[pullquote]«Para comunicar desde la verdad y el corazón hay que hacerlo desde una absoluta vocación. Sin querer capitalizarlo. Las cosas no las compramos con dinero, sino con tiempo, que decía Marx». Inés Hernand[/pullquote]
Definitivamente, Inés Hernand (Madrid, 1992) ha irrumpido sin freno en nuestras vidas. Tiene el don de la ubicuidad y un objetivo: que nunca falten —proclama— «todas las risotas posibles».
Atentos. Entre otras cosas, la cómica y abogada presenta Gen Playz en Playz, la plataforma digital de RTVE, colabora en el programa ya icónico La Resistencia, comparte charloteo con el irrepetible Ignatius en Payasos y fuego, ha estrenado —con la periodista Nerea Pérez de las Heras— el pódcast Saldremos mejores en Podium Podcast y Generación Hit en La 1 de TVE, sigue de (exitosa) gira teatral con el espectáculo Ni puta gracia junto al también cómico Galder Varas y, en fin, no para de currar e inventar historias.
Pero a Inés Hernand nadie le ha regalado nada. Lleva mucho tiempo sembrando un futuro que ya es presente y se ha consagrado como una influencer contemporánea. La comunicadora nos atiende en el AVE de Madrid a Barcelona, repasa con nosotros algunos de sus proyectos, muestra su gratitud por el cariño de la gente e incluso nos revela una parcela desconocida de su vida más allá de su imagen pública. Sí, la comedia siempre aflora y santa Inés Hernand defiende el humor como un lenguaje universal. Hasta las últimas consecuencias, más o menos como el título del libro que escribió con su íntima amiga Andrea Compton: si llegara o llegase, Que el fin del mundo te pille de risas.
Saludamos a su manera: «¡Hola, mi santa!»… Inés, ¿cómo estás viviendo la sucesión de éxitos, la notoriedad?
El clamor… ¡con mucho agradecimiento! Me gustaría tener menos cosas y mejor pagadas, pero estoy muy contenta de que tanta gente con proyectos me quiera tener en sus filas. Estoy muy agradecida. Es el cultivo de los últimos cuatro años. Ahora se remarca esta parte dulce, claro, pero detrás hay mucho trabajo y, actualmente, hago jornadas de 12 y 15 horas. Rodajes, preproducción, preparación. Están siendo muchos los programas y lo estoy viviendo con mucho cariño, con gusto y agradecida a toda la audiencia que me está apoyando.
¿Y cómo es un día normal de Inés Hernand, si es que hay días normales?
No hay dos días iguales. Hoy, por ejemplo, me he levantado muy pronto, he grabado un vídeo del anteproyecto de ley de la vivienda, he ido a la SER porque arranco un nuevo programa… Más cosas: he pillado un taxi y he aparecido en Atocha porque ahora voy a Barcelona. Y así son un poco mis días. Y en uno con grabación de programas, no hay mucha pausa, tengo un pequeño espacio para comer y ratitos para escribir. Esto es non stop de lunes a domingo. ¡También estamos con síndrome de Estocolmo y el capitalismo es nuestro captor! Porque nos gusta todo, pero al final echo mil horas trabajando.
¿Qué te queda por hacer a estas alturas?
Se me están proponiendo más cosas de las que imaginaba. Pero vivo mucho el presente. Tengo ansiedad crónica y me dejo sorprender por la propia industria. Yo, que vengo de la comunicación digital, creo que se demuestra que cada día puede haber un nuevo empleo. Nunca puedes definir qué hacer, la verdad. Y no me surge ni me veo en un trabajo convencional.
¿Y tus estudios de Derecho? Aunque compartes cuando procede tu conocimiento de las leyes, ¿imaginabas este gran giro hacia la comunicación?
Ya no pleiteo, pero procuro no abandonar la interpretación de las leyes. Con el nuevo proyecto de Podium Podcast (Saldremos mejores) hay mucho vínculo. Al ser sobre la actualidad sociopolítica, va de la mano del ámbito jurídico. Pero no me imaginaba este giro. Fue también gracias al impulso de mi amiga Andrea —Andrea Compton, también célebre comunicadora— y no te lo imaginas, pero hay muchas cuestiones que se van colocando ahora…
Mis mejores amigos —Andrea y Gonzalo— y yo colgamos una serie digital cuando se estrenó YouTube. Teníamos 14 años; luego, con 18, hicimos una revista de tirada mensual unos dos años. ¡Y hacíamos todo! Realmente, eso se abandonó porque no nos daba de comer, pero mi amiga Andrea sí que siguió por la comunicación. Y yo empecé a participar con ella. Y, entonces, Andrea me impulsó a contar mi propia historia.
