Jessica Jones, la nueva propuesta Netflix-Marvel, atrapa con un guion escueto y un sistema de imágenes que sugiere que Nueva York es asfixiante y la gente es complicada. Sin adentrarnos en el argumento, veremos cómo funciona el sistema de imágenes en los dos primeros episodios de la serie.
Melissa Rosenberg es showrunner de la serie (guionista en jefe y productora ejecutiva) y firma el guion de los dos primeros episodios. Fue productora ejecutiva de Dexter. Esto explicaría que Jessica Jones tenga problemas similares a Dexter: ambos personajes están desubicados y tienen problemas para relacionarse con las personas (aunque por distintos motivos).
Rosenberg es una guionista de diálogos escuetos, nada explicativos, que considera inteligente al espectador. Una muestra: Jessica Jones ve una mancha de humedad en el techo como Frank Semyon —Vince Vaughn— en True Detective II. Sin embargo, Rosenberg no toma la mancha como excusa para que Jessica relate un episodio triste de la infancia. La voz en off de Jessica que abre el piloto tan solo marcan el tono y el estilo, y aclara sin metáforas que a Jessica Jones no le gusta la ciudad ni la gente.
Entre los consultores de guion están los creadores del cómic Jessica Jones: Mychael Gaydos y Brian Bendis (también creador y guionista del cómic y la interesante pero poco apreciada Powers).
La realizadora S. J. Clarkson consigue un estilo minimalista: oscuro, sucio e íntimo. Quizá se deba a que Clarkson es británica (dirigió la mitad de los episodios de Life on Mars). Clarkson sabe dónde colocar la cámara para que influya en la percepción de la historia. Pocas veces se vio en el subgénero de superhéroes (en el cine y la televisión) un aprovechamiento tan inteligente del espacio y los elementos. Clarkson sabe que no es necesario rellenar la pantalla 16:9. Sabe que tiene que mostrar lo necesario para la escena aunque signifique usar solo 1/3 del monitor.
S. J. Clarkson consigue que Jessica Jones sea una heroína constreñida por el espacio de la misma manera que Audrey Hepburn en Desayuno con Diamantes.
Por casualidad o no, hay otras similitudes entre la actriz Krysten Ritter (Jessica) y Audrey Hepburn: ambas delgadas, con los pechos pequeños, las caderas apenas insinuadas, con la añoranza en los ojos y la boca de aquello que no se tuvo. Este tipo físico sugiere fragilidad (no tanto física como emocional). Además, los personajes de ambas actrices desconfían de las personas y desean escapar de Nueva York.
Nueva York contra Jessica Jones
Para sugerir que Nueva York asquea a Jessica Jones, la cámara, la puesta en escena (la disposición de los actores y los objetos en el plano) y la arquitectura comprimen visualmente a la protagonista. La primera vez que vemos a Jessica está al fondo de un pasillo mal iluminado. El siguiente plano es aberrante (ella del revés).
A continuación, Jessica en la calle, de espaldas y de lejos y desenfocada. Cuatro planos de exterior que muestran a Jessica como una de tantas personas anónimas y corrientes que sobrevive en la Gran Manzana.
A partir de aquí, Jessica aparece tras ventanas de paneles, puertas entornadas, balcones, rejas… Incluso de día, en la calle, Jessica es una figura oprimida como sugiere la imagen bajo estas líneas.
Hay planos que dan mayor importancia a los pequeños objetos cotidianos que coge Jessica que al rostro del personaje. Estos objetos forman parte de una «conspiración de la realidad». Objetos cuyo mal funcionamiento puede convertir un día corriente en un día nefasto.
La gente contra Jessica Jones
Jessica Jones también tiene problemas con las personas y la cámara sabe mostrarlo.
«La gente es mala», dice Jessica. «Evito mezclarme con ella desde el principio. Y me suele funcionar. Casi siempre».
Sin embargo, Jessica es amiga de la locutora de televisión Trish Walker, pero la mantiene a distancia para protegerla. Además, tolera que su vecino Malcolm entre en casa a gorronear. Quizá es la cuota de relaciones humanas que Jessica tolera. En cualquier caso, los planos-contraplanos de Jessica y las personas con las que habla —incluso amigas y conocidas— revelan que se siente incómoda.
En la relación que Jessica inicia con Luke hay profusión de primeros planos en los que la protagonista tan solo ocupa 1/3 de la pantalla. Este tipo de primeros planos también están presentes en las conversaciones entre Jessica y su amiga Trish. En ambos casos hay miedo a mantener los lazos.
Jessica prefiere mantener relaciones en las que las emociones estén ausentes. Un ejemplo de desapego lo encontramos en la relación con la abogada Jeryn Hogarth (Carrie-Anne Moss, nuestra querida Trinity). En la secuencia en la que Jessica solicita trabajo a Jeryn (primer episodio) ambas mujeres son tomadas en plano general mientras recorren varios pasillos.
Esta manera de grabar a Jessica Jones (el personaje) acerca el personaje al espectador. Entendemos que a Jessica le agobien la ciudad y las personas. Jessica es real y tiene problemas reales y orina mientras trabaja (el síndrome de una sociedad que carece de tiempo). Jessica Jones consigue con estos primeros episodios que la fe en los superhéroes —recuperada con Daredevil— se mantenga.