La reconstrucción de la ciudad del suicidio

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Cuando Anicet comenzó con el proyecto de la «Generación Perdida», la idea era la de contar la historia de muchos que, como Benja Villegas, líder de la banda, ven pasar los mejores años de su vida sobreviviendo en lugar de apuntalando un futuro para sí y para el país que habita. El proyecto ha seguido evolucionando desde el desconsuelo hasta la rabia más cruda y la esperanza necesaria para salir del fango.

La cosa era algo más que grabar un disco y hacer unos vídeos. Villegas, que además de ser músico y tener barba es diseñador gráfico, tenía la intención de crear algo más grande y que se alargase más en el tiempo que la simple edición de una referencia discográfica. Todo comenzó hace un año con el lanzamiento del vídeo-tráiler Generación Perdida. «Queríamos cuestionar el concepto de ‘generación perdida’. Dependíamos de la viralidad y el éxito de ese vídeo para desarrollar el resto de la idea», explica Villegas.
Por suerte, todo salió bien y eso acabó derivando en la creación de un colectivo creativo con un sello discográfico y una productora audiovisual autogestionados. «Seguimos con la grabación y autoedición del disco ‘Ensayo sobre la Generación Perdida por Anicet’, el documento que retrata a nuestra generación», cuenta.
El proyecto toca a su fin. La Ciudad del Suicidio es el puñetazo en el mentón que no quisieron dar antes. «Queríamos dar un mensaje más directo, hacer un último vídeo que constate que lo que somos es la generación del cambio utilizando como ejemplo la gesta de Rosa Parks», señala el autor.
El vídeo de La Ciudad del Suicidio se abraza a la misma propuesta estética retro de los vídeos anteriores. Sin embargo, el discurso cambia y se mueve de una nostalgia y una resignación con escasas probabilidades de respuesta al sistema, a la actitud acusadora de quien quiere señalar con el dedo a los culpables del retroceso sufrido. A pesar de la amargura que destilan la estética de Anicet en el este proyecto, a Benja Villegas le gusta aclarar que se considera optimista. «Estoy cabreadillo, pero solo un poco, por cómo está el patio».

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