«Todos somos dadaístas incluso antes del dadaísmo», así de contundentes fueron las palabras del rumano Tzara para expresar este movimiento poético y artístico que surgió en Suiza en 1916. A partir de entonces muchos se han subido al carro de este gran concepto que hace que todo pueda ser arte.
Y así un día de 2007 y un poco por azar, la organizadora de una exposición en Ámsterdam, Affaina De-jong, invitó a Hyland Mather a exponer y hacer algo para tapar un cuarto desordenado y lleno de trastos. Hyland utilizó los propios trastos para crear una pared que tapase aquel cuartucho. Ese día nació su concepto de objetos perdidos y añadió a su nombre artístico de X- O, el nuevo alias: The lost object. Desde entonces no ha parado de reciclar ordenándolo todo con gusto y abstracción.
Hyland Mather es americano, estudió Filosofía y Estética en Colorado. Actualmente vive en Ámsterdam y compagina su trabajo de artista con el de galerista. Mather es dueño del espacio de exposiciones Andeken y en sus muros han expuesto grandes como Jim Houser o Scott Albrecht. «La verdad es que me encantan los dos trabajos», comenta.
A Hyland le gusta cómo el paso del tiempo influye en los elementos que encuentra y está muy interesado en la relación y la confrontación del arte con los objetos y los accidentes. «Estas son mis dos grandes inspiraciones ahora mismo y aunque no hay un mensaje detrás de mi obra, sí que pretendo contribuir de alguna manera a grandes ideas como la de Duchamp y el ready made. Son ideas de las que uno no puede escapar», explica el artista.
De todos los objetos que ha reciclado, destaca con cariño una vieja y enorme cadena que una chamana de una reserva de California le regaló y que utilizó en una instalación en el patio de la galería CAVE de Los Ángeles. «Voy a volver por allí y me pregunto si aún seguirá en el mismo lugar», añade.
Para su trabajo está continuamente bocetando ideas sobre papel y en su cabeza, pero a la hora de la verdad suele improvisar y salvo el hilo y los tornillos, lo demás trata de encontrarlo yendo de caza como parte del proceso creativo. «Llega un momento que los objetos se convierten en piezas de Lego. Podría montar la instalación, desarmarla y volver a armarla diez veces de formas distintas. Normalmente trato las composiciones como si de una pintura abstracta se tratase. Al fin y al cabo es dónde empecé en esto del arte», concluye.
Está claro que la basura de unos son los tesoros de otros y que todos, lo sepamos o no, somos dadaístas.