Entre las ruinas de un mundo que se desmorona hay unos destellos. Entre los números de las tasas de desempleo hay individuos que quieren hacer cosas. Entre el humo hay manos que hacen objetos que se ven y se tocan. El director de cine Keith Ehrlich ha decidido descubrir y contar algunas de esas historias en una serie de películas llamada Made By Hand.
La pieza que abre la serie, The Distiller, se rodó en la primera destilería abierta en Brooklyn desde la época de la prohibición. El fundador de Breuckelen Distilling Company, Brad Estabrooke, habla sobre cómo empezar de la nada y el proceso imperfecto de perfeccionar algo artesano.
De su experiencia, cuenta el documental, se puede extraer un aprendizaje: “Saber que puedes fracasar te lleva mucho más cerca del éxito”.
La segunda película, The Knife Maker, presenta a un escritor que ha decidido dedicarse a hacer cuchillos en Brooklyn. Joel Bukiewicz habla del elemento humano de la artesanía y del potencial de que una habilidad se convierta en arte. El verdadero significado de hacer algo a mano es, para Bukiewicz, “un movimiento en el que la riqueza se mide en las personas, no en dinero”.
La decisión de Ehrlich y su mujer de modificar sus hábitos de compra, hace unos años, tiene mucho que ver con Made By Hand. Ocurrió hace unos años. “Nunca fuimos grandes consumidores”, explica el director, “pero algo cambió cuando empezamos a ser conscientes de dónde venían los artículos que adquiríamos. Nos hicimos miembros de un programa de agricultura cultivada por la comunidad y eso cambió todo”.
“Cuando sabes el nombre del agricultor que cuida los campos donde se cultiva tu comida se produce una conexión personal. Y esto se extendió a otros aspectos de nuestra vida”, continúa.
Sucedió, además, que Ehrlich estaba cansado de leer artículos en la prensa sobre el crecimiento de las tasas de desempleo y del surgimiento de una generación que pensaba que nunca tendría seguridad en su trabajo. “Pensé que debía hacer algo para cambiar el discurso. Me di cuenta de que había una relación directa entre la caída del empleo y la manufactura en EEUU, y el aumento de un grupo de jóvenes con espíritu emprendedor que pensaban que no tenían nada que perder creando su propio negocio. Entonces me di cuenta de que eso era lo que quería investigar con mi cámara”.
La web Made By Hand explica que el proyecto “fue creado por la creencia de que las cosas que acumulamos, consumimos, usamos y compartimos son parte de quiénes somos como individuos. Por ejemplo, los alimentos que comemos dicen algo sobre cada uno de nosotros, igual que los utensilios que empleamos y las sillas en las que descansamos. Los objetos que están a nuestro alrededor cuentan historias y no solo sobre nosotros. ¿De dónde vinieron? ¿Quién los hizo? ¿Cómo fueron construidos?”.
El proyecto, estrenado el pasado septiembre, tiene su base en Brooklyn (Nueva York) y, según dice Made By Hand en su site, “toma su influencia del movimiento artesano aquí y en cualquier otro lugar”. Todos los documentales que se vayan publicando pretenden promocionar todo lo que se hace de forma sostenible, en un ámbito local y con “amor por lo artesano”.
El próximo documental hablará de una apicultora urbana que cuida de sus colmenas en los tejados de Nueva York.
Gracias por la pista, Pablo Albacete.