Cierras el grifo mientras te lavas los dientes; te duchas en lugar de bañarte… Esos gestos demuestran que eres una persona consciente de la necesidad de ahorrar agua, pero se te escapa un detalle: el agua que más consumes no es la que sala del grifo de tu casa, sino la que te vistes.
El día que decides ponerte un look básico compuesto por unos vaqueros y una camiseta, llevas encima más de 10.000 litros de agua. Producir esos tejanos ha necesitado un consumo de entre 7.000 y 8.000 litros de agua, el equivalente a lo que bebe una persona durante 10 años. Para la camiseta, se han necesitado 2.000 litros de agua. Y por seguir con los datos, la industria textil, además de ser una de las más contaminantes del planeta, es la segunda con mayor consumo de agua: 93.000 millones de m3 el año pasado, la cantidad necesaria para satisfacer las necesidades de cinco millones de personas. Además, es responsable de aproximadamente el 20% de las aguas contaminadas del planeta.
El mayor porcentaje de huella hídrica de la industria textil se da en la obtención de la fibra. Para producir un kilo de algodón se necesitan un consumo de más de 10.000 litros de agua. Ese consumo se reduce en el proceso de hilado y tejeduría; sin embargo, es en este momento de la producción de ropa cuando se produce una mayor contaminación del agua.
¿Y qué ocurre cuando esa prenda ya está en nuestro armario? Pues que el peso recae en nosotros a través del consumo de agua para su lavado. Es aquí cuando se genera la emisión de microplásticos
La buena noticia es que es posible reducir la huella hídrica de nuestra ropa y evitar el despilfarro de agua. Una solución es el ecodiseño. La otra, apostar por la concienciación y abandonar el uso abusivo de la fast fashion.
Para profundizar más en todo esto, Luis Ribó, cofundador de Circoolar, ha escrito este artículo para Igluu.