La invasión de cadáveres de bicis en Nueva York

Nueva York aloja en el ruido de sus calles un cementerio silente de bicis. Hay cientos de bicicletas abandonadas que un día cualquiera alguien ató por última vez a un poste hasta nunca jamás. Pero… ¿hasta dónde puede llegar esta necrópolis que invade las aceras de la ciudad?

Transportation Nation, un proyecto de radio pública de WNYC especializado en temas de transporte sostenible e infraestructuras, se detuvo ante los restos de estas bicis. Había demasiadas. Y nadie se las llevaba. Ni sus dueños ni el Departamento de Salubridad de Nueva York.

“Nos dimos cuenta de que había trozos de bicis oxidados encadenados a señales de tráfico por toda la ciudad. A veces permanecían ahí incluso años”, explica Alex Goldmark, miembro de Transportation Nation. “Queríamos saber por qué permanecían tanto tiempo ahí. Están quitando un espacio muy valioso para aparcar bicis y molestando el paso en las aceras”.

Investigaron y descubrieron que los requisitos para que la Administración las retire del espacio público son tan extremas que acaba convirtiéndose en un algo inusual. Dicen que el Departamento de Salubridad recoge menos del 20% de las bicis abandonadas. Solo lo hace después de que alguien llame al 311 y dé una descripción detallada de la bici y del objeto al que está encadenada. Esa llamada se dirige a un especialista y éste convierte la denuncia en una queja oficial.

La retirada solo ocurrirá si se cumplen tres de estos cinco requisitos:

Debe tener aspecto de aplastada y no utilizable
Deben faltarle algunas partes distintas al sillín o la rueda delantera
Las ruedas deben estar desinfladas o no debe haber ruedas
Las marchas y los pedales deben estar estropeados. Las llantas y el cuadro deben estar doblados
El 75% de la bici debe estar oxidado

No es fácil. Y la ciudad, mientras tanto, sigue alimentando su camposanto. Transportation Nation se planteó entonces pedir a sus oyentes que enviasen fotos de bicis abandonadas por la ciudad. Fue el pasado abril. En pocas semanas recibieron más de 500 imágenes que han sido geolocalizadas en un mapa online.

El proyecto empezó con la intención de averiguar “el alcance del daño que estas bicis estaban causando a Nueva York”, dice Goldmark. “Hicimos una investigación mediante crowdsourcing y la iniciativa despegó. Descubrimos que a muchos neoyorquinos les gusta hacer fotos de bicis abandonadas. Los oyentes de WNYC y Transportation Nation nos abrumaron con más de 500 fotografías que pusimos en un mapa para ayudar a que se retiren de forma más fácil”.

El propósito social desveló una cierta afición ciudadana por la estética de las bicis convertidas en ruinas. “Son parte de la banda sonora visual de nuestra ciudad bulliciosa. Es el escenario de fondo de las rutinas diarias. Muchos individuos pasan por el lado del mismo cadáver de bici todos los días. Lo ve entre la nieve del invierno, encharcada por la lluvia de primavera… Va viendo cómo va perdiendo todas sus partes”.

Y la estampa acaba despertando algunos sentimientos. “Cuando pedimos las fotos, mucha gente envió también comentarios sobre la forma en la que habían acabado estableciendo una relación con ellas. Esas conexiones, a veces, van desde el enfado a la intriga o la confesión de desear robarlas”, indica Goldmark.

La emoción que despiertan estas bicis dio una idea a Transportation Nation. Harían una exposición con las imágenes recogidas. La muestra Abandoned Bike Project se estrenó el 1 de agosto en The Greene Space, en Manhattan, y estará hasta el 4 de septiembre como “una colección de desechos de la movilidad urbana en una ciudad ajetreada”.

“Cuando miras todas las imágenes puedes sentir el ritmo que se desprende de las similitudes entre todas estas bicis y, a la vez, la unicidad de cada una de ellas”, comenta el estadounidense. “Es cautivador ver los matices de la decadencia”.

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