¿Qué será de nosotros en el segundo semestre de 2024? Estando cómo están las cosas en el mundo hoy en día, da un poco de vértigo hacerse esta pregunta. Pero ese momento llegará y es muy posible que en ese futuro cercano llevemos ropa y consumamos productos de todo tipo de colores, ¿pero cuáles?
En una sala de Barcelona, unas cuarenta personas se reunieron a mediados del mes de noviembre para hablar precisamente de esto. Provenían de países muy diferentes: China, Dinamarca, Finlandia, Francia, Japón, Indonesia, Estados Unidos y España, entre otros, y su objetivo era compartir sus propuestas cromáticas para la temporada otoño/invierno 2024-25 y consolidar entre todos una propuesta común.
Se trataba del Congreso Internacional del Color, Intercolor, que este año se ha celebrado en nuestro país y ha sido organizado por la Escola Superior de Disseny (ESDi) de Barcelona. Intercolor es quizá una de las organizaciones más desconocidas del sector de la moda y el diseño para los no iniciados y, a la vez, una de las que tienen más influencia a nivel global.
Según explica su presidenta, la diseñadora danesa Marie-Louise Rosholm, fue fundada en 1963 a iniciativa de las asociaciones de la moda de Francia, Suiza y Japón. «Su objetivo era acordar entre todos las tendencias de color del sector de la moda. A lo largo de los años se han unido muchos más países y otros se han ido, pero la red y la influencia de Intercolor no ha parado de crecer», explica.
Pero retrocedamos unos meses, al momento en el que los expertos todavía estaban cada uno en su país, reunidos con sus equipos de trabajo. ¿Cómo preparan sus propuestas para el congreso?
«Lo que hacemos es realizar un análisis de la situación socioeconómica y cultural de nuestro país y del mundo y pensar en cómo eso repercutirá en nuestro comportamiento futuro», apunta Encarna Ruiz, doctora en Periodismo, profesora de Sociología y Teoría de la Comunicación y directora de The Create Lab, el laboratorio de tendencias de ESDi que es el representante español en este foro.
«En nuestro caso, el grupo de trabajo está formado por sociólogos, psicólogos, diseñadores de diversos ámbitos, profesores de la escuela y también por un grupo importante de estudiantes de último curso. Nos interesa muchísimo el punto de vista fresco que tiene la gente joven».
Para este congreso, el grupo español presentó una propuesta cromática titulada Escape, que está muy influida por la tensión sociocultural que se está viviendo en España y en el mundo: una guerra en pleno corazón de Europa, una crisis energética sin precedentes, una crisis económica y una inflación brutal, y todo eso unido a una situación ya muy complicada derivada de la pandemia.
«En estos momentos de tensión —continúa Encarna Ruiz— lo que hacemos es escapar, huir. Buscamos pequeños momentos de microfelicidad, porque la tensión social no nos permite sentirnos de otra manera».
Este análisis se realiza de forma similar en los 17 países participantes y, a partir de él, el grupo va destilando un concepto que acaba traduciéndose en una propuesta de colores que, a su juicio, representa esa realidad. «No todos los grupos de cada país están formados por el mismo tipo de profesionales», explica Rosholm.
«En algunos priman más los miembros de asociaciones textiles; en otros casos, los diseñadores son los que llevan la voz cantante. En mi país, Dinamarca, trabajan todo tipo de profesionales vinculados con el color. Esa es una de las razones por las que reunirse en este tipo de foros es tan interesante, porque hay posibilidades de contar con muchos puntos de vista diferentes. A la vez, el que algunos de los participantes ocupen puestos muy destacados dentro de la industria de la moda o el diseño industrial hace que las conclusiones de estos encuentros tengan mucho impacto en el mundo real».
«Resulta llamativo — comenta Ruiz— cómo se suelen dar confluencias en los análisis de los países, especialmente entre los que tenemos un bagaje cultural común como, en nuestro caso, Italia, Portugal y España».
Una vez que se presentan las propuestas de todos los países, todos se reúnen durante dos jornadas en las que acuerdan una propuesta cromática y un análisis conceptual común. Dicha propuesta se presentará en unos meses en las principales ferias textiles del mundo, como Première Vision o Pitti Filati, y a muchas organizaciones importantes dentro de la industria de cada país.
Entre las conclusiones del encuentro de este año, se centraron en la necesidad de adaptación del ser humano a la naturaleza, pero teniendo la tecnología un papel muy importante en este proceso. A la vez, la propuesta también ha tenido en cuenta la necesidad de escapar presentada por el equipo español.
La primera parte da lugar a una serie de cartas de color protagonizadas por el azul cielo, el gris y el azul noche, pero con un acabado plástico, artificial. También blanco roto, amarillos y ocres. Por su parte, la necesidad de momentos de microfelicidad se traduce en colores azules, rosas, lilas o naranjas que nos remiten a nuestros recuerdos infantiles.
«Creo que estos encuentros son tremendamente importantes», afirma Marie-Louise Rosholm. «A pesar de que somos personas con diferentes orígenes y posiciones dentro de la industria, y de diferentes países, el congreso se convierte en una free room en la que la palabra de todos tiene el mismo valor. Hay una democracia total y no existen límites», concluye.
Por carta general se refiere a la que hacen entre todos los países durante el congreso, que tiene el nombre Symbiocene y que consta de varias cartas de color. En cada carta se trata un subconcepto dentro del mismo tema, representado por varias tonalidades.