Si hubiera que definir lo que es una mascarilla protectora según lo que Benjamin Bertram sube a su proyecto de Instagram Maskenmaker, se resumiría en cualquier cosa, por loca que sea, que te tape nariz y boca.
A este ilustrador alemán se le ocurrió la idea poco antes de que las mascarillas fueran obligatorias en su país. Se topó con un embudo rojo mientras se dirigía a su estudio y se lo imaginó como una mascarilla divertida. Y de aquella primera idea llegaron otras por asociación de formas y estudio de materiales y metáforas.
Bertram se confiesa impresionado por la creatividad que evoca una crisis como la del coronavirus. «En un hackathon unas semanas antes, experimenté lo grande e intenso que puede ser el trabajo conjunto de las personas cuando la pandemia se ve como una oportunidad o un desafío y no como una conspiración, o incluso una guerra biológica».
Y opina que el humor puede ser una fuente de relajación y estímulo, «ya que los que pueden reír tienen una clara ventaja: el humor te hace más creativo, porque proporciona más soluciones, ideas, apertura y buena cooperación. Y creo que esto es muy importante en tiempos de crisis mundial».
La primera mascarilla que ideó Benjamin Bertram cumplía con lo básico: cubrir boca y nariz. Pero alguien que en su bío indica sentirse apasionado por las metáforas tenía que encontrar otro sentido a este nuevo complemento que estamos obligados a vestir.
«La protección, la máscara o la cobertura pueden ser entendidas de muchas maneras –explica–. Protección, por ejemplo, puede proteger o separar; valores, personas u objetos pueden ser protegidos, y así sucesivamente. Debido a que el debate sobre la protección boca-nariz en Alemania se llevó a cabo de una manera muy emotiva, encontré muy emocionantes las metáforas que retoman y modifican esta emocionalización».
Cada diseño de Bertram es un golpe visual que, lejos de hacer daño, provoca una sonrisa. La provocación se esconde detrás de sus ideas: un colador, una plancha, un guante de fregar, un ventilador, ¿una compresa manchada con sangre? «Algunas máscarillas simplemente juegan con la forma de un objeto. Pueden ser divertidas, pero se olvidan rápidamente», justifica su idea el ilustrador alemán.
«Ya había implementado la idea de la compresa como una máscara antes de que se me ocurriera la idea de ser más provocativa. Pero al mismo tiempo pensé: ¿por qué algo se percibe como irrespetuoso o provocativo? ¿Dónde están los límites del buen gusto? Aquí es donde realmente se vuelve interesante, porque lo artístico ya no es decorativo o agradable, sino que invita al espectador a confrontar sus propios sentimientos en relación con lo que se está representando. Tal imagen permanece más tiempo en la mente, y necesariamente provoca un debate. ¿Es la sangre antinatural? ¿Está sucia la menstruación? Romper tabúes, en este caso, también significa poner a prueba nuestras normas sociales y mantener viva la discusión sobre los valores y el comportamiento».