Y desde aquella difusión he llegado hasta ahora. Sí, es un giro, pero en el fondo de los fondos lo he trabajado mucho. Van muchos bares de stand up comedy… y cuando llevas 30 bares piensas: «Hay que empezar a cobrar». Y nunca sabes hasta dónde puede llevarte toda esta magnitud. A veces, te dedicas a algo con mucho empeño y no se produce ningún giro, pero al final el éxito es un poco de suerte y mucho trabajo duro. La peña que trabaja mucho en algo, al final lo reconduce; y entonces llega su éxito.
¿Qué es para ti la comedia, Inés Risotas?
Es un modo de vida. Es la reinterpretación de todo lo cotidiano, de los conflictos, las lecturas que podemos tener en lo social o mediático. Es la interpretación con otro prisma. Unifica mucho. Es un lenguaje común: todo el mundo se ríe si hace un pedorreta. (Risas.) Incluso sin hablar, hay humor intrínseco. El humor es lo más puro, la génesis del ser humano. El humor hay muchas formas de interpretarlo. Hay muchas formas de comunicarte en el código del humor: es otro lenguaje, una forma de vida. Y lo que hacemos es intentar comunicar desde el alma.
Payasos y Fuego es el título de tu pódcast con el genio Ignatius Farray. ¿Cómo llevas ser parte de esta suerte de conjura de sabios?
Es una locura currar con Nacho (Ignatius Farray). El otro día Iggy Rubín decía que Ignatius es el toro mecánico de la comedia. Puedes estar a lomos un rato, pero luego te impulsa sin fin. Yo era muy fan desde hace años. ¡Desde 2010 o así, una barbaridad! Y esto para mí es un sueño. Poder trabajar con el héroe de la comedia.
Lo que se pretende en el pódcast es un código de comunicación cómico, pero disruptivo, irreverente y filosófico. Lo grabamos a la una de la tarde los miércoles y estamos muy conectados. Hay una simbiosis; y trabajar juntos es una locura, un amor. En una mímesis, una conexión especial con él. Van ya unos dos meses trabajando y estamos disfrutones… El pódcast es autofinanciado y hacemos lo que va surgiendo, lo que nos apetece. Es un bloc de notas en blanco de dos personas con psicopatologías.
Ni puta gracia, con Galder Varas. ¿Cómo va esta otra locura escénica? ¿Cómo evoluciona y con qué momento te quedarías?
Es muy bonito. Nunca llegas a estandarizar esto, que te parezca un día más el hecho de estar en el teatro. Y ahora con más capacidad de aforo… ¡Flipo con que la gente compre entradas! Flipo con que gente tan diversa acabe uniéndose por la risa.
Y nuestra propuesta es diferente. Mostramos contenido audiovisual de apoyo para que la gente eche unas risotas. Es para un público joven, transversal y feminista. Es comedia y reivindicación.
Hay muchos momentos. A estas alturas de la nueva gira, te cuento un momento en Bilbao. Tenemos una parte de impro, que simula el programa First Dates. Y salieron un chico y una chica que ya se conocían de Bilbao y aquello fue hilarante, porque para mí no hay nada más gracioso que la comedia involuntaria. El público se vuelca. No cuajó el amor, no llegó a cuajar porque fue una vendetta entre ellos en directo. Divertidísimo. De locos.
¿Y cómo valoras tu trabajo en Playz de RTVE?
¡Ya el año pasado hicimos un total de 110 programas, que dan para mucho! Y este año seguimos con la misma línea: la actualidad manda, pero también hay cosas que quedaron pendientes el año pasado. Por ejemplo, ahora tenemos temas como la reforma del aborto. Hay un equipo de guion y de producción fantástico. Así que, en realidad, doy asco porque estoy encantada con todo el mundo y con el trabajo.
