El príncipe Adam, vestido de rosa y amanerado pese a su increíble tamaño, se esconde detrás de un muro. Tras sacar su espada, la levanta al cielo y grita las palabras: «¡Por el poder de Grayskull, yo tengo el poder!». Un rayo cae y se transforma en He-Man, el héroe de Eternia. Por la misma magia, su asustadizo gato gigante, Cringer, se convierte en Battle Cat. De ahí parten a combatir a Skeletor o a Hordak y, de paso, conquistar el corazón de muchos niños de los 80. Quien esto escribe entre ellos, llegando al punto de que la primera palabra de mi hermana pequeña, debido a mi influencia, fue He-Man. Con el tiempo lo hemos superado. Cosa que no puede decirse de los integrantes de la Power and Honor Foundation, una organización sin ánimo de lucro dedicada a preservar la memoria de He-Man y su espejo femenino She-Ra.
«Todos en la fundación somos fans desde hace muchos años de los Amos del Universo y la Princesa de Poder y algunos somos profesionales de la industria del cómic y los juguetes, y hasta hemos trabajado directamente con productos de He-Man», explica en un correo electrónico el italiano Emiliano Santalucia, su presidente, «pero también somos coleccionistas, no solo de los muñecos, sino también del arte conceptual, de los prototipos, de los materiales… y nos encanta además compartirlo con los otros fans, no guardar esas cosas para nosotros mismos».
Tras mucho debate entre ellos llegaron a la conclusión de que lo mejor era crear una asociación sin ánimo de lucro para ir más allá y poder archivar, preservar y compartir todas las colecciones de los diferentes miembros de la fundación. En total, asegura, entre todos sus asociados tienen decenas de miles de piezas, que ponen a disposición de la organización para montar exposiciones y demás.
Imagen: The Power and the Honor Foundation
«Mira, solo fotografiar y escanear todas las piezas en nuestro tiempo libre nos está llevando años», cuenta Santalucia. La fundación tiene un almacén hermético donde guardan las obras que son propiedad mancomunada y aunque les gustaría crear un museo, al estilo del Rancho Obi-Wan, la colección de juguetes de Star Wars creada por Steven Sansweet, lo ven complicado ya que no reciben muchas donaciones ni han logrado financiación en los últimos años.
Es curioso que pongan como ejemplo la space opera de George Lucas ya que, sin ella, no existirían ni He-Man ni She-Ra. Mattel, a finales de los 70 y principios de los 80, la había fastidiado terriblemente al declinar fabricar los muñecos de la saga galáctica y las otras licencias en su poder, como Clash of Titans o Battlestar Galactica. No estaban teniendo el éxito esperado. Mark Ellis, entonces director de mercadotecnia de la empresa, realizó una serie de encuestas y llegó a la conclusión de que lo que les gustaba a los niños de esos años era la ciencia ficción y la fantasía heroica con bárbaros.
Imagen con licencia CC: DJ
«Mark Taylor, del grupo de ideas preliminares, creó el concepto y muchos de los diseños originales y luego Robert Sweet presentó tres prototipos esculpidos al presidente de Mattel», explica Santalucia, «probaron las ideas en los niños y vieron que eran un éxito increíble». Los muñecos se pusieron a la venta en 1982, acompañados por unos minicomics que explicaban la historia, realizados por la editorial DC. Esta, en una serie posterior ya creada para la venta en kioscos, iría creando el resto de elementos característicos, como el Príncipe Adam como alter ego o que la madre de He-Man era una astronauta de la NASA que, al estilo del Planeta de los Simios, se habría estrellado en Eternia. Luego tendría un crossover con Superman en el que se darían de sopapos.
Estos conceptos se usaron en la primera serie de televisión que estrenó Filmation en 1983 y que tuvo 130 episodios. «Fue la primera serie animada sindicada en EEUU, convirtiéndose en una de las más populares en USA y ayudando al éxito de los juguetes». Como curiosidad, se puede decir que el protagonista nunca usaba su espada para nada que no fuera cortar cuerdas y que en ella empezaron Bruce Timm y Paul Dini, responsables de la increíble serie de animación de Batman de 1992.
Imagen: The Power and the Honor Foundation
Si por algo destaca He-Man, su mundo y todo lo que le rodea es por el surrealismo que llega a alcanzar y del que te das cuenta al analizar la serie con una mente adulta. Pongamos por ejemplo el personaje de Skeletor. En el primer minicomic es un ser de otra dimensión que persigue reunir las dos mitades de la Espada de Poder para abrir un portal de vuelta a casa. Luego, en la película El secreto de la espada, se dice que era la mano derecha de Hordak, otro de los villanos, hasta que le dio por independizarse. Finalmente, se establece que es el hermano del rey y por lo tanto el tío de He-Man. Un guirigay.
Lo mismo puede decirse de la parte del mundo real. Existe el rumor de que en realidad, toda la línea de juguetes de He-Man estaba pensada para ser el merchandising de la película Conan el Bárbaro, pero que al ver la violencia del film, los de Mattel rompieron el contrato pero no los moldes. Conan Properties International demandó a Mattel en 1984 por el parecido entre la película y He-Man. La juguetera ganó la batalla, pero hubo tiempo durante el juicio de comparar las medidas del muñeco con las de Arnold Schwarzenegger y conocer que, aunque existió un acuerdo entre las dos empresas, los materiales fueron devueltos.
La sentencia es realmente interesante, con párrafos tan increíbles como los siguientes: «Este juicio enfrenta a Conán de Cinmeria, el Bárbaro, contra He-Man de Eternia, el Amo del Universo; dos guerreros que llevan luchando desde hace cinco años en un extraño terreno: el juzgado» o «la corte ha leído cómics protagonizados por Atlas, Beowulf, Hercules, John Carter, Tarzan… y todos los protagonistas tienen los hombros anchos y la mandíbula cuadrada, son extraordinariamente fuertes y llevan harapos de ropa que revelan toda su musculatura».
Imagen con licencia CC: Danijel Milcic.
Todos estos datos solo contribuyen a hacer mayor la leyenda del héroe de Eternia. «He-Man y She-Ra fueron icónicos y gracias a su simpleza e infantilismo lograron conectar con los niños de su época», reflexiona Santalucia, «fueron pioneros en varios niveles: los primeros muñecos con ese tamaño, la primera serie sindicada en EEUU, llena de enseñanzas y moral, los juguetes eran imaginativos…». No es posible saber lo que pasó ni el motivo por el que su éxito, pese a haber sido tan efímero, marcó a una generación que siempre sabrá qué contestar cuando escucha «¡Por el poder de Greyskull…!»
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