Las 17 cabezas de San Juan Bautista

22 de diciembre de 2011
22 de diciembre de 2011
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Ilustración de Juan Diaz Faes

Vaticano, por Fernando Nunes

Con las astillas de la cruz de Jesucristo podrían construirse varias arcas de Noé, y con los restos de San Juan Bautista, los cuerpos de los doce apóstoles.

Durante la Alta Edad Media fue un negocio muy lucrativo el tráfico de reliquias de santos, que podían ser huesos u objetos muy cercanos a él. La Iglesia consideraba que la beatitud de los santos estaba presente en las reliquias, de modo que toda iglesia que se preciara intentaba hacerse con un dedo de San Jenaro, un diente de San Mateo o el manto con el que se abrigaba la Virgen María.

Las reliquias de los santos otorgaban indulgencias, lo que permitía que las almas se ahorraran unos años en el purgatorio, que es algo así como la cámara de descompresión de almas entre la Tierra y el Cielo. También recibían indulgencias los que acudían a peregrinar a ciudades santas, como Roma, Jerusalén y Santiago, lo que hizo surgir toda una industria de turismo religioso, que no ha dejado de funcionar hasta nuestros días.

Pero, claro, la economía de la época estaba sometida a las mismas leyes que rigen la actual: un desmesurado aumento de la demanda derivó en una inflación de reliquias y, con ella, la proliferación de falsificaciones. Así, además de la famosa Sábana Santa de Turín, que presuntamente cubrió el cadáver de Jesucristo, se venera una sábana santa en Sangüesa y otra en la catedral de Oviedo.

En la iglesia de Santa María del Popolo, en Roma, se rinde culto al santo cordón umbilical de Jesucristo, reliquia arriesgada aunque no tan estrambótica como el estornudo del Espíritu Santo encerrado en una botella y que se guarda en el Sancta Santorum del Vaticano. También en Roma se guardaba —aunque se extravió— la cola del asno que llevó en sus lomos a Jesús.

Ilustración de Juan Diaz Faes

El cordón umbilical de Jesús y la cola de su burro taxi son dos reliquias discutibles, pero al menos únicas. Más sospechosos son los 14 prepucios contabilizados de Jesucristo, uno de los cuales se venera en Santiago, y que dan una imagen equívoca sobre lo que ocultaba el pareo del Mesías.
Con las astillas y los clavos de la cruz en la que fue crucificado Jesucristo podrían construirse varias arcas de Noé, y con los restos atribuidos al cuerpo de San Juan Bautista el CSI podría reconstruir los cuerpos de los doce apóstoles y un par de romanos. Del Bautista se guardan más de sesenta dedos en iglesias y conventos de todo el mundo y, al menos, 28 iglesias desde Siria a Alemania tienen relicarios con fragmentos de cráneo, o bien enteros, autentificados de San Juan, según la prolija relación del especialista Antonio Barrero.

Autentificados, has leído bien. ¿Quién verifica la autenticidad de las reliquias? Esta tarea recae en la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, una división de la Iglesia Romana que preside el cardenal español Antonio Cañizares. Aunque la Iglesia fomenta el culto a las reliquias, también considera que la creencia en sus poderes cae en el terreno de la superstición. En el limbo entre la veneración y la magia reposan los miles de huesos de santos que pueblan las sacristías de los templos.

Con información obtenida en Pregunta Santoral, lista de Escépticos y Planeta Sedna.

Este texto fue publicado en Yorokobu, edición de diciembre 2011.

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