Vamos con más grandes éxitos de Inés Hernand… Desde esta temporada eres colaboradora en La Resistencia, otro icono del humor con Broncano, guionistas brillantes y todo el equipo.
¡Sí! Aquí tienes el reto de captar más el tono, el entorno, el código de la audiencia. Todos, Castella, Ponce, David, Grisson, son una fantasía, un amor. Estoy adaptándome. En mi espectáculo de teatro con Galder Varas la gente ha comprado la entrada para nosotros, pero aquí es un reto salir al escenario porque es público de La Resistencia.
Hay tantos humores como personas. Y hay espacios diferentes, impro, humor más o menos gamberro… Hoy, hay audiencia para cubrir tanto como queramos. Y en La Resistencia estoy adaptándome a los códigos. Voy probando cosas. Cada día mejor. El rollo es llegar allí y disfrutar. El consejo de Jorge Ponce fue: «Inés, siéntate ahí y que te de igual todo». Así que voy combinando todo en La Resistencia: cosas que me identifican y mi disfrute del momento.
¿Cómo empezó todo, Inés, incluso antes de lo de YouTube y la revista? ¿Cómo nace la estrella de la comunicación Inés Hernand, aquella jovencita confusa, que diría Ignatius?
Previo a todo lo de la comunicación con 14 años, la revista y un proyecto para resolver dudas legales… ¡siempre me ha gustado mucho hablar! (Risas. O risotas, con permiso). Hablar es un entreno que tienes de forma congénita y mi genotipo va mucho con el charloteo. Evidentemente, tengo referencias muy noventeras y muy repugnantes. Me gustaban Matrimonio con hijos y Cosas de casa… Así empieza todo. Hablo mucho (Más risas).
¿Y qué gente que te marca en la vida? Sabemos que en muchos casos la amistad, tu entorno personal, también es tu inspiración profesional…
Me marcan mucho Andrea Compton, Ignatius… En lo personal y profesional, Adrià, mi pareja, que es músico, me da sus tips. ¡Son amigos que se dedican a esto y son referentes! Peña con la que he crecido a nivel profesional.
Andrea es amiga desde el instituto y toda esta progresión ha sido una amistad. Lo profesional es una cosa de soslayo: tú subes algo a un sitio y le gustas a no sé quién y le gustas a otro… Para comunicar desde la verdad y el corazón hay que hacerlo desde una absoluta vocación. Sin querer capitalizarlo. Las cosas no las compramos con dinero, sino con tiempo, que decía Marx.
Inés, curiosidad: ¿qué no sabe la gente de ti más allá de tu imagen pública? Algo que te animes a contar.
Me encantaría decirte una cosa superrompedora. Pero soy muy currante, me gustan las cosas ordenadas, tengo trastorno obsesivo compulsivo. Estoy obsesionada con llevar una alimentación equilibrada y he dejado de beber y fumar. Estoy escuchando a mi cuerpo. Y lo que no se sabe es que voy a terapia. Me parece un acto de amor propio para el autoconocimiento. Y te va a permitir dar más amor a la gente que te rodea. Y eso es lo que la gente no sabe de Inés.
¡Gracias por la confianza! Vuelta al trabajo: ¿cómo te inspiras y creas entre tanta multitarea? ¿Alguna liturgia especial?
Mi clave es la regularidad y cumplir objetivos plausibles en el día a día. Hay que marcar el tiempo para no frustrarte si te falta… Y no frustrarte para recuperar tiempo ante un imprevisto. Y las fuentes de la inspiración nacen de lo más meramente cotidiano. Mira, ahora que voy en tren hacia Barcelona, se me está ocurriendo hablar de los perfiles del viajero español según hablo contigo, Jorge. Me inspiro de todo y con un folio de papel puedes hacer comedia. Eso sí, necesitas estar en consonancia con tu cuerpo para que tu cabeza responda bien.
¿Una reflexión final, aunque tú no seas muy de hablar?
(Risas). El leit motiv tiene que ser: «¡Atrévete a saber!», que diría Kant. Explórate para saber hasta dónde eres capaz de llegar. ¿Cómo hacer todo? Empezando por el principio. Vete haciendo las cosas. ¡Descubre qué es lo quieres hacer!