Jack Welch, una de las referencias mundiales de la gestión empresarial y ex-consejero delegado de General Electric, preguntaba a la gente que iba a contratar si habían practicado deporte de equipo en el colegio o en la universidad. Si no era así, sus posibilidades de tener un puesto en el equipo directivo mermaban considerablemente.
En los miles de minutos de retransmisiones deportivas de este verano hemos visto héroes y villanos, ejemplos de superación, historias de deportistas, sus realidades, sus familias, lo que implica llegar a lo más alto, sacrificio, éxito, fracaso, decisiones arbitrales equivocadas, polémicas, doping, trampas, atajos, espectáculo, negocio… Hemos visto lo importante de gestionar las emociones, hemos visto cómo se da el máximo, hemos sido testigos de decepciones, de las consecuencias de la mala gestión de algunas federaciones y países en sus políticas deportivas…. En definitiva, hemos visto la vida misma.
Lo que ocurre es que en el deporte todo pasa concentrado, con muchísima intensidad. Y eso es probablemente lo que le convierte en una herramienta educativa inigualable. Y por eso Jack Welch prefería rodearse de exdeportistas en su equipo directivo.
Además de los conceptos que se desarrollan en el ámbito deportivo (valores, competencias y habilidades) se da la circunstancia de que el aprendizaje se realiza de la mejor manera posible: a través de la diversión, el entretenimiento y, normalmente, con el elemento pasión entrando en juego.
El deporte puede ser una de las mejores herramientas para formar a las personas que las compañías están buscando. El conocimiento hoy en día no es la clave. Está disponible en Google. La clave es la persona y el deporte tiene la capacidad de desarrollarla de manera inimaginable sacando a los alumnos continuamente de la zona de confort y haciéndoles crecer prácticamente sin darse cuenta.
Existe unanimidad al afirmar que nuestro sistema educativo está obsoleto. Que está creado desde un modelo industrial que ya no existe y la tendencia apunta hacia la formación individualizada. ¿Nos podemos imaginar una clase donde cada alumno tiene su rol y aporta hacia la consecución de los objetivos del colectivo como un equipo de baloncesto? ¿Podemos pensar en un grupo de alumnos en el que, aún estando juntos, el ritmo de aprendizaje se adecue a cada uno sin penalizar a aquellos que tienen más facilidad? ¿Podemos imaginar un sistema en el que tu profesor es capaz de identificar tu talento y sacar lo mejor de ti para ponerlo al servicio de la clase?
Y una pregunta más. ¿Podríamos darle una ‘vuelta al cole’ utilizando el deporte como base y como método? Tenemos un montón de deportistas de referencia que pueden ser unos grandes motores para impulsar algo así e implementarlo desde el día uno. Y además, podríamos darle mucho sentido a la aportación de deportistas a la sociedad mientras están entrenando y están siendo financiados por la Administración. Al final, ¡hasta podría darse la ansiada eficiencia presupuestaria!
Ángel Sanz es rainmaker de CLC