Las redes sociales tienen cosas buenas (las tienen, ¿no?) y su lado oscuro. Y quienes buscan ganarse la vida con ellas, los y las influencers, pueden habitar en un lado u otro, según de exacerbado sea su interés por ganar money-money con sus posts.
Sacar los colores y poner en evidencia esas malas prácticas es el objetivo de Lorena, y lo hace de dos maneras: una, desde el humor y la ironía: Hazme una foto así; y otra desde un punto de vista más serio: Influ-Realismo Mágico.
Ver esta publicación en Instagram
Ver esta publicación en Instagram
Lorena ha trabajado como creativa publicitaria en agencias de España y Argentina, donde, cuenta, «viví tres años y los treinta anteriores obsesionada con ese país».
Como tantas otras buenas ideas, la suya nació derivada del aburrimiento durante el confinamiento en la pandemia. Para que las horas se le hicieran menos largas, probó a subir un meme. La cosa le gustó y subió otro. Y luego otro más. Y otro… «Y fui descubriendo yo misma la cantidad de Influ-Realismo Mágico que había por explotar si se lo contaba de forma graciosa a gente que, como yo, era absolutamente ajena al mundo influencer».
Ver esta publicación en Instagram
Ver esta publicación en Instagram
Ver esta publicación en Instagram
Con su crítica, Lorena no pretende meter a todos los divulgadores de sus cositas en redes en el saco de los malos comunicadores. Cada personaje al que parodia está ahí por alguna razón. «Ninguno somos buenos todo el tiempo ni a los ojos de todo el mundo. Hay algunos que mienten deliberadamente a sus seguidores anunciando productos o servicios de mierda —como casas de apuestas—; hay otros que mienten un poco menos, colando como recomendación altruista una promoción por la que están cobrando, y hay otros que no anuncian cosas de mierda ni hacen anuncios encubiertos, pero nos dan risa por su capacidad de inventiva, por el postureo tan ridículo que nos muestran o porque su propia vida es muy parodiable».
Ver esta publicación en Instagram
En su opinión, no todo vale a la hora de comunicar. Lo que ella critica es la mentira o prácticas de dudosa ética. «Para mí, como digo, anunciar cosas que sabes que no son efectivas (como unos leggins adelgazantes), cosas que sabes que son ilegales (como canales de apuestas) y, por supuesto, aunque no haya ninguna ley que lo prohíba, los que explotan la imagen de sus hijos menores en redes». Pero se queda con lo bueno, y de todos ellos salva una cosa: «Las risas que nos dan, la verdad».
Ver esta publicación en Instagram
Ante la posibilidad del cabreo que puedan manifestarle ciertas cuentas que denuncia, Lorena se muestra tranquila. «Es que hay distintos tipos de contenido. Yo entiendo que si hago un chiste sobre una pose rara que has hecho, te lo tomes a humor y te rías; pero si te pillo revendiendo en Wallapop el producto que ayer nos anunciaste y que nos juraste que era el mejor del mundo, ya te enfades, porque no estoy hablando de ti, sino de tu ética profesional. Pero es tan sencillo como que, si quieres evitar que te llamen cutre, lo más efectivo es dejar de ser una cutre».
Sin embargo, aun siendo consciente de lo peligrosos que son ciertos mensajes y comunicaciones, no opina abiertamente sobre si hay que poner límites.
Ver esta publicación en Instagram
«Creo que es muy peligrosa esta corriente tan de moda en la que flipaos con Lamborghinis les comen a los chiquillos la cabeza con que hay que invertir en crypto, y levantarse a las 5 a. m. a ciclarse y que esa es la única fórmula de éxito. Como también es peligroso dar consejos sobre dietas sin ser nutricionista, asumir cánones estéticos que no son alcanzables para todo el mundo o perpetuar la falsa idea de que solo serás feliz si tienes un vestidor lleno de bolsos de marca. La mayoría de gente que me sigue a mí ya pasa de los 30 y puede verlo con cierta distancia, pero una chavalita de 15 probablemente no».
Ver esta publicación en Instagram
Ver esta publicación en Instagram
A pesar de todo, su opinión de las redes sociales es buena. «Juntan lo mejor y lo peor de cada casa, y son un trampolín superdemocrático para cualquiera que tenga un móvil y tiempo libre, tanto para lo bueno como para lo malo».