A Pablo le gustan los superhéroes. Un día, mientras jugaba en la calle, ve salir a uno de sus favoritos y no duda en seguirle para hacerse su amigo. Pero el superhéroe no guarda un poderoso escudo bajo su abrigo, como supone Pablo, sino algo que no parece propio de hombres con superpoderes: León de Acero se ha quedado hoy con su bebé en lugar de ir a perseguir malotes. Porque cuidar bebés sí es una supertarea.
De una manera tan rompedora empieza uno de los seis audiocuentos que forman el disco Héroes en zapatillas, producido por la cooperativa Pandora Mirabilia y por Camila Monasterio. Y aquí los protagonistas son niños (y no estamos usando el masculino neutro) cuyas historias buscan romper con los estereotipos de género y ofrecer a los chavales otras formas de ser chicos.
«Los protagonistas de Héroes en zapatillas son niños, chicos y hombres con todo tipo de características y personalidades», aclaran Laura Tejada y Marta Monasterio, de Pandora Mirabilia.
«Tenemos a Pablo, un niño obsesionado con los superhéroes, que descubre la complicada misión de los cuidados. Al ingenioso Pichón, criador de palomas, y su hermana Aguaclara. A Lu (un niño trans) y Nico, que se hacen amigos de balcón a balcón durante el confinamiento. A Tau y sus amigas, que aprenden a comunicarse con una medusa alienígena. A Yadiel, a quien ahora le toca empezar a cuidar a su abuela Milili. Y a Rigoberto y Filiberto, caballeros con una relación muy especial en busca de aventuras. Por supuesto, en todas estas historias hay también personajes femeninos y con identidades de género diversas. Y, por supuesto, ellas también son importantes en las historias. Son, en muchas ocasiones, aliadas de los protagonistas, personajes a los que ellos reconocen y otorgan autoridad».
El título de la colección tampoco es casual. La idea, cuentan Tejada y Monasterio, era poner en el foco el ámbito doméstico, ese que tradicionalmente se asocia a la mujer, y el ámbito privado. «En las ficciones dirigidas a público infantil, parece que los niños (en masculino) solo desarrollan su personalidad viviendo grandes aventuras y hazañas épicas. Pero en los ámbitos más cotidianos, de cuidados e interdependencia, hay también mucho espacio para desarrollarse, aprender y divertirse», aseguran. «Además, el ir en zapatillas hace referencia a héroes anónimos, que son aquellos que no necesariamente hacen cosas extraordinarias. Porque queremos romper con el estereotipo de que el éxito social pasa por tener que demostrar todo el rato que haces cosas fuera de lo común».
En la lucha por la igualdad se han conseguido ya muchas cosas. Que ya se hable del papel fundamental de las mujeres en la historia, la ciencia, el deporte y tantas otras disciplinas donde ha estado silenciada es un gran paso, aunque aún queda mucho camino por recorrer. Y, aunque cada vez más hombres son conscientes de la necesidad de fomentar la igualdad (y la practican), esta será difícil de conseguir si los niños continúan sin tener esos referentes masculinos en el mundo de los cuidados, por ejemplo. Es decir, si no son conscientes de que existen otros modelos de hombría.
«Más que crear otros referentes, lo que queremos es visibilizarlos», aclaran Monasterio y Tejada. «Por supuesto que existen niños y hombres de todo tipo, con gustos, intereses y habilidades tan variados como los que tienen las niñas y las mujeres. Sin embargo, en las representaciones culturales, se tiende a mostrar únicamente unas formas muy reducidas estereotípicas de masculinidad y feminidad que, insistimos, no se corresponden con la realidad, mucho más variada y diversa».
Para las dos productoras de Héroes en zapatillas, los estereotipos son malos, pero no son lo peor. «En general, lo más dañino (tanto para los propios niños como para las niñas) es esa división dicotómica y excluyente entre el ámbito de lo público, el logro individual, el ser para sí (en el caso de ellos) y lo privado, lo relacional, el ser para otros (en el caso de ellas)». Por eso es tan necesario mostrar a los chicos que aparcar su carrera profesional un tiempo para dedicarlo a cuidar de sus hijos es tan masculino como levantar martillos mágicos.
Y no es tanto convencer a los chicos para buscar esos otros referentes masculinos, sino más bien mostrárselos. «Lo tienen que ver y lo tienen que vivir en propias carnes. Por ejemplo, si tú quieres que tu peque crezca valorando y haciéndose cargo de los cuidados, puedes jugar con él desde pequeñito a bebés, a cocinitas, a limpiar… Jugar a estas cosas es divertido y no es incompatible con otros juegos de más acción; por suerte, los juegos son infinitos. Pero además de ofrecerles y permitirles este ámbito —que, a día de hoy, sorprendentemente, muchos niños todavía tienen prohibido—, también se pueden leer historias de personajes masculinos que se desarrollan desde el cuidado y desde otra forma de ser menos estereotipada».
Se trataría, por tanto, de permitirles vivir en sus casas, en el cole, en su día a día esos valores que se le quieren trasmitir. «Para que un niño crezca con la idea, por ejemplo, de que las emociones y los cuidados también son cosa de chicos, tenemos que permitirles esas emociones, validarlas, reforzarlas. Y tienen que ver que los varones que los rodean (padres, profes, tíos, abuelos…) limpian culos, cogen escobas, juegan con ellos, son empáticos».
Lo que sí tratan de evitar con sus cuentos es huir de contenidos aleccionadores. En su lugar, pretenden contar historias de personajes a los que les pasan cosas, que actúan, que toman decisiones de una forma diferente (y más variada) de lo que nos tienen acostumbrados los relatos de ficción más mainstream. Aquí vemos personajes que cuidan de otros, que viven aventuras cooperando entre sí, que se ayudan a alcanzar un objetivo… «Pero no necesariamente desde el hay que hacer las cosas así. Simplemente vemos qué les pasa cuando hacen las cosas de esta manera. Podría interpretarse como moraleja, pero es más bien mostrar otros caminos. Además, los personajes no son perfectos: gritan, se equivocan, algunos son granujillas, tienen picardía… Intentamos complejizar un poco su personalidad, que es algo que creemos que también es interesante a la hora de abrir el abanico de los estereotipos masculinos, que son pocos y muy encorsetados».
Héroes en zapatillas no es el primer disco de audiocuentos que han creado Pandora Mirabilia y Camila Monasterio. Antes dieron a conocer a todo el público infantil a diferentes heroínas en la colección Un cuento propio, creada en 2014. Tanto entonces como ahora, se trata de cuentos teatralizados que van acompañados de una canción. «La música completa la historia y forma parte del ADN del proyecto, ya que las historias están pensadas específicamente para la escucha oral, con un ritmo y estructura que resulta especialmente atractivo para niñas y niños entre 6 y 11 años», aclaran las dos componentes de Pandora Mirabilia. «Aunque se pueden disfrutar a cualquier edad, incluidas las canciones, que proponen un viaje musical por diferentes ritmos y estilos».
El equipo se completa con la ilustradora Mariela Bontempi y con Santi Mijarra, que se encarga de la producción, arreglo y masterización de los cuentos y las canciones.