El mundo, a veces, consta de un sofá y los pasillos de un centro comercial. Ahí viven una bruja, un búho y un gato en un espacio cotidiano envuelto en drogas, bromas insoportables y decenas de horas seguidas viendo series de TV. Fuera de eso solo queda la frustración.
Estos tres personajes representan el espíritu del presente en los ojos de Simon Hanselmann. El australiano nació en la localidad con mayor índice de criminalidad de Australia, Launceston, de un padre motero y una madre adicta a la heroína. En la vida del autor hubo cierta oscuridad y esas sombras se trasladan a esta primera entrega de su serie Megg, Mogg & Owl.
Este primer volumen, titulado Hechizo total, inaugura una sitcom dibujada en un tebeo donde cada personaje refleja un aspecto de la personalidad del autor. «Hanselmann está convencido de padecer Asperger y Megg, Mogg & Owl constituye la terapia con la que recupera la alegría de vivir», indican en el documento de presentación de Hechizo total, de la editorial Fulgencio Pimentel.
La obra, descrita como «un retrato generacional con pinceladas de Todd Solondz, Peter Bagge y Los Simpson» y una mezcla de «drogas, TV, sexo pocho y tiempo libre», tiene mucho de autobiografía del autor y de sus reflexiones agridulces. «Por las fisuras del humor a veces cafre y a veces sutil, ocasionalmente cruel de Hanselmann, se filtra una sensibilidad única que invita al lector a decodificar una soterrada clave de miedo, depresión, confusión y abulia».
La frustración de la vida cotidiana
