Harriet Parry ve cuadros en los ramos de flores. O quizá sea al revés, ve flores en las obras de arte, ya sean fotos o lienzos clásicos y contemporáneos que contempla. Lo que está claro, sea cual sea la mirada, es que esta artista británica hace arte con las plantas y reinterpreta con ellas las pinturas y fotografías de grandes artistas de todos los tiempos. Es lo que ella llama Flower Interpretations.
Parry empezó con el arte floral en 2012 en un estudio londinense. Pero su creatividad, afirma, estaba demasiado reprimida al trabajar para otros. Así que decidió montar su propio negocio para darle una vuelta a la floristería tradicional.
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«Las flores y la naturaleza siempre han sido una parte importante de mi vida, ya que crecí en una granja, rodeada de campo —rememora—. Mi abuela tenía un hermoso jardín, que siempre me intrigó y fascinó. Esto, junto con mi formación en Bellas Artes, ha hecho que la floristería se convirtiera en una salida natural y ha permitido que mis diseños florales encuentren su hogar entre el mundo del arte y el de la floristería, utilizando las flores como medio».
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Hace tres años decidió experimentar algo diferente con los ramos de flores que creaba. La idea se le vino a la cabeza contemplando las reproducciones artísticas que tenía en su casa. «Tengo en los armarios de mi cocina postales de arte que me encantan de todas las exposiciones a las que he asistido a lo largo de los años. Hacía tiempo que miraba algunas de las pinturas, dibujos y fotografías y veía variedades de flores dentro de las formas, líneas y texturas. Veía el arte como composiciones florales. Esto me llevó a iniciar mi serie Flower Interpretations, un proyecto personal que me ha permitido una total libertad para expresar mi espíritu lúdico, mi creatividad y mi imaginación».
Lo que surge de sus dos pasiones, el arte y las flores, es «una nueva expresión, algo completamente nuevo», asegura. «También me encanta poder presentar a los espectadores nuevos artistas, contemporáneos y clásicos. Veo estas obras como una colaboración entre las flores, el artista original que estoy interpretando y yo».
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No hay requisitos específicos para que un cuadro pueda ser reinterpretado con flores. Basta con que llame su atención y conmueva a la artista floral de alguna manera. «Puede ser el tema, los colores, los dibujos, el estilo o la estética en general».
Una vez que ha elegido la obra que va a reinterpretar, selecciona las flores para componer las texturas, los colores, las formas… Aunque no siempre es así. En ocasiones, son las plantas las que le sugieren qué cuadro o foto interpretar. «Suele ocurrir cuando tengo restos de un trabajo anterior —explica—; me gusta reciclar y reutilizar siempre que puedo. En este orden, miro las flores y pienso en qué obra de arte me recuerdan».
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Después, coloca una tela de fondo con un color que predomine en la obra elegida. Cada interpretación, cuenta la florista, es diferente. Unas se acercan a un arreglo floral más típico, mientras que otras están más próximas al ámbito de la escenografía. Sea como sea, lo hace de manera intuitiva, sin premeditación, porque le gusta esa sensación de frescura que rezuman sus composiciones.
«Además de las flores y el follaje, a menudo recurro a objetos inusuales; utilizo parafernalia de floristería o diferentes jarrones y recipientes para dar a mi obra una capa inesperada», comenta.
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Las interpretaciones de Harriet Parry no siempre representan de forma fidedigna la obra original en cuanto a la colocación de las flores y otras composiciones. «Intento dejar espacio para que exista una nueva obra de arte y para que el espectador tome lo que desee del diseño. Mis obras parecen asemejarse al original, pero están ligeramente desviadas».
El mayor reto al que se enfrenta Parry para hacer sus composiciones es la vida de las flores que utiliza y lo delicadas que estas sean. De alguna manera, podría decirse que lo suyo es arte efímero ya que el tiempo para crear sus interpretaciones está limitado al ciclo vital de las plantas. Factores como el agua (o su escasez), la luz directa sobre las flores o que estas estén algo pasadas añade presión al trabajo de la artista. Toca correr para que todo luzca con el esplendor óptimo.
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«A menudo, los pétalos pueden estar a punto de caerse o un tallo empieza a doblarse, lo que puede cambiar el aspecto de la pieza. Si se hacen numerosas fotos a lo largo de un periodo de tiempo, se puede ver cómo las flores cambian y se mueven, y estos elementos pueden formar parte de los detalles de la interpretación», especifica.
Por suerte, asegura, «tengo una mano muy firme y delicada, lo que me resulta muy útil a la hora de llevar a la práctica mi obsesión por los detalles y el intrincado estilo floral».