Uno era Goyo y el otro, Gregorio. Parecían el mismo porque en su DNI hasta sus apellidos coincidían. Pero uno había nacido en Huelva y el otro en Soria. A ambos les gustaba el fútbol, pero mientras Goyo era del Madrid, Gregorio se sentía blaugrana hasta la médula. Ambos tenían dos hijos, pero los de Gregorio eran chicas y los de Goyo, varones.
Veraneaban en Benidorm, pero Goyo tenía el apartamento en primera línea de playa y Gregorio se acoplaba sin complejos en el de sus suegros, un par de calles más atrás. Parecían la misma persona. Pero Goyo y Gregorio no podían ser más diferentes.
Algo parecido ocurre con el significado de algunas palabras: nos parecen iguales, pero no son lo mismo. Y deberíamos estar más atentos al uso que hacemos de ellas, porque si alguien se pone quisquilloso y le da por practicar la precisión a saco, puede hacernos pasar un ratito muy incómodo.
¿Es lo mismo islamista que islámico? A priori nos lo parecen. Ambas proceden de la misma palabra, islam, pero mientras islámico tiene un carácter más general y se refiere ‘al que profesa el Islam’ o ‘del Islam’, islamista, sin embargo, tiene un valor más específico. Un islamista es el ‘partidario de una aplicación integrista o rigorista del islam en la esfera política y social’.
Por tanto, en lugar de hablar de *«arte islamista» deberíamos decir «arte islámico». Y también sería más apropiado decir «régimen islamista» que *«régimen islámico».
Ocurre algo parecido con israelita e israelí. La primera es sinónimo de ‘hebreo o judío’. Israelí, por el contrario, significa ‘del moderno Estado de Israel’. Por tanto, si hablamos de los descendientes de la tribu de Israel, por ejemplo, deberíamos decir que son israelitas. Mientras que si hablamos del presidente del gobierno de Israel, hablaremos de él como el presidente israelí.
Nacionalidades y religiones aparte, aquí va un último ejemplo: ¿es lo mismo termal que térmico? Pues aunque ambos sugieran calorcito, lo cierto es que no. Térmico es ‘lo perteneciente o relativo al calor o la temperatura’. Mientras que termal es el adjetivo usado para las termas. Por tanto, más que *baños térmicos deberíamos hablar de baños termales si hablamos de nuestra estancia en un balneario.
Y más que de una *instalación termal que provoca manifestaciones ecologistas en su contra, deberíamos decir instalación térmica. Porque no es probable que un bañito relajante, por muy defensor de la naturaleza que uno sea, le desagrade a nadie.