Rodeado de tiendas de moda y un café con un Delorean en la entrada, the Boring Store (la tienda aburrida) se erige como un lugar donde «no se vende nada de utilidad», en el barrio de Wicker Park (Chicago). Su afán por disuadir la entrada en realidad acaba produciendo el efecto contrario, uno inmediatamente se pregunta: ¿que hay exactamente detrás de este letrero tan raro?
Una vez en su interior, se descubre que las apariencias engañan. Hay muchos productos que efectivamente no tienen mucho uso racional (gafas de rayos x, disfraces) pero también una buena colección de libros y revistas a la venta. El objetivo de esta tienda sigue sin estar claro hasta que se descubre una ventana rectangular detrás del cajero, donde se aprecia un espacio mucho más grande que la tienda. Allí una treintena de niños juegan e interactúan con un grupo de profesores.
Se enciende la bombilla. ¿Será la encarnación en Chicago del proyecto de Dave Eggers 826 que combina tiendas curiosas con la enseñanza a jóvenes desfavorecidos centrados en el valor de la escritura? La persona encargada de atender el establecimiento esa mañana lo confirma.
Patrick Shaffner, responsable de comunicación de la tienda, sale del pasadizo secreto donde los niños juegan para explicar cómo funciona este centro que, en realidad, «es un lugar de aprovisionamiento para espías donde tienen acceso a todo tipo de productos. Utilizamos ese nombre para no revelar la identidad secreta de nuestros clientes».
Esta narrativa es la que han construido para los niños que cada día pasan por este centro a participar en talleres y recibir ayuda con sus deberes. A su disposición tienen una serie de voluntarios que ofrecen su asesoramiento y tiempo para guiarlos. En este momento se encuentra una clase de primaria en el interior escribiendo un libro. «Tienen toda una mañana para escribirlo. Al finalizar el día imprimimos el trabajo y creamos unos pequeños libros con su foto que se llevan a casa», explica Shaffner.
Todo el decorado y el diseño del centro está hecho para sacar a los estudiantes de su entorno habitual con el fin de que den rienda suelta a su fantasia. Pero todo se enmarca en un ambiente supervisado para estudiar al finalizar las horas escolares. Abierto en 2007, The Boring Store se financia con la venta de los artículos en la tienda, subvenciones y eventos que organizan para recaudar fondos.
Ya no hay excusas para impartir una educación aburrida.