El torero gay que también era judío y estadounidense

Si hubieras buscado a alguien a quien odiar hace medio siglos, este tipo sería el sujeto perfecto

Viene un fin de semana complicado, amigas y amigos. Si vives en Madrid y las personas con camisetas de tirantes y bermudas jeans recortadas no son de tu agrado, es un buen momento para salir a explorar nuevos territorios. Y casi te diría que dejases de leer este newsletter. Pero no sin antes ofrecerte alternativas.

En este Piensódromo vamos a hablar de personas LGTBI pero vestidas con manoletinas, mallas ajustadas y taleguilla. Si esto tampoco es de tu agrado, lo mejor es que dejes de leer aquí. Ahora ya sí.

Sidney Franklin, el torero gay, ‘El Torero de la Torah’

Hubo un hombre que, de existir hoy, sería el hombre más odiado del mundo. Pongámonos en antecedentes para comprender esta aseveración.

Los gays han sido un colectivo odiado y proverbialmente perseguido e, incluso hoy, esta misma semana, hay mucha gente molesta porque miles de ellos han decidido que no se debe reivindicar el orgullo por la propia identidad con pantalones y camisetas demasiado cortos, con noches demasiado largas o con demasiado confeti y diversión por encima de un determinado nivel, que ya se sabe que protestar y divertirse es de casquivanos.

A la vez, la comunidad judía ha sido un grupo religioso ingrato a otras muchas culturas y se ha visto expulsado, perseguido y exterminado en masa. Hoy, con un estado propio, cosechan apoyos y rechazos por circunstancias diferentes a su eterna persecución.

Los toreros son un grupo de profesionales que han visto como el rechazo a su actividad ha crecido de manera exponencial en las últimas décadas. Las causan por la sensibilización por el bienestar animal. O el difícil encaje de la actividad en un contexto social e histórico menos receptivo al cobro de una entrada por la tortura y ejecución de un animal por mucho que alguien considere que eso es arte. O por la decadencia de la afición al espectáculo, que ve cómo cada año se reduce el número de eventos.

Pues bien, introducidas estas cualidades y olvidando que el odio está muy democratizado y que ahora se odia mucho y bien, podría concluirse que la persona más odiada en un contexto como el actual sería un torero judío y gay.

Resulta que, como cuenta The New York Times, existió hace algún tiempo. Su nombre era Sidney Franklin y, por desgracia para él, falleció abandonado en una residencia de ancianos de Nueva York. En fin, siendo positivos, no murió exterminado por los nazis, apalizado por hordas homófobas o cogido por un toro soliviantado.

Sidney Franklin respondía, en un alarde de creatividad, al sobrenombre de ‘El Yanki’ y, ojo que aquí sí vamos a por premio, ‘El Torero de la Torah’. Ovación lenta y solemne. En pie.

Nació en 1903 y su carrera transcurrió de los años 20 a los años 50. Fue, como es de suponer, el primero matador de toros americano de origen judío y era gay como se era gay en aquella época en la sociedad taurina (y no taurina) de España: nadie lo sabía y todo el mundo lo sabía.

Según cuenta el New York Times, era amigo de Douglas Fairbanks y de Ernest Hemingway y el toreo le permitía moverse en manoletinas y llevar mallas ajustadas sin levantar la más mínima sospecha. Por supuesto, nadie duda de la hombría de un torero.

Una vez que se cortó la coleta y se hizo más difícil disimular, Franco le envió al talego por homosexual y pasó nueve meses en reclusión. Aquí está la historia completa que ha contado The New York Times.

En la pausa musical de hoy,  lanzamos la mirada a cuando el metal noruego tiene sus relajos estivales. Que no todo va a ser quemar iglesias y asesinar a compañeros. Un reggaeton heavy de Gigatron, leyendas del metal y el humor.

Aíslate del odio y sé tú mismo

Si tu pregunta es por qué en el Orgullo la comunidad LGTBI se viste de «esa manera», Nuria Gutiérrez, de Orgullo de ser tú mismo, tiene una respuesta. «Mucha gente se pregunta por qué en el Orgullo la gente no se viste ‘normal’. Pues, precisamente, porque ya viste normal los 364 días restantes. Nos cruzamos con gente del colectivo continuamente, en el metro, en el curro, familiares… Y muchas veces ni lo sabemos. Porque cuando las cosas no se ven, parece que no existen».

Además, una manifestación lúdica sigue siendo una reivindicación. «De la liberación sexual, de lo que se ha conseguido hasta ahora y del amor. Que el Orgullo se celebre en positivo no debería restarle validez».

Orgullo de ser tú mismo es un colectivo efímero de creativos que ha decidido dedicar parte de su tiempo a visibilizar la causa que creen justa: la del colectivo LGTBI.

Nuria Gutiérrez sigue explicando que «hay mucho por hacer. La ley no es igual para todos. De hecho, el Código Civil tuvo que recoger un delito para proteger a las minorías. En España, nunca ha habido una condena por delito de odio hacia una persona heterosexual. Pero al contrario sí ocurre, y además, hoy en día. Así que cuando no hagan falta este tipo de leyes que protegen al colectivo LGTBI, entonces ese día, será el Orgullo todo el año».

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Una de risas

Archie Bezos, Elsa Ruiz y Albert Boira, un gay, una transexual y un pansexual han unido sus socarronas fuerzas para crear un show de comedia en vivo LGTBI, Humor de transmisión sexual.

Llegará un momento en el que no sea necesario reivindicar la naturaleza de un show de humor, pero mientras, aquí queda esto para el próximo jueves.

Un repaso a las etiquetas y los tabúes de esta sociedad que no acaba de avanzar.

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