El Hard Rock Cafรฉ poco tiene que ver hoy con lo que era a principios de los aรฑos 70, cuando dos emprendedores estadounidenses, Isaac Tigrett (22 aรฑos) y Peter Morton (23 aรฑos), decidieron que Londres necesitaba un restaurante desenfadado en los alrededores de Hyde Park, la zona mรกs pija de Londres. ยซLos primeros aรฑos eran alucinantes. Venรญan a cenar los Rolling Stones, The Who, Eric Clapton, Paul McCartney o Freddie Mercury. La gente iba vestida de forma extravagante, se bebรญa alcohol directamente de la botella y se fumaban porros abiertamenteยป, cuenta Rita Gilligan, una de las primeras camareras del establecimiento, que trabajรณ allรญ durante mรกs de 25 aรฑos.
El restaurante fue un revulsivo en la encorsetada sociedad britรกnica. Hasta entonces, la restauraciรณn era una actividad reservada principalmente a los ricos que acudรญan a cenar en esmoquin. En el Hard Rock, en cambio, se encontraban mรบsica, hamburguesas y mรบsica en vivo, sin necesidad de vestir de manera formal.
Pasan 40 aรฑos y las cosas mutan. Hoy en dรญa es mรกs probable encontrar a un turista estadounidense con unos kilos de mรกs que una leyenda del rock en su interior. Las guitarras y discos de platino que cuelgan de la pared son lo poco que queda para dar fe de que este espacio fue, durante un tiempo, un lugar de encuentro para los mรบsicos de la รฉpoca.
El espรญritu de esos aรฑos se ha metido en una lata y se ha intentando reproducir en los mรกs de 150 establecimientos que tiene la cadena en todo el mundo. La presencia de los Hard Rock es tan ubicua que podrรญas viajar a ciudades como Buenos Aires, Phoenix, Beijing, Jakarta, Honolulu, Punta Cana o Florencia y acabar el dรญa cenando en uno de sus establecimientos.
La bรบsqueda de la autenticidad perdida lleva a las compaรฑรญas a excavar en el pasado y la nostalgia. Aquรญ es donde la figura de Rita Gilligan entra en escena. En 1996, despuรฉs de mรกs de 25 aรฑos de fiel servicio a la empresa como camarera en Londres, Gilligan fue ascendida.
Con los fundadores prรกcticamente desvinculados de la firma, ella era el poco contacto que quedaba con los comienzos gloriosos del Hard Rock Cafรฉ. El entonces CEO, Jim Berk, le ofreciรณ ser embajadora de la marca. Actualmente, a sus 70 aรฑos, sigue ejerciendo este puesto honorario que la llevรณ ayer a Madrid.
ยซSoy la agregada culturalยป, dice orgullosa mientras extiende la mano para darme su tarjeta. No miente. Su tarjeta de visita dice: โRita Gilligan, Cultural Attache/MBEโ (las siglas MBE son un galardรณn que otorga la reina, un escalรณn por debajo de โSirโ). Detrรกs de ella cuelga de la pared un cartel anunciando un concierto de Melendi en la sala, un ejemplo quizรก de cรณmo han cambiado las cosas.
Gilligan es da las pocas personas que pueden presumir de ganarse la vida por contar batallitas. En ese sentido es un torbellino cuando relata historias. ยซTodo empezรณ cuando mi marido, en 1970, encontrรณ un anuncio en la prensa diciendo que buscaban camareras. Yo llevaba aรฑos trabajando en la hostelerรญa por la zona centro de Londres y me fui en busca de ese trabajo. Cuando llegue al lugar, que pronto serรญa el Hard Rock Cafรฉ, me encontrรฉ a un hombre joven y melenudo a quiรฉn pedรญ direcciones. El me respondiรณ que era el dueรฑo del sitio. Era Peter Mortonยป.
ยซDurante la entrevista ya supe que esto era un local distinto de lo habitual. Fue muy informal y, mientras hablaba con Morton, รฉl fumaba un porro enorme. En realidad buscaba personal mรกs mayor para dar el aspecto de un โdinerโ de los aรฑos 50. Mentรญ sobre mi edad y le dije que tenรญa 32 aรฑos. Aunque tuvo dudas sobre si era muy joven, conseguรญ el trabajoยป.
Sobre los fundadores de la compaรฑรญa, Gilligan dice que eran como la noche y el dรญa. ยซMorton era el hombre de negocios ambicioso y mรกs preocupado por la pela. Isaac era un hippie. Traรญa a gente realmente rara al restaurante y no le importaba si eras rico o pobre. En ese sentido, el restaurante era muy distinto de la รฉpoca porque no era clasista, como el resto de lugares en Londres. Habรญa gente de todas las clases sociales que venรญan a comer o tomar algoยป, explica.
Ademรกs de conceder entrevistas para hablar sobre la compaรฑรญa, Gilligan se involucra en las aperturas de los restaurantes. ยซVoy a cada paรญs y ayudo a entrenar al personal. Les cuento cosas sobre la historia de los Hard Rock. Soy la conexiรณn con el pasadoยป.
Tampoco es de la opiniรณn de que el Hard Rock Cafรฉ haya perdido su alma. ยซInvertimos mucho en nuestros trabajadores. Ellos son todo lo que tenemos. Son lo mรกs importante en la compaรฑรญa. Donamos entre 3 y 4 millones de dรณlares al aรฑo a obras de caridadยป.
Gilligan dice ademรกs no ser muy aficcionada al estilo americano de restauraciรณn. ยซNo me gusta que te estรฉn vendiendo de todo cuando entras por la puerta. Siempre tratรฉ al cliente igual si se tomaba un cafรฉ o una botella de champรกn. Tuve claro que habรญa que cuidar a los locales tambiรฉn. Cuando llegaba el invierno y los turistas se iban, eran los que volvรญanยป.
El entusiasmo de esta camarera convertida en embajadora es loable. Repite las mismas frases que probablemente ha pronunciado centenares de veces a periodistas en todo el mundo sin dar signos de estar aburrida. ยซSi es que tengo el mejor trabajo del mundoยป.
Dice estar orgullosa de haber participado en un concepto tan democratizador resumido en el lema de la compaรฑรญa ยซLove all, serve allยป, un ejemplo de esa extraordinaria capacidad que tuvieron los baby boomers estadounidenses para convertir el hippismo y el liberalismo de los aรฑos 60 y 70, en un commodity.