Con todos los chavales en edad escolar adosados a tiempo completo a un dispositivo móvil, aprovechar la ocasión para ofrecerles sólo ocio y consumo sería de desalmados. De necios sería dejar pasar la oportunidad de entrar en sus mentes a través los smartphones que habitan sus bolsillos. El módulo de educación de The App Fest trató de poner en claro los objetivos que debe alcanzar la tecnología en los procesos de aprendizaje escolar.
Más allá de trasfondos filosóficos sobre modelos de educación aplicables en el futuro, tema que es conveniente mantener constantemente abierto, el debate se centra en si prolongar la agonía de métodos caducos o comenzar un nuevo paradigma educativo. Las apps, que constituyen en sí mismas una nueva forma de afrontar la tecnología móvil, se enfrentan a la exigencia de la transformación. Si se insiste en que están cambiando el mundo, como aseguran sus evangelizadores, también habrán de hacerlo con la divulgación y la pedagogía.
It’s all about engagement, idiot!
Para el educador Richard Gerver, la idea principal que se tiene que canalizar con las apps móviles es el vínculo y el compromiso. «Mi idea de la educación es que es una celebración de la vida. Vivir, aprender, reir. Las apps consiguen esa atención por parte de los alumnos», explicó en su charla. Gerver señaló la gran accesibilidad de la tecnología como clave para el desarrollo y su sencillez como el motor para que sean utilizadas de manera recurrente.
Para el profesor, el aprendizaje mejora con este compromiso. «El corazón de los alumnos late más rápido debido a la excitación. Ese es el efecto que debemos conseguir. ¿Por qué los niños tienen que ir a colegios tan serios? En los pasillos se deben escuchar las risas, se debe sentir el relax».
Según el británico, es hora de cambiar el escenario. «La educación ha funcionado siempre haciendo lo mismo pero más grande. Hay que asegurarse de que las apps permiten jugar, simular, enseñar comportamiento o negociación».
Davis Landy se encarnó como el ejemplo perfecto de auqello que Gerver estaba contando. Utilizó su charla para mostrar Algebra Touch, una app que permite aprenden qué es posible en algebra y qué no tocando las operaciones. «Transforma el abstracto mundo de las matemáticas en objetos manipulables», señaló.
Landy abundó en lo necesario de enganchar a los alumnos. Para él, en el caso del álgebra, el problema no reside en que sea una parcela difícil de conocimiento.»Los chicos necesitan una motivación para aprender. Lo difícil es convencerles de que lo hagan. Las apps pueden conseguir este objetivo».
No estamos aquí para hacer hogueras con libros
Max Whitby, CEO de Touch Press, quiso señalar que no existe ánimo de acabar con los libros de texto. «Los dispositivos móviles y los libros son objetos complementarios», dijo.
Whitby mostró algunas de las apps divulgativas que ha desarrollado su compañía.The Elements es un completo compendio de la tabla periódica de elementos químicos. También enseñó las posibilidades que los tablets ofrecen a la hora de explorar libros. The Waste Land, de T.S. Elliot, ofrece una importante cantidad de contenido de apoyo al texto original del autor: audios y vídeo de actores interpretando dicho texto anotaciones al margen. «Queremos explorar cómo la interactividad y las posibilidades que tienen las apps de ser distribuidas en todo el mundo de manera simultánea pueden ayudar al aprendizaje», contó.
John McGeachie, Vicepresidente de Grupo de Cuentas en Evernote for Schools, contó que el mayor reto para la imprescindible app de productividad pasan por dar la seguridad al usuario de que su contenido seguirá ahí para siempre. Además, afirmó que «Evernote rompe la linealidad con la que se aprendía en el pasado».
Foto: Opensourceway reproducido bajo licencia CC.