Las plataformas de streaming han conseguido que el documental, un contenido que ocupaba lugares gélidos en las parrillas televisivas, se haya alzado con brío en el catálogo de piezas para ver en televisión.
Esa relevancia sobrevenida les ha otorgado trascendencia y muchas series se han convertido, en buena medida, en altavoz de la justicia que nunca se hizo.
No los maten todavía
The innocent man, que en España se ha traducido como El proyecto Williamson, es una docuserie creada por Ross M. Dinerstein y Clay Tweel a partir del único libro de no ficción que ha escrito John Grisham.
El libro cuenta la historia de dos crímenes que acontecieron en el pequeño pueblo de Ada (Oklahoma, EEUU) y eso mismo cuenta la serie, que es un prodigio de narración y ritmo.
The innocent man aprovecha los mejores tempos de la ficción para conseguir un magnetismo que hace imposible no completar sus seis capítulos.
Su argumento va mucho más allá de las violaciones y asesinatos de dos mujeres, Denice Haraway y Debbie Carter, separados en el tiempo por varios años. Lo que consigue el relato es cuestionar por completo el sistema judicial estadounidense y su capacidad para enviar a la cárcel de por vida a cientos de inocentes. O lo que es peor, al corredor de la muerte.
El debate que plantea la serie es tremendamente pertinente en los tiempos que corren porque la sociedad, también en España, parece estar desplazándose a un territorio en el que se prima la búsqueda de la venganza, la devolución del dolor infligido sin importar otra consideración. La humanidad y la compasión están en desuso y parece que solo aspiramos a encontrar justificación para ser tan inhumanos como quien delinque.
The innocent man plantea el dilema que surge cuando la justicia de las comunidades pequeñas se ejerce de antemano, antes de que los organismos oficiales actúen con todas las garantías. También cuestiona la funcionalidad de los tribunales populares. Cuando un acusado se expone ante uno, la obligación de este es asegurarse de que no se condena a una persona inocente. Los jurados populares y la sociedad, sin embargo, suelen partir de otra premisa: si se está juzgando a alguien, por algo será. No estaría ahí sin pruebas.
Mark Barrett es abogado de Tommy Ward, uno de los condenados a cadena perpetua que está solicitando una revisión de su caso, uno de los dos asesinatos relatados en la serie. Dice que «Oklahoma es el segundo estado en el mundo en tasa de encarcelamientos. No mejora la sociedad ser tan malos todo el tiempo. Pero como esa es la filosofía que ha arraigado, tiende a perpetuarse». Teniendo en cuenta que su implantación no reduce la criminalidad, lo único que queda es la satisfacción para sus seguidores de que la espiral de violencia no se detiene.
[pullquote author=»The Atlantic, en inglés»]The innocent man cuenta la mitad de la historia[/pullquote]
«Me tocó»
La otra docuserie que nos hemos doblado de un tirón es más corta. Examen de concienciaexplica algunos de los casos más complejos de abusos infantiles en el seno de la iglesia.
A lo largo de sus tres capítulos, Examen de conciencia cuenta los abusos continuados en los Maristas de Barcelona, los del colegio del Opus Dei Gaztelueta, en Bizkaia, los del internado de La Bañeza o los del Monasterio de Montserrat, también en Barcelona.
Como en el caso anterior, lo más impactante no está en los hechos en sí, sino en la continuada estrategia de negación, ocultación y protección de los culpables que se ha ejercido desde el poder de esas instituciones educativas y de la propia Iglesia católica.
Las propias víctimas relatan su experiencia y cómo han pasado de la ocultación durante años al activismo y la denuncia.
Ese lapso de tiempo que ha pasado entre los hechos y su denuncia es, precisamente, otra de las demandas de la docuserie, ya que se ha constituido como la mayor protección de los acosadores. Cuando las víctimas se sienten en condiciones de denunciar, cuando han conseguido lidiar con el trauma para poder hablar, los abusos ya han prescrito.
Uno de los objetivos de Examen de conciencia es que se abra el debate acerca de la prescripción de este tipo de delitos.
Arte contra el mal rollo
Outside the box, diseño joven en el Museo Nacional de Artes Decorativas de Madrid
Igual se nos ha ido un poco la olla hablando de asesinadas y abusados. Así que vamos con la caja, el viaje y la acción de estar fuera de la caja como metáfora del proceso creativo y su desarrollo.
Lía González (autora de la obra de la imagen), Marta Ayala, Teratoma Productions, María Alonso (Proyecta56), Álex Ortega, Damián López, Marta Ferrer, Paula Currás y Álvaro Carrillo, Ana Arana y Enrique Ventosa, Irene Cano, Fernando Cremades, Elena Águila y Ana Olmedo (VenidaDevenida), Silvia Fernández, Sheila Pazos, Julia Grunberg y Sofía Montenegro (CalizaCaliza) y Déborah López exponen en esta muestra.
Una sugerencia para escuchar
Odetta Hartman y el folk de mañana
Odetta Hartman ha cogido el folk de banjo y bala de paja y lo ha pasado por el filtro milenial –esto es bueno, aunque tú pienses mal–. Algo así como Wilco, pero en psych-country-ambient-tropical-electro folk. Qué agotamiento de descripciones, madre de Dios.
Lo guapo de todo esto, además de la propia propuesta de Hartman, es que la semana que viene estará en España (Madrid y Barcelona) presentando su último disco, Old rockhounds never die.
Cómo empezar a dibujar cómics
Mauro Entrialgo, leyenda viva del cómic peninsular, creó hace años una miniguía para que la chavalada se iniciase en el noble arte de la confección de tebeos. La ofrece en formato digital y de manera gratuita aquí.
Aquí van algunas lecturas alternativas en Yorokobu…
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Ibáñez: «Mortadelo y Filemón podrían haber sido todo lo contrario, gánsteres»