Recientemente, el Wall Street Journal documentaba la iniciativa de Amtrak, la red estatal interurbana de trenes, que ha subvencionado el trabajo de la artista alemana Katharina Grosse. Su obra, psychylustro, consiste en un enorme mural grafiteado a lo largo de la vรญa que recorre 30th Street, al norte de Filadelfia. El trabajo, que costรณ 225.000 euros, era definido como una pieza que โlucha contra el deterioro urbano a travรฉs del arteโ.
Lo que no se contaba, curiosamente, era una de las posible interpretaciones de psychylustro: tapar el horizonte de miseria y desigualdad social que asuela la zona norte de la ciudad. Teniendo en cuenta que Filadelfia tiene una tasa del 28% de pobreza, la mayor de todas las ciudades estadounidenses, y que el norte posee la concentraciรณn mรกs alta de pobreza infantil, resulta interesante que los medios de comunicaciรณn establecieran una mirada tan acrรญtica.
Eso pensรณ Sarah Kendzior, que ahondรณ en la idea de la โhipsterizaciรณn econรณmicaโ en un artรญculo publicado en Al Jazeera donde analizaba los efectos de la gentrificaciรณn urbana y la falta de detractores ante procesos de intervenciรณn en el espacio pรบblico. De manera algo mรกs que anecdรณtica, el artรญculo se refiere al director de cine Spike Lee como uno de los mรกs conocidos contrarios a los cambios en el urbanismo reciente de Nueva York, que acusa a la Administraciรณn pรบblica local de su novedosa preocupaciรณn por la mejora de servicios en Bronx o Harlem, ahora que no solo viven afroamericanos.
En sus propias palabras: โยฟPor quรฉ hace falta un flujo de blancos neoyorquinos en el sur del Bronx, Harlem, Bed Stuy y Crown Heighs para que mejoren los servicios? Cuando yo vivรญa en 165 Washington Park no se recogรญa la basura todos los dรญas. ยฟPor quรฉ ha hecho falta toda esta gente blanca para que mejoren las escuelas? ยฟPor quรฉ hay ahora mรกs protecciรณn policial en Bed-Stuy y Harlem?โ.
No es el primer texto que trata la gentrificaciรณn como un proceso de hipsterizaciรณn econรณmica. Este y otros anรกlisis trazan una crรญtica consistente a unas prรกcticas que modifican nuestro entorno y parecen erigirse en los siguientes puntales:
โEl artista ha estado al servicio de los fenรณmenos gentrificadores. Ademรกs del citado caso de Filadelfia, se han desarrollado ampliamente interesantes estudios sobre Londres, Nueva York o Milรกn, entre otros. El papel de los artistas como precursores y agentes de los procesos de gentrificaciรณn ha estado muy documentado. Pero no asรญ las relaciones socioculturales y polรญticas que acompaรฑan a estos procesos. En este sentido Art and gentrification: pursuing the urban pastoral in Hoxton, London, de Andrew Harris, analiza cuรกles han sido los efectos de รฉstas en el distrito de Hoxton en Londres, donde los artistas repoblaron el panorama cultural de un espacio tradicionalmente de clase obrera en la dรฉcada de los noventa, siguiendo la corriente de inversiรณn inmobiliaria en la zona, pero tambiรฉn manipularon y menospreciaron la complejidad de las historias y las relaciones de clase y raza de los vecinos del barrio.
De la misma manera, On people on changing neighbourhoods de Lidia Manzo introduce el elemento comparativo entre procesos similares en ciudades muy distintas: se analiza la cohabitaciรณn en el distrito chino de Milรกn y los cambios en Brooklyn para comprobar que una ciudad es siempre un espacio en constante mutaciรณn donde operan dinรกmicas de poder, haya o no un desplazamiento directo de la poblaciรณn.
โSi alguien habla de โregeneraciรณn urbanaโ, รฉchate a temblar. Como explica David Maddenen un artรญculo de The Guardian, los procesos de gentrificaciรณn siguen una dinรกmica casi siempre calcada. Los barrios pobres se definen como โnecesitados de una regeneraciรณn o revitalizaciรณnโ, como si los problemas fueran la falta de vida y el letargo, y no la desigualdad o la pobreza. La campaรฑa liberal por la โdiversidadโ en barrios como Harlem, Brixton -y podrรญamos aรฑadir varios casos en Espaรฑa- desplaza a comunidades enteras en espacios tradicionalmente famosos por su independencia polรญtica y cultural.
A partir de entonces se suele apelar al โrenacimientoโ de un barrio, que ha sido โrevitalizadoโ desde la pobreza a un presente mรกs vibrante y โdinรกmicoโ, una fantasรญa condescendiente y โcomo explica Spike Leeโ racista, ya que la operaciรณn es estรฉtica, no sรณlo con respecto a los espacios, sino en relaciรณn al valor que ocupa la gente, y se vende como un รฉxito.
โEl modelo econรณmico es neoliberal. Los procesos de gentrificaciรณn y โhipsterizaciรณn econรณmicaโ apelan a su desigualdad desde la raรญz. Se basan en el concepto financiero delโtrickle downโ o โgoteoโ, acuรฑado por el humorista Will Rogers durante la Gran Depresiรณn. La base de la teorรญa es que el alivio fiscal y otros beneficios econรณmicos para empresas y la clase media-alta beneficiarรกn a los miembros mรกs pobres de la sociedad porque mejoran la economรญa en su conjunto.
Esta idea -que se basa en los principios de la economรญa de la era Reagan- es sorprendentemente adoptada como un argumento de peso por urbanistas de ciudades donde la gentrificaciรณn se aplica de manera salvaje, como un mito casi fundacional. Apoyar a aquellos que estรกn โdel lado de la ofertaโ puede traer ciertos beneficios colaterales -como argumenta Lee-, pero deja de lado que aquellos que se establecen en barrios gentrificados no generan espontรกneamente y por el mero hecho de existir un beneficio a la comunidad.