Lo paradójico se manifiesta de múltiples maneras. La necesidad de buscar la calidez de otras personas, aunque sea sin tocarlas y solo por saber que están ahí, puede llevarnos a sitios fríos, sórdidos en los que lo único que hay es soledad y decadencia. Más allá de ese mensaje de alerta ante los aislados que podemos estar en un mundo repleto de gente, el fotógrafo Olivier Peresse quiso mostrar algo que permanece oculto casi por vergüenza para la mayor parte de la sociedad. «Mi visión de la fotografía es definitivamente documentalista. No soy creador de imagen sino que cojo del entorno lo que ven mis ojos».
La idea de Do the Joy nació a raiz de una masterclass a la que asistió Peresse. «Jean-Christian Bourcart nos encargó un trabajo. Teníamos que hacer fotos en situaciones difíciles y vencer el miedo», cuenta. El proyecto le llevó por cabinas porno de París y Madrid. «Quería documentar algo trash. No quería meterme en líos pero sí quería imágenes fuertes, así que decidí trabajar escondido. En París me pillaron».
La intención del fotógrafo parisino era, a su vez, reflejar un escenario en extinción. «Con la llegada del porno masivo en internet estos sitios están condenados a desaparecer. Luego, viendo el trabajo, uno se da cuenta de lo peculiares que son estos sitios y también puede quedarse impresionado por lo futuristas que parecen estas cabinas», señala Peresse.
Al francés le gusta contar «historias de verdad con salsa picante». Es autodidacta aunque comenzó copiando ilustraciones del diccionario. «Pensaba que sería ilustrador», dice, «aunque lo dejé todo para ser fotógrafo». Fue en la fotografía donde encontró el ritmo, la velocidad con la que quería contar sus historias.
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