más difícil de decidir para Gersten, la más desafiante, pero también la que más le gusta. Elige siempre los pigmentos más bonitos y caros y afirma que es una suerte que haya tanta variedad disponible y a la venta online hoy en día. «Utilizo los colores básicos más fuertes como los rojos de cadmio. Pero también los mezclo con toques clásicos de azul ultramar y naranja tostado. Busco un enfoque clásico pero modernizado para obtener colores maravillosos y audaces, aunque luego los barnizo en capas posteriores para tonificarlos y matizarlos a la perfección… O al menos el color perfecto es siempre el objetivo y una preocupación constante para mí».
La imaginación de Gersten está en continua ebullición. Empieza a trabajar apenas despierta ya que considera que sus mejores ideas y pinceladas llegan por la mañana. «Estoy tan inspirado todo el tiempo que las cosas más difíciles para mí son las tareas diarias», comenta su día a día. «Tengo siempre el impulso de pintar. Puedo sentarme y pintar algo que salga directamente de mi cabeza, sin ningún plan, solo inspiración pura. Algunas de mis mejores obras son así; pero otras requieren mucha planificación y bocetos. Para algunas piezas incluso imprimo muestras de color y mezclo pintura para ayudarme a controlar la apariencia, mientras que otras voy haciendo y pintando en capas. Mi proceso creativo es un 50% de planificación y un 50% de intuición».
Su deseo sería poder mantenerse así de activo todo el día, pero «trabajo por mi cuenta y estoy casado, así que no puedo ser un neardenthal», explica con humor. «Pinto tanto como puedo todos los días, por la noche, con descansos para ser un humano normal y hacer negocios. Nos mantiene a mí y a mi esposa muy ocupados y estamos muy agradecidos por ello.
Parte de su obra se exhibe estos días en La Fiambrera (Madrid) hasta el 22 de abril en una exposición titulada In Dreams.
